Felipe Hevia, el antropólogo que descubrió su vocación en las pirámides de Teotihuacán
Por Armando Bonilla
Ciudad de México. 17 de octubre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Durante el 2015, el doctor Felipe José Hevia de la Jara fue reconocido como ganador de los Premios de Investigación otorgados por la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), en la categoría de Ciencias Sociales.
Nacido en México, pero de padres chilenos, Felipe Hevia de la Jara estudió la carrera de antropología social en la Universidad de Chile; posteriormente, continuó sus estudios de posgrado en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS Ciudad de México), donde obtuvo el grado de maestro y doctor.
El investigador, que actualmente se desempeña como profesor e investigador titular en el propio CIESAS, relató que decidió estudiar antropología social desde muy niño y que mucho influyó en ello el impacto que causaron en él las pirámides de Teotihuacán la primera vez que las visitó.
“Mis papás fueron exiliados chilenos durante la dictadura de (Augusto) Pinochet, situación que los llevó a viajar y asentarse en México. Cuando ellos se asentaron aquí yo entré en contacto con la cultura mexicana y desde pequeño me envolvió la historia cultural del país, recuerdo que desde la primera vez que fui a Teotihuacán me sentí fascinado y visitar ese sitio se convirtió en mi pasión familiar”.
En ese contexto, recordó que durante alguna de sus visitas a la zona arqueológica tuvo un diálogo con su madre, el cual lo marcó y motivó a estudiar antropología: —¿Mamá, quienes hicieron estas pirámides?, y ella respondió: Fueron los indígenas que vivieron aquí hace muchos años. —¿Quién los estudia o quién estudia eso?, porque a mí me interesa, le volvió a preguntar. A lo que su mamá dijo: Eso lo estudia la arqueología. El pequeño le volvió a decir: —Y a los indígenas que aún están vivos, ¿quién los estudia?, A esos los estudia la antropología, le respondió su madre.
A partir de ese momento se quedó por espacio de siete u ocho años con la idea de ser antropólogo. Sumado a ello, identificó otros factores que incidieron en que su decisión se mantuviera, la primera es que la palabra ‘‘antropólogo” siempre le resultó, fonéticamente, muy exótica.
El último factor en la lista de motivos para convertirse en antropólogo, fue el gran auge que experimentó en ese momento la película de Indiana Jones. “Recuerdo que por aquella época acababa de salir la película y generó un gran furor en torno a la arqueología y la antropología. Pero para mí el factor más importante fue mi fascinación por la zona arqueológica de Teotihuacán y la charla con mi madre, así que desde pequeño mantuve esa decisión, ello aun cuando abandoné México algunos años porque fui a estudiar la secundaria a Chile y porque también viví un tiempo en Perú".
Conocer que en Perú también hay mucha diversidad cultural, lo terminó por convencer que lo que le interesaba estudiar era antropología, aunado a todas las situaciones tan diversas —culturalmente hablando— que se viven en la América Latina contemporánea.
Expectativa vs. realidad: el encuentro con la licenciatura
Una vez que el entonces joven Hevia de la Jara comenzó la licenciatura (en Chile), se dio cuenta que no era tan ‘exótica’ como había imaginado, sobre todo porque en el país andino no era una carrera fuerte.
“Chile tiene muy buenos sociólogos y muy pocos antropólogos y aun cuando tuve una buena formación, puedo decir que contaba con una gran fortaleza y una gran debilidad en términos generales”.
Al respecto, explicó que la mayoría de los antropólogos que le dieron clase, se habían formado fuera del país, en Europa principalmente, y ello les aportó otro panorama de la carrera; sin embargo, al cursar la escuela en el contexto de la dictadura chilena, no tuvo ninguna noción del marxismo.
Una vez que decidió cursar sus estudios de posgrado y regresó a México, se encontró con un panorama formativo más amplio que le enfatizó la pasión que ya sentía por la antropología. “Cuando llegué a México, al CIESAS en particular, se me abrió mucho más el panorama tanto empírico como teórico en torno a la antropología”.
El encuentro con el mundo de la investigación
Al recordar su primer contacto con la investigación formal, el doctor Hevia de la Jara dijo que se dio muy temprano en la licenciatura, durante su primer año, cuando el profesor Manuel Canales lo invitó a participar en la elaboración de una etnografía de la fiesta juvenil.
“Nosotros lo que teníamos que hacer era describir etnográficamente qué pasaba en las fiestas. El objetivo estaba orientado a la salud pública, es decir, entender y prevenir la propagación del VIH (…) Fue muy interesante porque me permitió descubrir la emoción de escribir y la riqueza de sorprenderse de cosas que parecen totalmente normales”.
Las líneas de investigación
Luego de ese primer acercamiento con la investigación, Hevia de la Jara entendió que a eso se quería dedicar y no terminar como funcionario público en Chile. Tomada esa decisión, buscó involucrarse en nuevos proyectos de investigación, entre ellos uno que tuvo lugar en Ecuador, el cual tenía como objetivo identificar por qué las mujeres de cierta región no tomaban el medicamento para el paludismo, enfermedad transmitida por mosquitos.
Durante ese proceso, entendió que si quería dedicarse a ser investigador, debería ampliar su formación a la maestría y doctorado, decisión que lo trajo a México. Ya durante sus estudios de posgrado, se involucró en importantes investigaciones de gran impacto social.
En ese contexto, sus trabajos han girado siempre en torno a dos grandes líneas de investigación que son antropología política orientada a temas sociales y la antropología educativa. Alrededor de esas dos líneas de investigación ha concretado sus trabajos más relevantes.
Entre ellos se encuentra el que realizó durante su doctorado y al que le dio continuidad después de concluirlo que se relaciona con los efectos de los programas de transferencia condicionada (como parte de las relaciones sociedad-Estado). “Me siento muy orgulloso porque los resultados de ese proyecto fueron utilizados para modificar las reglas de operación del sistema de atención ciudadana del Programa Oportunidades, durante el sexenio de Vicente Fox”.
Un segundo trabajo es el que realiza actualmente, en el cual se involucra mucha gente (miles de personas). “En dos años de trabajo hemos logrado que muchísima gente se involucre en el tema de los aprendizajes, muchos estudiantes de tesis se han involucrado, asimismo voluntarios se han capacitado para destinar un día de su vida a la educación”.
¿Quién es Felipe Hevia de la Jara fuera del campo de investigación?
Más allá del científico en que se ha convertido, José Hevia de la Jara se define como una persona bastante normal que disfruta mucho su paternidad, que más allá de su campo de estudio está interesado en ser un buen padre.
De igual forma, se define como una persona marcada por su relación de pareja, ya que está interesado en ser un buen esposo, y en términos sencillos se define como un buen padre, un buen esposo y un hombre que disfruta la compañía de sus amigos.
“Esta visión que la gente puede tener del científico loco, de bata blanca y con los pelos parados no va conmigo, no queda muy bien en mi caso”, concluyó el investigador a manera de broma.
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