Eduardo Almeida Acosta: pionero de la psicología social
Por Dalia Patiño González
Puebla, Puebla. 14 de diciembre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- El doctor Eduardo Almeida Acosta, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel II, ha sido uno de los pioneros en México en el estudio de la psicología social. Su trabajo lo aplicó en comunidades rurales de Puebla y está basado en un modelo que concentra tres planteamientos básicos de acción: la psicología del reforzamiento, la atribución y el afecto.
Sus estudios, pero sobre todo su línea de acción en comunidades indígenas, específicamente en San Miguel Tzinacapan, ubicada en el municipio de Cuetzalan del Progreso, le valió reconocimientos nacionales e internacionales como el Internacional Humanitarian Award de la American Psychological Association en 2005, convirtiéndose en el primer mexicano en recibir esta distinción.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Almeida Acosta, quien actualmente se desempeña como catedrático-investigador de la Universidad Iberoamericana Puebla, reconoció que su formación como docente lo llevó al estudio de la psicología.
“Me di cuenta que muchos de los estudios que se estaban haciendo en educación tenían de base esta disciplina, eso me llevó a seguir estudiando y cuando ya tuve oportunidad hice un doctorado en psicología social y de la personalidad. Me hicieron la invitación y gané el concurso de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos para hacer el doctorado en 1971”.
Teoría de la Ecología de los Sistemas
El doctor Almeida recibió la influencia de uno de sus maestros, el doctor Urie Bronfenbrenner, a quien se le atribuye la teoría de la Ecología de los Sistemas, que plantea considerar las variables de los diferentes ambientes en el desarrollo del individuo, tomando en cuenta el aspecto cognitivo, moral y relacional.
A su regreso a México, el doctor Almeida Acosta tenía un propósito, la alfabetización eficaz en niños que cursaran el sexto año de primaria. Para obtener su grado como doctor implementó el modelo del doctor Bronfenbrenner en escuelas de la Ciudad de México.
“Yo quería que todos los niños supieran leer y escribir como una forma para desarrollar su capacidad de pensamiento. Con esta preocupación supe entonces de la experiencia que estaban desarrollando un grupo de jóvenes estudiantes de universidades privadas que buscaban trabajar en zonas indígenas. Al ver lo que estaban haciendo pensé que era una buena oportunidad de aplicar la ecología del desarrollo humano”.
Para implementar este modelo, el doctor Almeida Acosta orientó sus esfuerzos en tres pilares: la Teoría psicológica del Reforzamiento, vinculada a modelos adecuados en la formación de los niños, a fin de acceder a aprendizajes que les resultaran interesantes y que estos fueran tangibles.
Dr. Eduardo Almeida Acosta.“Aprendemos mucho más de lo que vemos, incluso más que con los castigos y recompensas. Por eso me preocupaba acompañarlos en los campamentos, estar cerca de ellos”.
El segundo fundamento fue la Atribución y plantea que lo que se piensa de uno mismo y de los demás sirve como un instrumento de formación.
“La atribución es precisamente desarrollar en el niño y la persona una visión positiva de él y de los demás seres humanos, atribuyéndole cualidades que incluso no tiene. Eso no le hace daño, darle más de lo que tiene, es decir, comentarle que es más inteligente de lo que parece, hacerle pensar que puede más, esa es la atribución”, explica el doctor Almeida.
Como último punto está lo que el especialista en psicología comunitaria considera como fundamental, el cariño y amor. Asegura que si faltan estos dos componentes los otros mecanismos de acción no serán efectivos, ya que aseguró, el mayor problema psicológico en un ser humano es precisamente la soledad.
“Si falta amor todo lo demás sale sobrando y creo que esa es la gran clave psicológica en la formación. Eso es la ecología del desarrollo humano, logar que haya buena recompensa y castigo de acuerdo a los comportamientos. Que haya modelos interesantes, que haya un pensamiento positivo del ser humano con respecto al otro y que haya mucho afecto”.
Contacto real en comunidades
Después de trabajar con aquel grupo de estudiantes con quienes inició un trabajo a favor de las comunidades indígenas de Puebla, en 1976 el doctor Almeida Acosta decidió instalarse en la comunidad de San Miguel Tzinacapan donde vivió durante 15 años, al lado de su esposa, la doctora María Eugenia Sánchez, quien fue una de aquellas estudiantes de sociología con la aún comparte no sólo la vida sino las ganas de realizar cambios sociales a partir de las acciones derivadas de sus conocimientos académicos.
“Me quedé 15 años viviendo en la Sierra en un pueblo indígena, conviviendo con ellos; de manera que lo que hacíamos nos llevaría tiempo. El objetivo era entrar en contacto real y juntos empezar a trasformar. La gran satisfacción, además del reto, fue hacer algo contra la opresión y despojo.”
El doctor Almeida Acosta destacó en su especialidad por el trabajo directo que hacía en comunidades rurales, contribuyendo a la formación de investigadores indígenas con apoyo de la ONG Proyecto de Animación y Desarrollo, AC (Prade).
Actualmente está por publicar el libro “Las veredas de la incertidumbre”, donde recupera sus experiencias de 30 años en comunidades indígenas. En 2014 también publicó el libro “Comunidad, interacción y utopía”, donde se realiza una reflexión teórica de la psicología comunitaria.
Almeida Acosta ha sido catedrático e investigador de la Universidad Autónoma de México (UNAM), así como de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
Finalmente, el doctor Almeida Acosta insiste: “no hemos creado un modelo para el cambio, sino una actitud. Para cambiar este país debemos meternos en el espesor de la vida. En la Sierra hacíamos cosas pequeñas, como introducir el agua potable con muy poco dinero, gran parte mi trabajo fue buscar financiamientos, pero también contribuir a una formación académica crítica, y eso de alguna forma generó un cambio”.
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