Rolando Tamayo y Salmorán, más de 50 años en la investigación jurídica
Por Hugo Valencia
Ciudad de México. 10 de noviembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desde siempre ha visto su vida girar en torno a libros de derecho y grandes personajes de la vida pública del país, el doctor Rolando Tamayo y Salmorán ha dedicado los últimos 50 años de su vida a la investigación y docencia de las ciencias penales en México.
Un retrato de Benito Juárez recibe en su cubículo del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), al sur de la Ciudad de México, de quien, afirma, se trata de un personaje digno de su admiración, pues a partir de sus Leyes de Reforma, México dejo de ser un “rancho grande”.
“México se convirtió en un estado laico, liberal, y si se ven los gabinetes de Juárez, es la suma de algunos de los mexicanos más preclaros que han existido”, considera.
Tamayo y Salmorán es investigador emérito de la máxima casa de estudios del país, cuenta con la misma categoría en el Inacipe y es miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Además tiene numerosos libros publicados sobre ciencias jurídicas.
En entrevista, explica que las ciencias penales se dividen en tres grandes áreas, “muy distintas entre sí, pero irónicamente convergen en el juicio penal, particularmente en la decisión del juez”.
Una dinastía de profesionistas
Rolando Tamayo y Salmorán es la tercera generación de una dinastía de personas destacadas en diferentes ámbitos, que empezó con su bisabuela quien fue la primera mujer graduada de medicina en el estado de Oaxaca; prosiguió con su abuela María Salmorán, quien fundó algunas instituciones educativas, y su abuelo fue procurador de justicia del mismo estado. La tradición jurídica continuó con sus padres —ambos abogados— y promete continuar con José Alberto Tamayo, el menor de sus tres hijos.
Uno de los motivos por los que decidió estudiar derecho es por el ambiente que lo rodeó en su casa, ya que su familia ha sido destacada en muchos ámbitos relacionados con las leyes.
Aproximadamente a los 13 años de edad, su mamá —quien fue, entre otras cosas, la primera ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)—, que en ese momento se desempeñaba como presidenta de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, fue nombrada como funcionaria ante la Organización Internacional del Trabajo, en Suiza, por lo que la acompañó y, además de estudiar, asistía a las sesiones de la organización en el Palacio de las Naciones.
“Me impactó mucho ver a todos los diplomáticos y jefes de estado en las sesiones de las Naciones Unidas, me di cuenta que todos tenían la formación de abogados. Seguramente ya había algo en mi subconsciente, pues en toda mi familia había abogados”, expresó en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
La universidad
Además de su familia, otra de las personas que influyó mucho en su época joven, fue el maestro Guillermo Héctor Rodríguez que, al margen de sus actividades en la UNAM, según recuerda el doctor Tamayo y Salmorán, tenía un pequeño seminario en su casa en el cual se discutían diferentes autores y se redactaban artículos, por lo que ahí se dio cuenta que lo suyo era la investigación.
“Entré a la Facultad de Derecho en un momento absolutamente espectacular, en aquella época era una institución impresionante, llena de grandísimos maestros, que eran embajadores, autores, secretarios de estado, procuradores y ministros de la corte”.
Un parteaguas en la carrera de Rolando Tamayo fue cuando lo invitaron a ser profesor adjunto y derivado de eso lo invitaron a ser ayudante de investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en 1965, “desde entonces mi oficio ha sido investigar, más de 50 años siendo investigador. Aunque después de eso todavía realicé estudios de posgrado nunca dejé de investigar. Creo que la UNAM es la única verdadera institución de investigación, porque además de los seminarios de las facultades, hay 42 institutos exclusivamente de investigación”, dice con orgullo sobre su alma mater.
Para el catedrático, toda la oferta de investigación y cultura que ofrece la UNAM se debe, en parte, por sus más de 100 años de existencia. “Para mí significó mucho poder hacer una carrera en la universidad como la hice. Sin eso nunca hubiera podido hacer el diplomado en Estrasburgo, ni los doctorados en París”.
Se graduó con mención honorífica y obtuvo el mejor diploma de su generación en la licenciatura de derecho en la UNAM, lo que lo llevó a realizar dos doctorados en Francia y un posdoctorado en Oxford, Reino Unido, en el cual recibió un apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
“Nada de eso lo hubiera podido hacer sin lo que me dio la UNAM”, apunta.
Al respecto de qué es lo que más le gusta hacer, si investigar o impartir clases, el doctor afirma que no se le presentó tal dilema, "pero es cierto que a ciertos investigadores no les gusta dar clase, por varias razones como la carga de trabajo docente, muchas veces porque se piensa que son dos tareas muy distintas. En general, el investigador da clases, para mí no se desasocia, es más, los investigadores estamos ávidos por dar clase sobre todo después de trabajar en bibliotecas e investigaciones fuera del país”, señala el doctor en filosofía del derecho por la Universidad de París.
Su vocación por la enseñanza lo lleva a dar clases todos los fines de semana en universidades en el interior del país, además de las que imparte en la UNAM de forma cotidiana.
A pesar de todos los avances en materia de ciencias penales, dice el doctor Tamayo y Salmorán, “todavía falta mucho, pues muchas instituciones tienen carencias, pero por más investigación que se haga, se tienen que trasladar los resultados y esas son decisiones políticas", afirma.
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