Tras la mente de un emprendedor
Por Tania Robles
México, DF. 7 de octubre de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Comenzar y mantener un negocio nunca es fácil, requiere de mucho esfuerzo, estudio y habilidades; sin embargo, Roberto Saint Martín, un joven ingeniero mexicano, ha decidido cambiar la educación en México. Su búsqueda incansable por mejorar el mundo le permite cada día despertar con entusiasmo y nuevas ideas para demostrar que este puede cambiar positivamente.
En el mundo que se vive en la actualidad, totalmente globalizado, los modelos educativos que usualmente se emplean para instruir a los niños son del pasado. Bajo esta idea se expresa Saint Martín, positivo ante la idea de que pronto la educación a nivel mundial cambie.
“Hemos valorado durante mucho tiempo el cuánto sabes, cuántas capitales te sabes de memoria y cuánto has estudiado, todo es la academia. Pero como sociedad estamos por darnos cuenta del gran valor que tiene no solo el saber, sino el hacer, el cuánto puedes hacer con lo que sabes y el ser”, expresó Saint Martín, actual director general de la empresa tecnológica RobotiX.
El trabajo de este emprendedor está dirigido a que más niños puedan tener un despertar en su curiosidad al aprendizaje y la confianza en ellos mismos, busca generar más mexicanos emocionados por el futuro y lo que pueden hacer con él, con la capacidad de plantearse y alcanzar metas.
La inspiración y el inicio
Roberto Saint Martín, criado bajo esquemas educativos activos, aprendió desde pequeño que el conocimiento se obtenía de manera divertida, y dado que siempre tuvo facilidad y gusto por las matemáticas y la geometría, no sería difícil percibir en él una personalidad creativa.
Por eso siempre fue incentivado a crear y realizar numerosas actividades para estimular su curiosidad y mente. De la misma forma que continuó su camino por el bachillerato en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), institución que, por su alto rendimiento académico, lo becó hasta que concluyó su licenciatura en Ingeniería en Mecatrónica.
“Era el típico estudiante que llegaba a las 7 de la mañana y se iba a las 10 de la noche cuando apagaban la luz y, como siempre, también estuve en mil cosas, como en el taller de creación literaria, de cine, dibujo, escultura, natación, gimnasio, esgrima, en asociaciones estudiantiles, en modelos de las Naciones Unidas y otras cosas”, cuenta entusiasmado.
No obstante, como toda persona ambiciosa y creativa, encontrar una carrera y perfil profesional que seguir no fue fácil. Su decisión de estudiar Ingeniería en Mecatrónica no estaba considerada antes de que el Tecnológico de Monterrey le ofreciera una beca de 90 por ciento. Su pasión por las matemáticas, el bien común y su lado creativo artístico le indicaban tres posibles caminos: el derecho internacional, la arquitectura o la física, “en particular mi sueño era dedicarme a algo muy teórico y me imaginaba muy feliz con ecuaciones porque siempre me han gustado mucho las matemáticas, lo encuentro como algo extremadamente estético y perfecto en la forma de describir matemáticamente una expresión”, dijo.
Ya en la licenciatura, Saint Martín junto con otros dos compañeros, Ricardo Correa y Samuel Beutelspacher, también estudiantes de Ingeniería en Mecatrónica, tuvieron la idea de generar cursos de robótica para compañeros que como ellos, no encontraban un espacio eficaz en el que se educara a los jóvenes que iban comenzando su carrera, “en ingeniería pasa algo que le pasó a muchas personas. Los primeros semestres nada más hay matemáticas, física, electrónica, etcétera. Cuando vas en octavo semestre te das cuenta de que no sabes nada más que los conocimientos básicos”, comentó.
Fue entonces que la idea de RobotiX surgió como la posibilidad de ofrecer cursos de robótica para que la gente de primeros semestres o con conocimientos muy avanzados pudiera involucrarse en la tecnología de una manera sencilla y atractiva para cualquier edad y persona. Al pasar el tiempo, las clases ya no solo estaban pobladas de estudiantes de ingeniería, sino también de estudiantes de diseño gráfico, diseño industrial, y hasta llegaron a ofrecer cursos de robótica en el Centro Nacional de las Artes a escultores o artistas para enseñarles a implementar tecnología que les permitiera que sus piezas se movieran.
