Los límites están en la mente: Manuel Valdez
Por Janneth Aldecoa
Culiacán, Sinaloa. 23 de mayo de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- A unos tres metros de distancia de Manuel Valdez Valenzuela descansa una perra raza labrador. Al primer grito de "¡Chevy!”, la perra se incorpora y mira fijamente a su amo. Es hora de emprender el camino. El can gira y espera una nueva orden de su dueño.
Manuel Valdez es un joven culiacanense, becario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en la maestría en administración estratégica, con énfasis en dirección y gestión empresarial, en la Facultad de Contabilidad y Administración de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), y actual responsable del Laboratorio de Cómputo del Centro de Atención Estudiantil (CAE).
A los 12 años de edad, especialistas le diagnosticaron leucemia mieloblástica. Tres años más tarde, cuando se encontraba por ingresar a preparatoria, comenzó a perder la visión debido las quimioterapias. Así surgió un reto.
Durante la adolescencia, su preocupación se enfocó en encontrar un bachillerato que le ofreciera las herramientas necesarias para entender el contenido de cada asignatura. Así ingresó en 2005 a la Preparatoria Central de la UAS, integrada al Programa de Apoyo a la Diversidad, que consiste en otorgar herramientas a jóvenes con algún tipo de discapacidad.
“Hasta entonces era la única preparatoria que, se sabía, daba esa atención a los alumnos en cuanto a lo académico. Quizá había apoyos para enseñar a integrarte, pero yo necesitaba que me explicaran trigonometría, física, química, mecánica; no que me ayudaran a hacer amigos o a llevarme bien en la escuela”, expresó.
Docentes en esa preparatoria comenzaban además el programa de tutorías. Los titulares de las materias se coordinaban para ofrecer atención a estudiantes con discapacidad mediante la elaboración de materiales en relieve.
“Utilizaban plastilina, fomi o hielo seco para representar el contenido de las materias y que al tocarlo, yo pudiera entenderlo. Era lo que esperaba y lo que necesitaba. Esas adecuaciones de materiales fueron muy útiles para que pudiera comprender lo que los maestros explicaban en la clase y una vez comprendiéndolo podían evaluarme”, comentó.
Al culminar la preparatoria, Manuel había adquirido la práctica necesaria, pues se apoyaba de un software que le permitía leer libros a través de una computadora. Sin embargo, temía que al ingresar a una carrera no encontrara las facilidades para entender cada asignatura.
Debido a su padecimiento aprendió a comer sano, así que decidió que la carrera que cursaría sería nutrición.
“Entré a la Escuela de Nutrición en la UAS. Tenía mucho miedo de no encontrar el apoyo que tenía en preparatoria. Le decía a los maestros que estudiaría una carrera, pero si continuaban apoyándome. Mi sorpresa fue que también tenían este programa de Atención a la Diversidad, es decir, que la UAS lo tenía también en el nivel licenciatura”, recordó.
Ese programa contaba con la coordinación entre docentes, alumnos y tutores para la adecuación de las herramientas necesarias para estudiantes con debilidad visual o ceguera.
“Hasta ese momento no era tanto material didáctico, sino más bibliografía: escanear, conseguir cosas en Internet, en PDF para que pudiera leerlo, era acceso a la información”.
Al intensificar el uso de la tecnología para el estudio, docentes de la UAS consideraron que el estudiante contaba con la experiencia y el conocimiento suficiente para compartirlo con los alumnos que se encontraban en condiciones similares de discapacidad visual, por lo que lo invitaron a impartir cursos los fines de semana. Enseñaba a otros jóvenes a utilizar un lector de pantalla, consultar el correo electrónico y a bajar información de Internet. Les dio herramientas para estudiar de manera independiente.
Las bondades de enseñar
“Desde entonces, la UAS estaba muy preocupada por atender a alumnos con discapacidad. Me contactaron para que diera esta capacitación al resto de los alumnos con discapacidad, me facilitaron un lugar, un espacio, y me traían cada vez más alumnos con discapacidad”, explica Manuel.
Conforme pasaban los días y las semanas, los alumnos mostraban cada vez más interés en la capacitación, pues adquirían independencia para estudiar o navegar en Internet.
