Carlos Javier Fernández García: el inventor de la MasaRoca
Por Yureli Cacho Carranza
México, D.F. 3 de septiembre de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Al sur de la ciudad de México, en la delegación Coyoacán, se encuentra la casa y el taller del inventor y escultor mexicano Carlos Javier Fernández García, dos veces postulante al Premio Nacional de Ciencias y Artes (2000 y 2002).
En el fondo del jardín de mediana proporción, una enorme y hermosa figura que simula un original anillo de compromiso adorna el camino de piedra característico de la colonia Del Carmen donde se sitúa su taller.
Detrás del gran anillo, otra de las esculturas monumentales de Carlos Fernández que culmina con una pequeña efigie mirando hacia el firmamento da vida a este espacio colonial, y entre materiales de construcción, costales, muebles y libreros de madera fina, el escultor invita a tomar asiento alrededor de una gran mesa de madera rústica a la vez que apaga su cigarrillo.
A sus 56 años de edad, Carlos Javier Fernández García ha sido candidato mexicano a la medalla de oro de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) en 2002 por la invención de la tecnología MasaRoca en cuyo desarrollo participó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
“Conacyt apoyó desde el origen esta tecnoindustria en 1993 y años después, en 1997, muchas de las pruebas que son muy costosas para verificar la calidad y resistencia de MasaRoca derivaron del financiamiento del Conacyt. El papel del Conacyt ha sido muy relevante en mi desarrollo porque cuando he tocado las puertas, me las ha abierto", expresó.
Aunque es poco proclive a los detalles, permite conocer algunas de sus particularidades. Carlos Fernández se define a sí mismo como escultor e inventor de las tecnologías conocidas como MasaRoca porque considera que esta invención es lo que mayormente le ha dado sentido a su vida, tanto de manera personal y también como ciudadano, por la importante contribución que sus productos han significado para el país, lo cual lo hace sentir muy orgulloso y satisfecho.
A Carlos Fernández le apasionan la escultura, las artes, la tecnología y la ciencia; sobre esta última opina que es un motor de desarrollo en el que se tiene que invertir más y considera que en México debería existir mayor apoyo para el progreso porque muchas veces el camino se dificulta por los trámites tan engorrosos que existen en casi todos los ámbitos del país.
“No es posible por ejemplo que patentar una creación constituya una labor titánica en México cuando una vez que se obtiene en un país, el camino resulta más fácil para obtenerla en otros. En cambio, las marcas están más protegidas que las patentes, la legislación mexicana que protege las marcas es mejor, ‘tiene más dientes’ y registrar una marca no es tan complicado como una patente cuyo proceso lleva muchos años, demasiada inversión y un excesivo esfuerzo. Por lo tanto, ambas legislaciones deberían contar con los 'dientes' (sic) necesarios", aludió.
Si en el país se corrigiera esta situación, dijo, México podría estar exportando tecnología, y a los inventores mexicanos independientes no les representaría tanto trabajo obtener patentes internacionales cuyos costos además son impresionantes.
El mayor gusto y afición para Carlos Fernández lo constituyen todas las artes y, sobre todo, la escultura monumental en la que es especialista. "Somos tridimensionales, el plano no existe mas que en nuestra imaginación, y la escultura es el puente entre la imaginación y la realidad material". Materializar sus ideas y poder transmitirlas al público es lo que más disfruta de su profesión.
Le gustaría poder dejar de preocuparse por cosas o situaciones que en realidad no son tan trascendentes. Su familia, conformada por su esposa y sus tres hijos, además de sus amigos, es su mayor satisfacción. De no haber sido escultor e inventor, le habría gustado ser matador de toros.
La opinión que tiene sobre México es que, como mencionó anteriormente, hay mucho por trabajar pero también mucho que disfrutar y descubrir. Una de sus metas en el sentido de los cambios que él considera necesarios para el país es la transformación de las viviendas marginales (es decir, muy pobres) en viviendas dignas y seguras, proyecto en el que se encuentra trabajando.
Al respecto comparte una anécdota: "Cuando iniciamos el programa de dignificación de vivienda marginal nos dimos cuenta que para los habitantes de esas zonas los cochinitos en realidad eran un ahorro para emergencias. Sin embargo, por salubridad no debían compartir con ellos el área que les habían acondicionado. No obstante, tampoco tenían espacio suficiente para hacer chiqueros salubres. Debido a la reticencia de la gente de desprenderse de sus puerquitos, se convocó a una junta para que un médico les explicara sobre los riesgos sanitarios y se les dijo que vendiendo sus animales, los recursos podían utilizarse para beneficio de los niños por ejemplo. Finalmente accedieron a que un carnicero les comprara los cerdos y la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca del estado de Veracruz les donó borregos que se adaptaban a su terreno pero sin contaminar".
Al escultor le motiva la creatividad y lo desmotiva el abuso hacia los más débiles. Como hombre de pocas palabras, concluyó comentando que no tolera el mal empleo de una ‘bandera’ o causa noble y justa para intereses mezquinos.
La creación de la tecnología MasaRoca posee la categoría de supermaterial debido a las propiedades de alta resistencia que la distinguen de otros elementos que usualmente se utilizan tanto en la industria de la construcción, como de la ingeniería y acuicultura, entre otras. Más información.
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