Leonel Cota: 40 años de investigación y docencia en física
Por Karla Navarro
Ensenada, Baja California. 6 de mayo de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Con un respaldo de más de 40 años de experiencia, Leonel Cota Araiza, investigador del Centro de Nanociencias y Nanotecnología (Cnyn) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha llegado a la conclusión de que la aportación más significativa de la física es enseñar a los estudiantes a pensar.
“La habilidad más importante que uno aprende es a pensar porque hay que resolver un chorro de problemas, entonces los problemas de matemáticas y de física son de pensar, de razonar, de buscar soluciones y en la investigación es lo que uno hace, estar buscando soluciones a problemas”, comenta en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
A 43 años del inicio de su carrera como investigador, manifiesta su satisfacción por recibir un salario a cambio de hacer lo que le apasiona, pues a pesar de que durante su formación universitaria como estudiante de la carrera de física en la Facultad de Ciencias de la UNAM era constantemente cuestionado sobre sus planes para incursionar en el campo laboral, nunca se preocupó por eso.
Considera la física como una carrera noble, ya que brinda a los estudiantes las herramientas necesarias para desenvolverse en áreas muy diversas, desde la astronomía hasta las ciencias de la Tierra.
“Hay una circunstancia detrás de todo esto y es que en la carrera de física se adquieren conocimientos básicos muy importantes que son matemáticas y física, y otra característica de la carrera es que tienes que aprender inglés”, apunta.
Interés y curiosidad científica
Leonel Cota es originario de Tijuana y procedente de una familia humilde, a lo que atribuye que toda su educación fue en escuelas públicas, pero recuerda de forma especial el plantel donde cursó la secundaria y preparatoria.
“Tuve contacto con profesores españoles y en la secundaria tenía un profesor de geografía que era doctor en filosofía y en la preparatoria tuve una maestra de química que tenía una maestría y había estado trabajando en laboratorios de investigación, era una persona muy experimentada”, relata.
Recuerda que en aquel entonces, en la década de 1960, no imaginaba siquiera que había carreras académicas, pero al terminar los estudios de preparatoria su maestra de química habló con él y algunos de sus compañeros y les sugirió que ingresaran a la carrera de física.
Cuando conoció el plan de estudios de la carrera de física de la UNAM despertó su interés y, aunque de algunas materias como mecánica cuántica o teoría electromagnética no tenía idea de qué se trataban, le pareció interesante descubrirlas.
“Se me hacía que la carrera de física me abría la puerta a entender cosas nuevas”, expresa el investigador, mientras se alista para narrar el momento en que su mamá le preguntó a qué se quería dedicar.
“Le dije: ‘Yo quisiera estudiar una carrera que no se acabe porque me gusta estudiar, aprender y conocer cosas’, entonces pensó: ‘Yo creo que tú te vas a dedicar a algo más académico, de mucho estudio’ decía ella, y eventualmente escogí una carrera que nunca se acaba y que todos los días hay algo nuevo que aprender”, comenta satisfecho.
Al terminar la preparatoria viaja a la Ciudad de México para estudiar física en la Facultad de Ciencias de la UNAM y el 26 de julio de 1968 presentó su examen profesional, en medio del conflicto estudiantil de ese año.
“A mí nadie me había dicho que podía ser investigador pero eso ya lo aprendí en la Facultad de Ciencias, que había gente que se dedicaba a eso, que esa era su vida, trabajar en la universidad y que habían estudiado en otras partes”, precisa.
De la física teórica a la física experimental
Al culminar sus estudios de licenciatura, en agosto de 1968, Leonel Cota recibe un telegrama del Consejo Británico mediante el cual le notificaban que había sido aceptado para una beca, por lo que en septiembre de ese mismo año voló a Londres.
Aunque durante sus estudios de licenciatura su orientación había sido hacia la física teórica, su interés por aprender cosas nuevas lo llevó en Inglaterra hacia la física experimental, donde estudió durante cuatro años en la Universidad de Warwick.
“Estudié física pero me especialicé en lo que llamamos ahora física de superficies, física experimental, técnicas novedosas que había en ese tiempo”, puntualiza Cota Araiza.
Durante su estadía en Inglaterra obtuvo, por parte del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), un complemento para la beca que le otorgaba el Consejo Británico, lo que lo comprometía a regresar a la UNAM.
“El Instituto de Física me ofreció chamba y regresé y ahí estuve ocho años, en el Instituto de Física se planeó el Centro de Nanociencias y Nanotecnología, así que me vine a Ensenada desde que inició”, platica.
Desde el 20 de agosto de 1981, Leonel Cota llegó al puerto de Ensenada, primero trabajando en un laboratorio temporal que instalaron en el Instituto de Astronomía de la UNAM y posteriormente en las instalaciones de lo que hoy es el Cnyn.
Al volver de Inglaterra e integrarse al Instituto de Física de la UNAM, se percata de que se había especializado en un área que en México apenas comenzaba a desarrollarse: física de superficies.
Doctor Leonel Cota Araiza
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“En el Instituto de Física no había mucho qué hacer, no había con qué trabajar, entonces empecé a trabajar con un equipo óptico y no estaba muy preparado para eso pero me tuve que poner a estudiar y ya poco a poco pudimos ir adquiriendo equipo y realmente tener un laboratorio para física de superficies razonable”, narra.
Cuando surge el proyecto del Cnyn, Leonel Cota percibe una oportunidad para adquirir equipo de física de superficies más sofisticado, de tal manera que aprovechan los recursos de Conacyt y la UNAM para realizar la compra.
“Eso nos dio la oportunidad de realizar trabajos interesantes y publicar trabajos en revistas, en un área que no estaba todavía desarrollada y tuvimos mucha colaboración con la gente del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), poco a poco fue creciendo la mancha, fue una cosa interesante comenzar a trabajar en un campo que no estaba muy desarrollado en México”, opina.
Sin embargo, considera que su etapa en el Instituto de Física fue crucial, donde se le concedió la primera oportunidad para desarrollarse como investigador y donde comenzó a relacionarse con otros académicos que comprendían lo que deseaba desarrollar en el área de física de superficies y lo ayudaron para obtener la infraestructura que se requería para los estudios.
Dedicado también a la docencia, Cota Araiza recuerda con ironía que el trabajo como maestro siempre lo consideró como una segunda opción, pero hoy se ha convertido en la actividad que más disfruta.
Refiere que cuando terminó sus estudios de preparatoria no tenía la certeza de irse a vivir a la Ciudad de México y estudiar física como se lo había propuesto, por lo que inició estudios en la Escuela Normal, donde permaneció durante dos años.
“Entonces yo decía: ‘Si me va mal, voy a ser 'profe', si me va bien, me voy a ir a la UNAM’; fui a la UNAM, estudié física, me convertí en investigador y ahora me estoy convirtiendo en 'profe' porque ahora lo que más me gusta es ser 'profe', disfruto mucho tener contacto con los alumnos, doy clases de licenciatura, de posgrado”, comparte.
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