Dorothy Ruiz Martínez, una mexicana en la NASA
Por Verenise Sánchez
Ciudad de México. 5 de septiembre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Dorothy Ruiz Martínez nunca imaginó que sería científica, solo sabía que la apasionaban las estrellas; aunque el camino no fue fácil, siguió su pasión y actualmente es operadora de vuelo para la Estación Espacial Internacional de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés).
Dorothy nació en Estados Unidos pero creció en Matehuala, San Luis Potosí, hasta los 16 años. Su primer acercamiento con la ciencia y la tecnología fue confirmado con un evento sin precedentes: el accidente del transbordador Challenger.
“De niña me gustaba ver las estrellas desde la azotea de la casa de mis abuelos. Tenía mucha curiosidad por el espacio y sentía algo especial; sin embargo, no sabía que esto era necesariamente algo que quería hacer el resto de mi vida”.
Con emoción recordó que el 28 de enero de 1986, el curso de su vida cambió al ver en la televisión el accidente del transbordador Challenger. “Fue un momento clave en mi vida, pues en ese instante, todo pareció congelarse en el tiempo. Mi mente se llenó de preguntas: ¿cómo funciona un cohete?, ¿cómo va el hombre al espacio?, ¿por qué la explosión?”.
Dorothy era muy pequeña, bombardeó a sus familiares con estas preguntas, pero las respuestas que le dieron no la dejaron satisfecha y, desde entonces, decidió que ella las buscaría. “Ahí nació mi vocación por la exploración del espacio”.
En busca de su sueño
Por cuestiones familiares, al terminar la secundaria emigró a Houston, Texas, en Estados Unidos y el proceso de adaptación a la cultura, el idioma y a la sociedad de su nueva residencia no fue cosa sencilla.
“Tenía cierto nivel de inglés que me ayudaba a darme a entender, pero batallaba mucho para entender los cursos de la preparatoria, no necesariamente los de ciencia y matemáticas, ya que este es un lenguaje universal, pero los otros cursos sí requieren de un conocimiento de inglés avanzado”.
El hecho de no tener el nivel de inglés suficiente propició a que bajaran de nivel académico a Dorothy, pues “pensaban que, por el hecho de no dominar el inglés, no estaba al nivel académico que ellos requerían”.
“Eso lo hicieron bajo una decisión de prejuicio, basándose solamente en mi nivel de inglés y no en mis conocimientos. Ni siquiera me hicieron alguna prueba o examen para decidirlo, simplemente me bajaron de grado. A las pocas semanas, decidí protestar, porque en los cursos de matemáticas y ciencia, ya había visto todo eso, se me hacían muy aburridos y para mí era frustrante”.
Rememoró que pidió una entrevista con el director de la escuela y tuvo una charla muy honesta y franca. Pidió que la pusieran a prueba seis semanas en los cursos avanzados, en los que ella consideraba que estaba su nivel.
“Recuerdo que les dije algo así como que el hecho de no saber inglés no significaba que no tenía capacidad (…) En este sentido, me identifico con muchos paisanos que pasan por lo mismo en este país. Es muy triste pero algunas personas por ignorancia, piensan que por el hecho de venir de un país que ellos consideran ‘en vías de desarrollo’ y por no dominar el idioma, uno no tiene capacidad según sus estándares”.
Después de las seis semanas de prueba, se quedó en los cursos avanzados y, al concluir el curso escolar, se ganó el reconocimiento de sus compañeros y profesores. “Creo que a final de cuentas, muchas personas se sorprendieron, pues al principio subestimaron mis capacidades”.
Sus primeros pasos en la NASA
Al concluir sus estudios de nivel bachillerato, Dorothy tenía muchas dudas si debía estudiar astronomía, física o ingeniería aeroespacial. Hizo muchas preguntas a personas que se desempeñaban en estas áreas, pero al final todos le sugerían que siguiera sus pasiones.
Cuando ella reflexionaba sobre lo que más le apasionaba, siempre aparecía en su mente la noticia del accidente del transbordador Challenger, así que decidió estudiar ingeniería aeroespacial.
Al estudiar ingeniería aeroespacial, el lugar soñado para trabajar es la NASA, por lo tanto, Dorothy mandó una solicitud para hacer una pasantía en el programa de investigación académica Langley Aerospace Research Summer Scholars (LARSS), del Langley Research Center, de la NASA, ubicado en Virginia.
“Tuve muchas dudas de mi capacidad. No sabía si mandar la solicitud. Sin embargo, un buen amigo me ‘jaló’ las orejas y me dijo: ‘No tienes nada que perder’. Eso me animó y mandé la solicitud”.
Pasaron varios meses y Dorothy vivía con la incertidumbre de saber si la aceptarían o no. El día llegó, abrió la puerta y vio un sobre membretado de la NASA, su corazón latió fuerte y después casi dejó de latir cuando vio que era una carta de rechazo.
No obstante, unas semanas antes de que iniciara la pasantía, recibió otra carta donde le decían que, de los más de cuatro mil solicitantes, solamente habían aceptado a 200, y de esos afortunados, uno había rechazado la oferta y por eso la contactaban de último momento, para saber si todavía estaba interesada en hacer la pasantía.
“Al leer esto me dije: ‘Este no es un momento para hacerme la importante y decir que no, yo no soy plato de segunda mesa’. Así que no dejé pasar esta oportunidad y, en unas semanas, ya estaba ahí realizando mi sueño, era algo irreal estar al lado de mentes brillantes”.
Al entrar a la NASA todo fue un poco más sencillo, porque ahí “la capacidad y el liderazgo son tus boletos de entrada”. Así que a Ruiz Martínez no le costó mucho trabajo brillar.
