José Morones, el apasionado de la química
Por Francisco Torres
Monterrey, Nuevo León. 17 de junio de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Para llegar a la oficina del doctor en ciencias por la Universidad de Texas, José Morones, hay que atravesar un espacioso laboratorio, acostumbrarse a su peculiar olor y sortear el camino entre probetas, tubos de ensayo y las batas de algunos de sus alumnos. Por eso, la frase de “vive y respira ciencia” es más que acertada para su profesión.
José Rubén Morones Ramírez es miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), imparte clases en la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), además de ser el director del Centro de Investigación en Biotecnología y Nanotoxicología de la UANL, ubicado en el Parque de Investigación e Innovación Tecnológica (PIIT).
“Mi interés por la investigación nace desde muy pequeño, debido a que mi papá es doctor en física. Él siempre me fue guiando por este camino. Pero formalmente es hasta los últimos semestres de la carrera, cuando muchos de mis compañeros pensaban en la industria, yo pensaba en entrar a un posgrado en biotecnología”.
La pasión por indagar se relaciona con los aspectos técnicos que siempre le han interesado, pero la base de todo su proceso radica en el gusto por resolver problemas. Y precisamente fue esto lo que lo llevó a formarse en posgrados, para volverse experto en el campo que deseaba.
“Hice un verano de ciencia con la Academia Mexicana de Ciencias. Me fui a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) en la Ciudad de México, donde estuve con el doctor Gustavo Fuentes. Ahí realicé investigación, y me gustaba mucho estar en el laboratorio, probar cosas que nadie había hecho. Tenía 19 años, entonces esa experiencia fue uno de los primeros contactos”.
De entre todas las ciencias, la química
“Hice la secundaria en Estados Unidos porque mi papá se fue a hacer su doctorado en la Universidad de Carolina del Sur, y ahí tuve al mejor profesor de química. Me encantaba ese mundo, poder ver dos reactivos y, por medio de simbología, ver qué te iba a dar, tomando en cuenta las relaciones, las fuerzas, el comportamiento, además de balancear todo”.
Al regresar de su experiencia en el país del norte, José Morones ingresó a una preparatoria en la ciudad de Monterrey, etapa en que pudo ganar el estatal de química, mismo que lo calificó para el nacional de la materia que, aunque no logró el triunfo, contó con una destacada participación.
“Tuve como un semestre y medio donde recibía muchas clases de química, cosa que me hizo confirmar mi pasión por la materia. Eso, aunado a que me gusta resolver problemas, me hizo ingresar a estudiar ingeniería química en la Universidad Autónoma de Nuevo León”.
Viaje en carretera… para elegir universidad
“Mi papás siempre me empujaron a seguir estudiando, de hecho me hacían análisis: ‘Mira, con una beca Conacyt vas a ganar lo mismo que aquí, va a ser una gran experiencia’. Entonces recuerdo que conseguí la beca por parte de Conacyt para irme a estudiar a la Universidad de Texas en Austin”.
Sin embargo, la opción de ingresar a la institución del estado de Texas no fue la única que pasó por su mente. Varios programas le llamaban la atención por la calidad en el programa con que contaban. Así que fue con un método muy peculiar con el que tomó una decisión.
“En octavo semestre de mi carrera nos fuimos de vacaciones a un viaje por carretera. Recorrimos todas las universidades del sur de Estados Unidos, pasando por Texas A&M, la Universidad de Texas, la Universidad de Luisiana, la Universidad de Miami, entre otras. Me entrevistaba con profesores e indagaba sobre las instituciones. Pero me decidí por la de Texas porque es el programa de ingeniería química número del país, además de que está muy cerca”.
Tan lejos y tan cerca
Estudiar un posgrado en el extranjero hizo al doctor José Morones descubrir otras formas de pensar, de opinar y, sobre todo, de hacer ciencia.
“En la cuestión cultural, el cambio fue radical. Aunque seamos sus vecinos, las formas pueden ser muy distintas allá. Irte a estudiar al extranjero te da una experiencia distinta, algo que permite desarrollarte con éxito, así como compartir conocimientos con otra gente”.
La Universidad de Texas le expidió su título de maestría, así como de doctor en ciencias, pero la academia no terminaría ahí para José Morones.
Posdoctorado en Harvard
“Tuve después una estancia posdoctoral en Harvard, donde trabajé con el doctor James Collins. Él era profesor en la Universidad de Boston, pero tenía una adscripción a la Universidad de Harvard con el Instituto Wyss. En ese entonces, comenzó a trabajar con el Instituto Médico Howard Hughes, y yo entré con él”.
La colaboración con la Universidad de Harvard consistía en que la institución facilitaba el inmobiliario científico al Instituto Howard Hughes para llevar a cabo los proyectos necesarios.
Esta experiencia académica, realizando lo que siempre soñó, le sentó las bases para sus futuras investigaciones, clases, anécdotas... y hasta chistes. Hoy, con bata como vestuario y microscopios a manera de escenografía, el químico parece presentar todos los días la obra José Morones, el apasionado de la química.
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