Para entonces, logró que la institución les asignara salones y salas de usos múltiples, posteriormente les habilitaron un edificio cercano a la Biblioteca Central en Ciudad Universitaria y ahora, un año más tarde, cuentan con equipo como laptop con sistema braille, mouse especial para personas con discapacidad motriz y computadoras con el software NVDA, que consisten en un lector de pantalla que permite al usuario utilizar una computadora. Esta lee el texto en la pantalla y permite controlar lo que se lee moviendo el cursor al área de texto.
Se trata del Laboratorio de Cómputo del Centro de Atención Estudiantil del que es responsable. Inicialmente capacitaba a cuatro estudiantes, ahora orienta a casi 50 alumnos en todo el estado.
“Me traslado a Mazatlán y Los Mochis para atender a estudiantes. Ahorita la mayoría son de preparatoria, pero todos llegan a una licenciatura”.
Debido a esta apertura a jóvenes con discapacidad visual, han arribado a la institución estudiantes de otras entidades del país, entre ellas Nuevo León, Oaxaca, Veracruz y Guerrero.
“Hemos recibido alumnos de fuera del estado, que han venido a estudiar a Sinaloa la preparatoria o una licenciatura. Los atendemos porque se han enterado de que aquí hay apoyo para ellos, la atención que necesitan. Deciden abandonar sus lugares de origen para estudiar aquí en la UAS”.
El software es gratuito, de código abierto. Se instala en cualquier computadora del sistema operativo Windows y verbaliza las actividades que suceden en pantalla, de modo que un usuario con ceguera puede escuchar lo que está haciendo: si abre una ventana, lo que escribe en un documento, etcétera.
“Les dije (a autoridades en la UAS) que esto que hacía yo, podían hacerlo otros, pero también fue por interés de ellos. Veían que yo no batallaba, que salía adelante, y les interesó que ayudara al resto. Fue interés de ambas partes”.
Actualmente el laboratorio cuenta con 12 computadoras con el software instalado y herramientas adicionales para la navegación en Internet: diadema, mouse y micrófono.
Manuel señaló que también capacita a docentes en el manejo del software, debido a que anteriormente algunos profesores se negaban a recibir estudiantes con ceguera por no saber cómo explicarles la clase.
“El programa también capacita a los profesores. Antes les cerraban las puertas a los alumnos porque no sabían cómo enseñarles. Ahora, con el software, les abren las puertas. Recientemente estuve en una capacitación con 15 responsables del centro de cómputo de la zona centro-norte, en Guamúchil. Capacité en el uso básico del lector de pantalla para que puedan atender a los alumnos con discapacidad”.
Manuel planea culminar la maestría en negocios, generar empresas que promuevan la alimentación saludable y crear empleos para personas con discapacidad.
“Mi mensaje es para los jóvenes que tienen una discapacidad, ya sea auditiva, visual, motriz o intelectual; que luchen por sus sueños, que no dejen de estudiar, que estudien lo más que puedan. En la UAS hay un espacio para ellos. Los límites están en la mente”.
Chevy, su fiel compañía
Siempre acompañado de Chevy, Manuel dice que conforme su ceguera avanzó, requería del uso de un bordón. Al principio le resultó difícil adaptarse, pues una calle o banqueta con desniveles, o bien un hoyo en su camino, representaban un gran obstáculo que no detectaba el instrumento.
Más tarde postuló a Leader Dog for the Blind, organización sin fines de lucro, ubicada en Michigan, Estados Unidos. Y así, hace tres años llegó Chevy a su vida.
Durante poco más de tres semanas, Manuel debió recibir una capacitación a fin de que aprendiera a desplazarse en cualquier sitio: en la ciudad, en zonas rurales, de día y de noche. Debió aprender a incorporar al perro guía en su rutina diaria, así como lo necesario para el cuidado del animal. Luego de cerca de 26 días de entrenamiento, recibió a Chevy de manera gratuita.
“Fui a Michigan por Chevy. La organización me la entregó sin costo alguno, prácticamente a quien entrenaron fue a mí para aprender a conducirme con ella. Es una perrita entrenada, tengo tres años con ella. Es mi guía y me acompaña siempre”.
Esta obra cuyo autor es Agencia Informativa Conacyt está bajo una licencia de Reconocimiento 4.0 Internacional de Creative Commons.