Un día de trabajo en la NASA
En un día normal, llega a las ocho de la mañana, responde correos electrónicos y trabaja en sus proyectos asignados; en ocasiones, si hay tiempo, va a almorzar fuera del campus con sus colegas.
Pero en la NASA casi no hay días “normales” o quizás lo normal es trabajar a mil por hora, ya sea cubriendo simulacros, y asistir a varias juntas relacionadas con el sistema y las operaciones espaciales.
“También nos toca cubrir como operadores de vuelo los turnos en el centro de operaciones espaciales (Mission Control Center, MCC). Tenemos tres turnos diarios de nueve horas. Usualmente cubrimos una semana y un fin de semana de turnos al mes”.
“La Estación Internacional no descansa y, por lo tanto, nosotros en la base de control tampoco, siempre tenemos que resguardar el vehículo, a la tripulación y cerciorarnos de que nuestra misión sea exitosa. En ocasiones, un día ordinario se convierte en un día extraordinario y es cuando te das cuenta de la importancia del trabajo que realizas. Por lo general, no hay días normales, todo es muy dinámico”.
¿Qué hace un operador de vuelo?
Lo que hace Dorothy es operar desde la base de control de misiones espaciales en Houston. “Cada escritorio en la base representa un sistema de la Estación Espacial o de un vehículo espacial”.
Su sistema se llama ground control o control en tierra o de base y dicho sistema consiste en mantener conectada la base de control de misiones con el vehículo espacial, por medio de señal de satélite. “Además, somos la interfaz de todos los centros espaciales que colaboran con nosotros”.
Algunas cosas que realiza, además de verificar la integridad de la señal de satélite hasta la Estación Espacial, son resguardar el audio que va hasta el espacio y el video que llega, mandar video desde la Tierra hasta el espacio, recibir el video que baja desde la Estación Espacial, distribuirlo en la base de control y mandarlo a otros centros espaciales en el mundo, incluyendo a la comunidad científica de algunas universidades o centros de investigación.
Asimismo, Dorothy Ruiz Martínez también debe cerciorarse que las antenas en la Tierra manden señal hasta el satélite, entre muchas otras actividades.
Entre las diferentes diligencias que le toca realizar a la ingeniera, la que ha representado mayor reto es la capacitación de un astronauta en el sistema de propulsión del transbordador.
“¡Qué miedo y nervios! Aquí no existe margen de error, estás capacitando a una persona que algún día viajará al espacio y, por lo tanto, lo que le enseñas debe ser veraz y preciso, de ti depende su éxito y su vida”.
Una mujer con mucho temple
Por su trabajo, Dorothy no se puede dar el lujo de perder el control de sus emociones, aunque esté presenciando un momento crítico, debe mantener la calma para reaccionar de la manera adecuada.
“Perder el control de las emociones en la base de control de misiones espaciales es una debilidad y un reflejo de mal liderazgo. Uno debe afrontar los momentos difíciles con calma, con la cabeza fría y con estrategia para resolver la situación que se presenta”.
Destacó que uno de los valores en su trabajo es el liderazgo y el liderazgo en equipo. “Hay que saber liderar y saber ser seguidor al mismo tiempo; hay que saber trabajar en equipo contribuyendo al éxito y la edificación de los demás y de la misión”.
El liderazgo lo aprendió escuchando y observando a todas las personas que la rodean. En tanto que el temple lo obtiene de la parte espiritual, ya que a pesar de que se desenvuelve en el campo científico, reveló: “Creo en Dios y para mí es una fuerza de calma y tranquilidad”.
¿Y el transbordador Challenger?
Para Dorothy, el mayor logro alcanzado no es trabajar en la NASA ni capacitar a un astronauta, sino poder responder a las dudas que surgieron en su niñez respecto al transbordador Challenger.
“Después de certificarme como instructor de astronautas, un día recibí una evaluación positiva de un astronauta tras capacitarlo en mi sistema. Al terminar de leer su evaluación, lloré. No solamente por esas palabras tan positivas en mi evaluación sino porque en ese momento, me remonté a mi niñez, en el preciso momento cuando estaba parada frente al televisor, presenciando el accidente del Challenger”.
En ese instante, experimentó algo así como un viaje al pasado porque se dio cuenta que ya había encontrado todas las respuestas a sus preguntas de la niñez. “Fue un momento increíble. Ahí se cerró un capítulo importante en mi vida y se concretó uno de mis mayores logros profesionales”.
Emocionar a la niñez y la juventud
Tras esta experiencia, decidió que trataría de emocionar a los niños y jóvenes y hacerles saber que si tienen un interés, algo que realmente los emocione, que lo sigan, porque los sueños sí se pueden alcanzar. Por lo tanto, Dorothy Ruiz Martínez, además de su agotador trabajo en la NASA, también invierte mucho tiempo en hacer divulgación científica.
Para ella, la divulgación científica debe ser proyectada de manera simple, en el lenguaje de las personas, para acaparar la atención del público y despertar el interés de muchos jóvenes.
“Esto es algo muy importante que aprendí como capacitadora de astronautas, se nos pedía que explicáramos lo técnico en términos sencillos y fáciles de entender para mantener la atención y el interés de los oyentes”.
De hecho, los mismos astronautas piden que se les hable en un lenguaje simple, esto es algo que le ha dado grandes lecciones como: “Lo técnico déjalo para tu sistema y tu campo de investigación, pero si vas a divulgarlo entre personas que no son del campo, bájalo al nivel que lo entiendan”.
Otra de las grandes lecciones que le ha dejado la ciencia es que “en el campo de la ciencia y de la tecnología tienes que ser humilde siempre, con toda la gente, con los colegas, los estudiantes o con las personas que asisten a tus charlas”.
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