Enrique Galindo Fentanes, un cazador de microbios
Por Carmen Báez
México, DF. 21 de enero de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- La vida del doctor en Biotecnología por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Galindo Fentanes, podría resumirse en una palabra: éxito. No obstante, detrás de cada logro del investigador hay un largo camino de trabajo y perseverancia, un rasgo que heredó de su padre y de su abuelo.
Originario de la ciudad de México, Galindo Fentanes es un apasionado de la astronomía, cinéfilo, divulgador científico, emprendedor, sobre todo, es un cazador de microbios y por medio de la biotecnología y el estudio de los microorganismos desarrolla nuevos productos tecnológicos útiles para el sector agroalimentario.
Merecedor de múltiples reconocimientos por su labor científica, el especialista, quien reside en Cuernavaca, Morelos, recibió en 2015 el Premio Nacional de Ciencias y Artes (categoría Tecnología, Innovación y Diseño), galardón que se otorga a quienes con sus aportaciones contribuyen al crecimiento científico y cultural de México.
Con el carisma que lo caracteriza, asegura que este galardón es también un reconocimiento a un gran número de personas e instituciones que lo han acompañado durante años en sus muchas aventuras científicas y tecnológicas.
En la actualidad Galindo Fentanes es un reconocido científico en el área de la Biotecnología en México y en diferentes partes del mundo. En más de una ocasión ha recibido méritos internacionales. El más reciente fue el Premio Innovadores de América 2014, por el desarrollo de un biofungicida para el control de enfermedades producidas por hongos en árboles frutales.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt compartió su historia de éxito, sus motivaciones, así como los principales eventos que lo encaminaron al quehacer científico y tecnológico.
Entre la disyuntiva y el origen de una vocación
Fue gracias a las actividades recreativas iniciadas por su padre Enrique Galindo Alonso, que el investigador se encontró con el primer evento científico que lo marcó de por vida; su progenitor lo llevó a conocer el Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla y más tarde a presenciar un eclipse solar en Oaxaca. Ambos eventos concluyeron en la decisión de estudiar Astronomía.
No obstante, con el libro Los cazadores de microbios —autoría del científico y novelista estadounidense Paul de Kruif—, obsequio también de su padre, el nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) encontró su vocación cuando apenas cursaba la secundaria. Cautivado por las historias de Anton van Leeuwenhoek y Louis Pasteur, entre otros, se propuso seguir los pasos de los pioneros en el estudio de los microorganismos.
“De alguna manera en aquel tiempo (cuando era un niño) al leer el libro me dije: ‘Cuando sea grande, yo quiero ser cazador de microbios’. De hecho, cuando tuve que decidir qué carrera estudiar, estuve en la disyuntiva entre ingeniería bioquímica o astronomía. Afortunadamente se me han cumplido los sueños. Tengo un telescopio y participo en observaciones nocturnas, y también me dedico a cazar microbios y usarlos para crear productos útiles para la sociedad, que resuelven un problema”, comenta.
Para convertirse en biotecnólogo, decidió finalmente estudiar Ingeniería Química en la Universidad Autónoma de Puebla, carrera que describe como extraordinaria por las sólidas bases que proporciona y lo versátil que es. Más tarde, en 1989, obtuvo el grado de doctor en Biotecnología en la UNAM, esto después de obtener el grado de maestro en Investigación Biomédica Básica en 1983, en la misma casa de estudios.
Leobardo Serrano Carreón, Carlos Peña Malacara y Celia Flores Ocampo, estudian y cultivan microorganismos en fermentadores para desarrollar tecnologías que su grupo ha patentado, escalado y algunos de los productos resultantes han sido probados a nivel comercial.
Desde hace varios años sus principales áreas de investigación han sido la Ingeniería y Tecnología de Bioprocesos. En conjunto con su grupo de colaboradores más cercanos, los doctoresNo conforme, el actual secretario de Vinculación del Instituto de Biotecnología (IBt) decidió transitar del laboratorio al mundo de las empresas con la creación de la spin-off Agro&Biotecnia, misma que le permitió escalar la producción del fungicida biológico y comercializarlo en 2012.
Junto a un grupo de científicos emprendedores del Campus Morelos de la UNAM, formó la Asociación de Innovadores Universitarios con la idea de fomentar una cultura de emprendimiento entre la comunidad científica, así como consolidar proyectos que tengan un impacto social y comercial y que permitan el desarrollo del país en diversas áreas.
Divulgación científica como deber moral
Con 84 trabajos de divulgación, incluyendo la edición de seis libros, el científico adoptó como filosofía dar a conocer al público, en un lenguaje no especializado, la importancia del quehacer científico y experimental, acto que le ha permitido ser partícipe de diversos proyectos de divulgación científica. Actualmente es editor de la revista Biotecnología en Movimiento, y fundó y coordinó por varios años la sección “La ciencia desde Morelos para el mundo” en un periódico local de Cuernavaca.
Respecto a quién le dedica el máximo galardón otorgado por el Estado mexicano, sin pensarlo demasiado agrega: “Represento a un colectivo de muchos estudiantes y de un buen número de académicos que han colaborado conmigo durante casi 35 años y le dedico este premio a quienes lo hicieron posible, por un lado, a mis coautores anónimos (mi esposa e hijos) y a mis colaboradores cercanos, al IBt y desde luego a la UNAM, una institución que me ha cobijado y me ha permitido crecer. He tenido el privilegio de compartir por más de tres décadas con colegas de primera línea, profesionales con mucho talento y alto nivel. Pero primero, se lo debo dedicar a quienes pagan impuestos y, por lo tanto, permiten financiar nuestros proyectos. Con nuestro granito de arena contribuimos con lo que nos corresponde, generando conocimiento y produciendo tecnologías, para hacer de México un mejor país y que nos harán tener una vida mejor y más satisfactoria”, continúa.
Nuevos proyectos
Este año el grupo de investigación del doctor Galindo Fentanes iniciará un proyecto multidisciplinario financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que pretende desarrollar invernaderos inteligentes en los que sea posible controlar las condiciones ambientales (luz solar, temperatura, humedad y demás), usando nuevos agentes de control biológico, lo que permitirá producir más eficientemente hortalizas de alta calidad y sin residuos de pesticidas.
Desde 1984, el también miembro regular de las academias de Ciencias y de Ingeniería radica en Cuernavaca, donde fue partícipe de la fundación del Instituto de Biotecnología de la UNAM. En la actualidad divide su tiempo en la investigación, la formación de recursos humanos, la divulgación de la ciencia y sus principales aficiones: el cine y la astronomía.
Premios y distinciones Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos en 1989 |
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