Abraham Ochoa Aguilar, de militar a científico
Por Génesis Gatica Porcayo
Ciudad de México. 6 de octubre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- El coordinador del comité científico de la Asociación Mexicana para el Estudio y Tratamiento del Dolor (AMETD), Abraham Ochoa Aguilar, quien es médico cirujano de formación, actualmente se dedica a la investigación científica en el área de dolor, incorporando en sus estudios el uso de medicamentos betalactámicos como una alternativa para el tratamiento de este padecimiento.
Sin embargo, los caminos que ha recorrido en la ciencia han sido sinuosos. En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, conversó sobre este proceso.
De múltiples trabajos a miembro del ejército
“La historia de cada persona es distinta pero la mía es poco común”, expresó Abraham Ochoa, quien creció en un hogar con padre médico y madre abogada, llevó una infancia “normal” hasta el proceso de separación de sus padres, en el que explicó que pasó de tener todo lo que un adolescente de buena posición tenía, hasta no tener qué comer.
A pesar de los estudios de su mamá, ella no había ejercido su profesión, “nos quedamos sin dinero y sin oportunidades de hacer nada”, por lo que tomó la iniciativa de buscar trabajo donde fuera más conveniente, como cajero, cargador o policía en un supermercado.
“Básicamente me dediqué a buscar trabajo en donde se pudiera, hasta que hubo un momento donde ya no pude más y me propuse entrar al ejército”, platicó Ochoa Aguilar.
El cuerpo de Guardias Presidenciales fue el sitio donde se desarrolló como militar y mientras estuvo en activo, terminó sus estudios de preparatoria a través del sistema abierto, con el objetivo de poder ejercer la carrera de medicina.
Vida de migrante, todo por la medicina
La idea de ser médico inició desde temprana edad y no hubo otra profesión en mente que pudiera acabar con la vocación de servicio que el investigador ha profesado y que la licenciatura requiere. Sin embargo, las limitantes económicas nuevamente causaron un problema para llevar a la realidad el proyecto de una carrera médica, “ya con el certificado en mano y sin tener todavía dinero, decidí irme a Tijuana, pensaba que era el mejor lugar para trabajar y poder pagar una universidad”.
Así fue como emprendió el viaje a Tijuana y sin conocer a nadie, llevó en mano una visa de visitante, pasaporte y certificado de preparatoria para ir a trabajar todos los días a San Diego y regresar a la ciudad tijuanense prácticamente a dormir.
Ejerció diferentes oficios durante su periodo de trabajo en San Diego, pero el más lucrativo fue en una construcción como capataz y los ahorros que tuvo gracias a ese tiempo fueron suficientes para tener la oportunidad de pagar una universidad en la Escuela de Medicina de Xochicalco, en Baja California.
Puedes ver la entrevista completa por Radio con Ciencia en el programa A corazón abierto. |
“Nací para ser médico, en cuanto entré a la universidad me enamoré de la carrera”, reflexionó el especialista. Sin embargo, alrededor del sexto semestre de la licenciatura fue llamado por las autoridades universitarias para comprobar la legalidad de su certificado, ya que había sido encontrado como falso y es así como dejó todo lo conseguido en Tijuana y regresó a la Ciudad de México para hacer el examen de Ceneval y retomar la carrera de medicina desde cero.
La Facultad Mexicana de Medicina de la Universidad La Salle fue la institución que abrió sus puertas para dar una segunda oportunidad al hoy médico Abraham Ochoa, “no existe una característica específica que distinga a un médico, simple y sencillamente el efecto que produce en mí ver a un paciente y ver que puedo afectar su vida de manera positiva, me confirma que nací para hacer esto”.
Amor por el dolor
El especialista confirma que la carrera de medicina es muy compleja, no tanto por la cantidad de estudios que se tienen que hacer, sino por lo que representa de manera general, haciéndolos tener capacidad de ver el futuro no solo en los pacientes, también en sí mismos y en la familia.
“Siempre quise hacer investigación y cuando estuve aquí en México conocí a un profesor en la universidad que se dedicaba a la investigación en dolor y se convirtió en mi primer tutor”. Y destacó que pese a su inclinación por la investigación no está en sus planes abandonar completamente la parte clínica de la medicina.
Actualmente Abraham Ochoa trabaja de coordinador del comité científico de la Asociación Mexicana para el Estudio y Tratamiento del Dolor, una asociación que lleva más de 30 años en actividad y es la primera vez que alguien dedicado a la ciencia básica y sin experiencia es invitado a formar parte de la asociación gracias a la pasión que transmite en el cumplimiento de su labor, “cuando veo pacientes con dolor, lo que hago es tratar de devolver un poco de la vida que han perdido a causa del dolor”.
Para el investigador, el paciente con dolor pierde la capacidad de vivir. Las contribuciones actuales en el estudio del dolor en que el especialista colabora han permitido conocer que un grupo de antibióticos, los betalactámicos, es capaz de contrarrestar el dolor. Con una mirada hacia el siguiente paso de esta investigación que es conocer si se puede quitar o evitar la incidencia del dolor inducido por factores externos como quimioterapias.
De vocaciones
Para Abraham Ochoa Aguilar, “la vocación por la medicina se ha perdido, actualmente la carrera es buscada prioritariamente por un prestigio o por mejorar la situación económica, pero se ha perdido de vista la importancia de estar cerca de tu paciente y lo importante que este puede ser”.
No obstante, consideró que dar clases le ha permitido poder influir en más gente de manera directa o indirecta, considerando a sus alumnos lo segundo más importante que puede tener en su vida laboral.
El investigador recomendó a las futuras generaciones de médicos y científicos que pierdan el miedo a equivocarse, que se enfoquen más en aprender que en tener una buena remuneración económica o una buena calificación, ya que estos factores no son relevantes cuando se trata de mejorar la vida de una persona.
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