Rubén Soto Acosta, contribución al desarrollo de antivirales contra el dengue y zika
Por Carmen Báez
Ciudad de México. 6 de marzo de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- En los últimos años, Rubén Soto Acosta ha centrado sus investigaciones en el tema de las enfermedades emergentes transmitidas por la picadura de mosquitos, logrando con ello importantes resultados para el campo de las ciencias biológicas y de la salud.
En 2016, el doctor en ciencias en infectómica y patogénesis molecular participó en el grupo de investigación —liderado por el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular del Centro Médico de la Universidad de Texas, Estados Unidos— que logró identificar más de 20 productos terapéuticos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), que disminuyen la infección por zika en células de hepatoma humano Huh7 hasta 90 por ciento. Dichos resultados generaron impacto debido al problema de salud pública mundial que representa el virus del Zika.
A finales de 2016, Rubén Soto Acosta fue reconocido con el Premio Arturo Rosenblueth en la categoría Ciencias Biológicas y de la Salud, esto por su trabajo de investigación de doctorado que demuestra que el colesterol es necesario para la replicación de la enfermedad del dengue e incluso para padecimientos como el zika. Se trata de la distinción académica más importante que otorga cada año el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
“Con este estudio se descubrió que con fármacos indicados para el colesterol, como lovastatina y atorvastatina, se inhibe la infección del dengue. Con estos resultados se solicitaron dos patentes y se tiene protocolo en Cofepris para iniciar estudios clínicos”, señaló el Cinvestav en un comunicado de prensa.
El investigador, de 32 años de edad, actualmente realiza una estancia posdoctoral en el Departamento de Bioquímica y Biología Molecular del Centro Médico de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, donde estudia aspectos relacionados con el virus del Zika.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el científico compartió que su amor por la ciencia se dio en sus primeros años de estudiante. Desde temprana edad desarrolló gusto por la química y biología, pero fue durante la licenciatura que se cautivó con la microbiología, pero especialmente por la virología.
“El gusto por la investigación lo adquirí durante el proyecto de maestría, donde decidí continuar con el doctorado y seguir el camino de la investigación”, comenta.
En este andar, el científico mexicano reconoce que la familia ha jugado un papel importante a lo largo de su carrera. “Mis padres fomentaron el gusto por el estudio y también fueron exigentes durante la educación básica. Creo que estos aspectos me proporcionaron las bases necesarias para sacar adelante los objetivos propuestos y dar el cien por ciento en todos los proyectos que he emprendido”, comparte.
Primeros años
Originario de Hidalgo del Parral, Chihuahua, la infancia de Rubén Soto Acosta transcurrió en pequeños pueblos mineros del estado de Sonora; primero en Lampazos, hoy, dice, es un lugar inhabitado porque la actividad minera en esa localidad se terminó. Posteriormente emigró hacia Cananea, donde finalizó sus estudios de primaria y secundaria.
Al concluir la preparatoria en su natal Chihuahua con la incertidumbre de no saber qué estudiar, se inclinó por la medicina, que cursó en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), pero que pronto abandonó para no estar lejos de su familia.
“Siempre he sido muy apegado a la familia: al verme lejos y en una experiencia diferente abandoné la carrera al terminar el primer semestre. Por lo tanto, decidí estudiar una carrera relacionada con aspectos biológicos e inicié los estudios de químico bacteriólogo parasitólogo en la Facultad de Ciencias Químicas en la Universidad Autónoma de Chihuahua, donde finalmente terminé la licenciatura”, recuerda.
Desde su perspectiva, en México el campo de trabajo de un químico bacteriólogo parasitólogo es aún reducido, las opciones más viables, dice, son conseguir una plaza en un hospital gubernamental, o bien abrir un laboratorio propio, y ninguna de ellas fue de su interés.
“En mi cabeza había una tercera opción más atractiva: la industria farmacéutica, pero la pregunta era ¿podría conseguir trabajo en la industria farmacéutica como QBP?, eso era poco probable. La siguiente opción era estudiar un posgrado en farmacología en el Cinvestav”, recuerda.
Al cabo del primer año de la maestría y durante una clase impartida por la doctora Rosa María del Ángel, del Departamento de Infectómica y Patogénesis Molecular del Cinvestav, se interesó nuevamente por las enfermedades infecciosas y la virología.
Premio Arturo Rosenblueth
Para obtener el grado de doctor en ciencias en infectómica y patogénesis molecular realizó una investigación que consistió en determinar si el colesterol es importante durante el proceso de la infección por dengue. Experimentos previos a su investigación, dice, sugerían que el colesterol presente en la superficie celular juega un importante papel para la entrada del virus del dengue.
“Caracterizar el incremento del colesterol, su papel en la infección por dengue y los mecanismos involucrados en dicho aumento abre las puertas para la búsqueda de posibles blancos terapéuticos con miras al tratamiento de la infección”, señala.
Si bien no existe una vacuna aprobada en el país contra el dengue, agrega, esta no genera una protección completa. Además de que su uso está restringido a personas adultas de ciertas regiones, no existe un tratamiento antiviral, por lo que los resultados de esta investigación “no solo inciden directamente en la descripción de los mecanismos celulares inducidos por el virus, sino que además identifica fármacos con potencial antiviral”.
La investigación de tesis, asesorada por la investigadora Rosa María del Ángel, fue merecedora del Premio Rosenblueth 2016.
Para el investigador y admirador del científico inglés y pionero de la vacuna contra la viruela, Edward Jenner, su principal motivación científica es integrar la ciencia básica con la ciencia aplicada, a través de la descripción de mecanismos, blancos terapéuticos y proteínas que puedan ser escalados a potenciales tratamientos antivirales.
Aunque de momento realiza investigación en el país vecino, Estados Unidos, Rubén Soto Acosta reconoce que entre sus planes se encuentra regresar a México con el fin de establecer un grupo de investigación y aportar conocimiento que contribuya a la ciencia mexicana, lo que considera “una manera de retribuir el gran apoyo que el país me ha brindado", concluye.
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