Delia Domínguez, una científica hecha en el mar
Por Claudia Karina Gómez Cancino
Tepic, Nayarit. 5 de octubre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Delia Domínguez Ojeda, doctora en ciencias ambientales por la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), estudia la vida marina de la zona costera local y, recientemente, uno de sus estudios reveló que caracoles de tinta, hembras, se masculinizan como reacción a contaminantes como el cloruro de tributilestaño (TBTCl), registro que no se tenía para México.
Sus contribuciones en la investigación de la vida marina, en el área de ecología costera y marina, sobre todo con invertebrados, crustáceos, moluscos, gasterópodos, equinodermos y otras especies, permiten atender problemas que puedan afectar el sector pesquero, que es una de las actividades primarias más importantes para el estado, cuando menos para el consumo local.
“Actualmente trabajo con epibiontes —organismos que viven sobre otro más grande, sin ser parásitos—, en específico los relacionados con el Crassostrea corteziensis, el ostión de Cortés, que se cultivan en Boca de Camichín, y estamos revisando todos los organismos a su alrededor para conocer la cadena trófica, pero debemos analizar todas las muestras para un trabajo de tesis de maestría de una alumna”, afirmó para la Agencia Informativa Conacyt.
Cabe destacar que en este sitio se concentra 80 por ciento de la producción ostrícola del estado, con más de 300 toneladas al año.
Investiga, además, los organismos en los sedimentos de la plataforma continental ubicada frente a la Bahía de Matanchén, en el municipio de San Blas.
“Se tomaron muestras de sedimento y se revisarán los tipos de invertebrados que viven en esos sitios, hasta ahora vamos analizando pocas muestras y encontramos foraminíferos, organismos protozoarios que habitan en los sedimentos, es un trabajo arduo al que hay que dedicar días enteros al microscopio para el procesamiento de las muestras”, mencionó.
El mar y la ciencia
La doctora reveló que desde pequeña se interesó en la vida del mar, su padre fue marino y mientras él salía a trabajar, ella jugaba en las rocas buscando todo tipo de animales para conocer cómo era el espacio en el que habitaban, sus formas o colores.
“Mi interés en la ciencia, creo que empezó hace unos cuarenta años, cuando mi papá, que era marino, me llevaba a trabajar, mientras yo andaba en las rocas buscando qué había, y al llegar a la preparatoria tuve una maestra que nos daba biología pero nos enseñó cosas que no venían en el programa, iba más allá, y desde ahí supe que quería estudiar biología marina, pero en Nayarit no existía esa carrera y me fui a la escuela de ingeniería pesquera”, indicó.
Aunque el perfil de la ingeniería que estudió se enfoca en las artes de pesca, se interesó en el aspecto biológico y ecológico, por ello realizó su maestría en el área de biología, sistemas y recursos acuáticos, lo que le permitió trabajar con crustáceos que viven en corales y llegar al doctorado, investigando sobre caracoles.
“Los caracoles los tenía bien conocidos, sabía cómo iban a reaccionar en el laboratorio y por eso los elegí como materia de estudio para el doctorado; me gustó esa especie porque los moluscos, dentro de los invertebrados, aparte de los artrópodos, son de los grupos más diversos y tienen una coloración bellísima, además son organismos muy importantes en la cadena trófica y aparecieron en los primeros periodos de la vida, y hasta la fecha siguen aquí, están en diferentes ambientes, agua dulce, salada, en la tierra, son cosmopolitas y son importantes para la alimentación humana”, afirmó.
Fue a partir del doctorado que investigó sobre los efectos nocivos del cloruro de tributilestaño en los caracoles y descubrió que las hembras de Plicopurpura pansa y Plicopurpura columellaris y se hace imposible su reproducción, como consecuencia de su exposición directa a esos contaminantes que se encuentran en la pintura de embarcaciones, estructuras portuarias y artefactos de acuicultura.
Con los resultados de esta investigación, la especialista dijo que se espera que México prohíba el uso de productos organoestañosos, además de que se refuerce la investigación sobre otro tipo de impactos, sobre todo en humanos.
Una de las cuestiones a las que se ha enfrentado la coordinadora del Programa de Ingeniería en Acuicultura de la UAN, y que ha partido por su estudio de organismos marinos milenarios, es la relación entre la ciencia y la fe, sobre todo cuando se trata de explicar la vida.
“Me han llegado a cuestionar alumnos o personas que me formaron en la primaria y secundaria: '¿crees en Dios?', y les respondo sí, que son cosas separadas, que una puede tener creencias y seguir estudiando, porque la fe es algo que impulsa tus emociones, y la ciencia, la razón. Los científicos de alguna manera nos han explicado cómo fue el proceso de conjuntar compuestos necesarios para que se diera la vida”, finalizó.
Dra. Delia Domínguez Ojeda Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. |
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