Para este punto, los fundadores de RobotiX ya habían descubierto un nuevo mercado e interés en la gente por la tecnología, entonces fue que decidieron emprender y llevar sus cursos a secundarias y primarias. De esta manera se fue formando el método de trabajo con niños, que tiene como objetivo generar interés en la tecnología desde muy temprana edad. Además de empoderar a las nuevas generaciones por medio de la ciencia aplicada ofrecida como juegos y diversión, crea herramientas de vida en los pequeños y los desarrolla emocionalmente para potenciarlos como seres humanos de una nueva generación amigable con el futuro.
Creatividad y bienestar: RobotiX
Roberto Saint Martín tiene un lazo inquebrantable con RobotiX y un compromiso social, pues afirma que parte de la educación que reciben sus alumnos está centrada en la creación de niños y jóvenes emprendedores para generar que, cuando los mismos crezcan, la experiencia forme parte de su persona y logren tener éxito en sus decisiones.
Esto le ha merecido a la empresa que encabeza haber sido elegida a finales de 2014 por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) para dirigir la enseñanza de la robótica en los Puntos México Conectado (PMC), proyecto de la misma secretaría que busca la inclusión tecnológica y educativa de toda la población mexicana en sus 32 centros estatales.
RobotiX ha capacitado a 64 facilitadores de los PCM para la impartición de clases de robótica de forma gratuita. “Hemos visto cómo desde corta edad las personas se entusiasman no solo con la ciencia y la tecnología, sino en encontrar en la robótica un lugar en el que se identifican y en donde además descubren nuevos potenciales en ellos mismos”, comentó.
El objetivo de RobotiX es trabajar desde ahora con los niños y jóvenes de México para hacer que la población esté mucho más empoderada y tenga más capacidades para 2030, tiempo para el cual sus alumnos se habrán convertido en adultos. Intenta generar un sentido de pertenencia entre los mexicanos e hispanos, de hacer entender que todos tienen el mismo potencial que los demás países, incluso los más desarrollados, y que se puede tener generaciones competitivas que colaboren a crear económicamente una sociedad más productiva.
Para esto, Saint Martín también creó la Fundación RobotiX, cuya tarea se centra en la difusión de la tecnología y la robótica, el apoyo económico a niños talento y a grupos vulnerables, a la promoción de la robótica entre el género femenino y a la búsqueda de fondos para lograr otorgar becas en escuelas públicas y llevar la robótica y computación a los salones de clases, para esto se trabaja de la mano con el Consulado de San José, California, y se busca el apoyo de Fundación Telefónica.
Además de RobotiX
A pesar de la increíble compenetración que Saint Martín tiene con RobotiX, también se toma el tiempo para realizar una vida aparte, “sigo trabajando en muchos proyectos, todos los domingos voy a dibujar, tengo un grupo eventual de escritura y busco un equilibrio para hacer ejercicio, estar con mis amigos y con las personas que amo. Para mí, ese equilibrio es hacia donde quiero ir en el futuro” contó.
En 2014, Roberto Saint Martín asistió a Singularity University, un grupo educativo en Silicon Valley ubicado en las instalaciones de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), fundada por Peter Diamandis, director de la Fundación X Prize, y por Ray Kurzweil, director de ingeniería en Google. Singularity University busca estudiar el efecto de las tecnologías exponenciales en la sociedad, es decir, las tecnologías que se duplican cada año en su potencial, como computación, biotecnología, nanotecnología, robótica o inteligencia, para ver cómo pueden ayudar en los grandes problemas del mundo, como son el agua, la educación, la pobreza, la inseguridad.
Las ideas en la mente de Saint Martín nunca terminan. “Asistir a Singularity University me impactó mucho, fue increíble estar en la NASA y todas las experiencias que viví; aprendes mucho sobre las necesidades del mundo. Tengo desde entonces un abanico como de diez proyectos en la cabeza”, añadió.
Su ingenio nunca se detiene, pues afirma que para él existe un campo enorme de cosas que se necesita mejoren en México, Latinoamérica y el mundo. “Hacia todos lados hay oportunidades porque hacia todos lados hay necesidades. La verdad soy uno de esos locos entusiasmados que buscan siempre qué se puede hacer y las dificultades que eso implica”, concluyó.
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