Promueven vocaciones científicas con Mis amigos de El Colegio Nacional
Por Ana Luisa Guerrero
Ciudad de México. 13 de febrero de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- De niño, Mario Molina disfrutaba jugar canicas y pasar largas horas experimentando en un minilaboratorio de química que sus padres le instalaron en un baño de la casa. Un día, el Premio Nobel mexicano se asombró cuando, a través del microscopio, observó la cantidad de vida que había en una sola gota del agua podrida, que hizo colocando una lechuga.
A Fernando del Paso, el gusto por la literatura se lo inculcó su madre; de niño viajó con Julio Verne al centro de la Tierra y navegó veinte mil leguas bajo el mar. Fue por ello que el autor de Noticias del Imperio descubrió su vocación por el arte de las letras, al ser una “inagotable fantasía de revelaciones deslumbrantes”.
Desde pequeño, Octavio Novaro no cree que hay preguntas tontas y su curiosidad por responderlas no se ha agotado. A los seis años, los padres de quien a la postre sería uno de los físicos teóricos más sobresalientes de México, le explicaron que no era el único niño en el mundo, lo que le hizo pensar si existía otro que estuviera pensando lo mismo que él en ese momento.
Estas son algunas de las historias de la niñez de “carne y hueso” de destacados científicos, humanistas, escritores y artistas mexicanos que integran El Colegio de México, con las que se pretende ofrecer a los niños y jóvenes ejemplos fehacientes de que pueden llegar a hacer grandes contribuciones a partir de vocación, dedicación y esfuerzo.
El libro Mis amigos de El Colegio Nacional reúne la biografía infantil de 38 de sus miembros, busca fomentar la curiosidad nata de los niños y brindar una oferta intelectual con la que pueden sentirse identificados.
En México, por cada mil habitantes solo hay 0.9 dedicados a actividades científicas y tecnológicas, una cifra que está por debajo de países de América Latina, siendo que Argentina posee 2.5 personas por cada mil habitantes, reconoce el Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (Peciti), por lo que incentivar vocaciones científicas desde la infancia es prioritario, aprovechando el bono demográfico nacional, pues en 2015 uno de cada tres mexicanos era menor de 18 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
El Colegio Nacional
El 15 de mayo de 1943 vio la luz El Colegio Nacional, fundado por decreto presidencial (8 de abril de 1943) bajo la encomienda de preservar y dar a conocer las corrientes de pensamiento y las tendencias filosóficas, científicas y artísticas que México puede ofrecer al mundo.
Bajo el lema “Libertad por el saber”, fue concebido como una comunidad de cultura que reuniera a científicos, artistas y literatos destacados al servicio de la sociedad para divulgar el conocimiento a lo largo y ancho del territorio nacional.
Durante sus 74 años de existencia ha cumplido su labor de divulgación científica, artística y de humanidades, pero fue hasta 2010 (en el marco de los festejos del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana) que la dirigió al segmento más joven de la población con el propósito de que se conozca a El Colegio Nacional, así como a algunos de sus miembros actuales desde una perspectiva empática. En septiembre de 2016 se publicó la segunda edición.
Comunicar a los niños
La intención permanente del doctor Ruy Pérez Tamayo, investigador nacional de excelencia y miembro de El Colegio Nacional desde 1980, de llevar el conocimiento a todos los rincones del país, se tradujo en la realización de este libro que pretende ser un encuentro natural con los pequeños y grandes lectores. En su primera edición, la Secretaría de Educación Pública (SEP) distribuyó 70 mil ejemplares en escuelas públicas de todo el país. A la fecha, la segunda edición puede encontrarse en las principales librerías de México y próximamente estará disponible la versión digital de libre acceso.
Mis amigos de El Colegio Nacional está disponible en las principales librerías del país, además que en breve estará disponible su versión electrónica que podrá descargarse en www.libroscolnal.com |
Escrito por la periodista Leslie Alger Soto, Mis amigos de El Colegio Nacional presenta la semblanza de los miembros vivos y de los fallecidos desde el año 2010 por medio de un lenguaje claro y sencillo que permite tener una comunicación directa con el lector. Adicionalmente, esta obra contiene espléndidas ilustraciones de Ana Vini, que incitan a la imaginación y describen las travesuras, sueños y aspiraciones de los niños que a la postre serían representantes destacados de la ciencia y las artes de México.
“Este libro es una aproximación hacia un lector joven para explicarle que estos hombres y mujeres también fueron niños y jóvenes; que tenían gustos como los suyos. De esta forma generamos un puente de comunicación directa y eso es algo muy valioso”, dice la autora a la Agencia Informativa Conacyt.
