Claudia Treviño, la casualidad de encontrarse con la ciencia
Por Carmen Báez
Ciudad de México. 11 de octubre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Claudia Treviño Santa Cruz, investigadora del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señala la casualidad como la responsable de sus primeros acercamientos con la ciencia.
Junto a los doctores Alberto Darszon Israel y Takuya Nishigaki, la doctora en biología molecular por la Universidad de Nuevo México, Las Cruces, Estados Unidos, Claudia Treviño, forma parte del Consorcio de la Fisiología del Espermatozoide, proyecto que busca entender los parámetros que afectan la movilidad de los gametos masculinos y con ello comprender cómo ocurre la fecundación.
Claudia Treviño nació en 1963 en la Ciudad de México. Durante su adolescencia alternó sus actividades escolares con la venta de “chacharitas” para contribuir con los ingresos del hogar. Hoy miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), la científica asegura que su interés por la ciencia fue una casualidad.
“Todo empezó en la secundaria, tuve un excelente profesor de química y física. Recuerdo que empecé a interesarme por estas dos materias, aunque también me gustaban las matemáticas. En la preparatoria todo fue ya muy decisivo: mi maestra de química era muy buena y el de matemáticas no tanto”, rememora.
Claudia Treviño ingresó a la Facultad de Química de la UNAM con la idea de que una vez terminados sus estudios trabajaría en el sector industrial, pero Alicia Negrón Mendoza, su tutora de tesis, fue figura importante en su decisión por continuar con sus estudios de posgrado.
“Tenía la idea de terminar mi carrera y trabajar en la industria química, pero hice mi tesis de licenciatura con la doctora Alicia Negrón del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, quien me motivó a seguir estudiando y sembró en mí una especie de semilla que me orilló a seguir”, destaca.
Así entonces Claudia Treviño realizó la maestría y el doctorado en bioquímica en la Universidad Estatal de Nuevo México, en Estados Unidos, donde se le presentó un obstáculo, por primera vez en su vida, dice, tuvo que decidir entre continuar con su preparación profesional y luchar por sus derechos, o bien darse por vencida.
“En la universidad había muchas minorías, entonces se abrieron plazas que debían ser ocupadas por hispanos. Mi tutor de doctorado es de raza blanca y por muchos años había esperado por una plaza, lo que creó en él un poquito de resentimiento hacia mí que era su alumna hispana. Cuando se fue de esa universidad me dijo que debía empezar mi doctorado desde cero, me inconformé con las autoridades de la universidad y me permitieron dar un seminario para conocer mi versión y afortunadamente el jurado decidió que tenía suficiente investigación para doctorarme”, recuerda.
Una vez concluido el doctorado, Claudia Treviño regresó a México en 1992, con la inquietud de trabajar para la industria. Pronto se incorporó a los laboratorios Dupont, compañía encargada de fabricar pintura automotriz. Tras experimentar en el sector privado, decidió regresar a la investigación y realizar un posdoctorado en el Biozentrum en Frankfurt, Alemania.
“No quise dejar pasar la idea de trabajar en la industria, trabajé durante un año, creo que eso me demostró lo que realmente quería hacer. Tuve que tomar una decisión: renunciar a un trabajo en el que me iba bastante bien o regresar a la ciencia. Decidí irme a Alemania, y me gustó, me emocionó. Creo que lo mío es realmente estar en el laboratorio”, relata.
En 1995 regresó a México en busca de una oportunidad para hacer ciencia, pronto se incorporó al Instituto de Biotecnología de la UNAM, en el grupo del doctor Alberto Darszon Israel, Premio Nacional de las Ciencias y Artes 2009.
“Al terminar mi posdoctorado supe de la existencia del Instituto de Biotecnología, donde mandé mi documentación. Por haber estudiado química, bioquímica y desarrollarme en muchos campos, me sentí con la capacidad de estar en diferentes grupos de investigación. A diferencia de muchos otros investigadores, que tienen una línea de investigación definida, yo no la tenía. Mi currículo se presentó a un grupo de investigadores y el doctor Darszon me dio la oportunidad de incorporarme a su laboratorio, donde he formado mi carrera como científica”, comenta.
A más de 20 años de haberse incorporado al Instituto de Biotecnología de la UNAM, Claudia Treviño también se ha desempeñado como académica, actividad que considera gratificante.
“La interacción con los jóvenes, emocionarlos por la ciencia y motivarlos a que continúen con su carrera es, para mí, lo más satisfactorio. Por fortuna tengo contacto con todos los estudiantes que he tenido: sé dónde están y qué investigaciones están realizando”, dice.
Una vida después del laboratorio
Considerada a sí misma como una mujer que gusta de la aventura y los deportes extremos, la doctora Claudia Treviño Santa Cruz es amante de las flores: cultivar plantas en su jardín junto a su esposo es una de sus principales aficiones, pero que representa un reto si se toman en cuenta las condiciones climáticas del lugar donde radica.
“Me gusta mucho la jardinería, sembrar y cuidar mis plantas, afición que aprendí a través de mi esposo. Vivo en una zona alta de Cuernavaca, con un clima y vegetación boscosos e invertimos mucho tiempo en ver qué especies podrían adaptarse al clima, plantarlas y cuidarlas. También me gusta mucho salir al mar, nadar, bucear, subirme a los juegos mecánicos más increíbles que parezcan. Siempre me ha gustado el rafting y de joven hice paracaidismo”, comparte.
Respecto a las decisiones que tomó para convertirse en una investigadora exitosa, la doctora Claudia Treviño invita a los jóvenes a arriesgarse a hacer lo que deseen, aun cuando tengan la incertidumbre de si es o no la mejor decisión.
“No tengan miedo a equivocarse, yo cambié de área muchas veces y eso me permitió encontrar lo que realmente me gusta. Si nunca hubiera trabajado en la industria, quizá tendría una frustración al pensar que ese era mi destino. Se vale cambiar de opinión: si hay algo que les interesa, prueben y si comprueban que no les gusta, tomen una decisión a tiempo, es mejor que arrepentirse después”, expresa la investigadora.
Por último, agradece a quienes a pesar de las ausencias, aún la acompañan en el desarrollo de su carrera científica. “Para tener una carrera exitosa como investigador, uno necesita apoyo, estar en laboratorio implica muchísimas horas, no hay horarios, entonces la familia es muy importante. Cuando mi hija estaba pequeñita, mi mamá cuidó de ella como si fuera suya. Agradezco a mi hija por perdonar mis ausencias y también a mi esposo”, concluye la doctora Claudia Treviño Santa Cruz.
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