En sus páginas, los miembros de El Colegio Nacional responden preguntas como ¿qué te gustaba hacer de niño?, ¿cómo era tu familia?, ¿te gustaba ir a la escuela?, o ¿qué travesuras hacías?, para establecer un puente de empatía con el lector, para pasar a cuestionamientos en torno por qué dedicarse a la disciplina de su elección, y a otros sobre el trabajo que realizan o a explicaciones sobre el área del conocimiento en que se desarrollan.
A través de 95 horas de entrevistas, Alger Soto recuperó valiosos testimonios con los cuales se pueden derribar algunos mitos: que la ciencia, el arte y las humanidades están destinadas solo para miembros de clases más acomodadas, y que todavía falta mucho por hacer en todas las áreas a favor del país.
“Con la lectura puedes ver que hay miembros que nacieron en familias muy humildes, y que fueron los primeros de su entorno en acercarse a la universidad y terminar sus estudios. Los chicos pueden ver que, independientemente de que nacieran en una ranchería, si tienen disciplina y vocación pueden contribuir a la ciencia mexicana. El libro en su conjunto deja muy claro a los niños que faltan muchísimas cosas por hacer en el país en términos de arte, historia, música o ciencias”, apunta.
Experiencias para la vida
La capacidad de asombro, la curiosidad y la creatividad son propias en los niños que, acompañados de una experiencia científica o artística, pueden marcan el rumbo de su vida.
Al menos en muchos de los miembros de El Colegio Nacional ocurrió algo así. Para el doctor Eusebio Juaristi, académico del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), fue importante el impacto de una película que vio a los nueve años, donde el personaje principal tenía un laboratorio en el sótano de la casa, lo que le inspiró a seguir sus pasos.
Miembro emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), dice que “ver cómo trabajaba ese personaje, despertó en mí una gran curiosidad por crear cosas, que años más tarde me llevó a estudiar la carrera en ciencias químicas”.
En entrevista, detalla que ha sido una gran satisfacción formar parte de El Colegio Nacional, pues desde su ingreso en 2006 ha tenido la posibilidad de visibilizar más su obra y compartir el conocimiento en todo el país.
Sobre este libro de divulgación científica, dice estar muy motivado de que sea el medio a través del cual pueda influir en generar vocaciones científicas entre niños y jóvenes.
“Todos fuimos niños y a través de este libro tenemos la oportunidad de incentivar la curiosidad de los niños en la ciencia, para que puedan dedicar su vida a estas carreras en favor de México”, abunda.
La vocación científica del doctor José Mustre de León, director general del Cinvestav, se detonó tras su visita a una clase de biología en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
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“La experiencia que más me marcó fue que estudiando el primer año de secundaria, un profesor decidió llevarnos a la Facultad de Ciencias a escuchar una clase de biología, y aunque no entendíamos todo, el ambiente que se respiraba era increíble. Consideré en ese tiempo que ser científico es divertido y decidí dirigir mi carrera a la ciencia”, comparte.
Consciente que experiencias de este tipo pueden ser positivas para la niñez, fue que se decidió mostrar este libro en la institución. Mis amigos de El Colegio Nacional fue presentado recientemente frente a sus lectores potenciales: niños y estudiantes de secundaria.
La institución abrió sus puertas a un entusiasta público que contagió de energía el auditorio que recuerda a Arturo Rosenblueth, uno de los principales fisiólogos que el país ha dado y fundador de este centro de investigación.
De acuerdo con el doctor Mustre de León, se trata de la oportunidad de acercar a la infancia a uno de los centros nacionales que hacen ciencia del más alto nivel, entusiasmándolos con las historias infantiles de grandes científicos y pensadores mexicanos.
“Este libro insiste mucho en presentar la niñez de los miembros destacados de El Colegio Nacional y creo que cualquier niño se va a poder identificar, porque podría identificarse con la curiosidad y las travesuras que hacen. Para nosotros como institución, es importante abrir sus puertas a niños y jóvenes que en unos años podrían ser nuestros estudiantes, porque una primera experiencia es motivante y crucial para que elijan una carrera científica”, añade.
Finalmente, considera que esta obra es una buena herramienta para padres y profesores para acercar a los infantes a la ciencia y las artes, debido a que está escrito en un lenguaje comprensible que está acompañado de excelentes ilustraciones.
Esta obra cuyo autor es Agencia Informativa Conacyt está bajo una licencia de Reconocimiento 4.0 Internacional de Creative Commons.