Vicente Madrid Marina, apasionado por la ciencia y la vida
Por Carmen Báez
Ciudad de México. 13 de diciembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Sencillo y carismático, así podría describirse a simple vista al doctor en ciencias biomédicas Vicente Madrid Marina, investigador de la Dirección de Infecciones Crónicas y Cáncer, del Centro de Investigación sobre Enfermedades Infecciosas del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) quien, junto a su equipo de investigación, identificó recientemente una bacteria que podría estar implicada en el desarrollo del cáncer cervicouterino.
El hallazgo, publicado a principios de este año en una revista especializada, podría representar un “cambio de pensamiento” y entendimiento de esta patología que afecta a millones de mujeres en todo el mundo, y que es materia de estudio del investigador originario de Tapachula, Chiapas.
Aunque Vicente Madrid Marina estudió medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tiene un especial interés por la bioquímica. Mediante técnicas moleculares, el investigador nacional nivel III estudia las infecciones producidas por los papilomavirus humanos y el virus de la hepatitis C.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, reveló que su inclinación por la ciencia nació a temprana edad. Libros, cómics e historias de científicos y descubridores como Louis Pasteur y Leonardo da Vinci influyeron en su orientación vocacional. “Cuando uno es chico se tiene una tormenta de estímulos: música, ingeniería, matemáticas, etcétera, y el ser humano se va orientando. De chiquillo a mí me gustaban las historias de descubridores, no sé por qué. Conforme crecí me fue fácil entender diversas cuestiones que me ayudaron mucho”, recuerda.
Fiel a su vocación
Aunque reconoce que la química fue una de sus materias predilectas, eligió estudiar medicina para evitar toparse frecuentemente con las matemáticas. “Ya en la carrera me fue fabuloso estudiar bioquímica. En esa época, todo se dio en paralelo, aparecieron nuevas técnicas de biología molecular y genómicas, que nos ayudaron a hacer los descubrimientos que ahora realizamos”, relató.
Fiel a su vocación, Vicente Madrid Marina realizó estudios de posgrado en inmunología molecular en la Universidad de Toronto, Canadá, y un entrenamiento en biología molecular en la Universidad de Michigan, esto después de obtener el doctorado en ciencias biomédicas en la Facultad de Medicina de la UNAM.
Reconoce que de no haber sido por circunstancias familiares, quizá no habría regresado a México, y es que tuvo la fortuna de recibir ofertas de trabajo en el extranjero. En la actualidad no se arrepiente de la decisión de haber regresado al país.
"Soy feliz trabajando en México. Salir al extranjero te da otra visión, la gente piensa que estoy loco porque todo mundo dice que el país está cayéndose a pedazos, pero yo veo otra cosa, veo que hay más universidades, por ejemplo hay 103 escuelas de medicina en el país, 65 por ciento de ellas son públicas. En México, hay alrededor de 33 millones de estudiantes, hay países que no tienen esta cifra. México tiene un potencial enorme y eso a mí me tiene feliz. En México lo tenemos todo. Yo digo que lo único que se va a aprender a otras instituciones —extranjeras— es la forma de hacer investigación”, expresó el investigador miembro de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
Vicente Madrid Marina, quien también fue becario del Consejo Nacional de Ciencia Tecnología (Conacyt), destacó que de no haber sido por los aportes económicos que concede la institución a los estudiantes de posgrado, quizá su destino pudo ser otro, por ejemplo, no haber regresado a México a realizar investigación.
“De no ser por Conacyt no habría regresado de Estados Unidos o pude irme a una compañía farmacéutica, porque pagan bien. Yo pensaba quedarme allá. Triunfé allá y me ofrecieron trabajo en el Laboratorio Cold Spring Harbor, Nueva York. Sin embargo, mi madre enfermó de insuficiencia renal y murió. Entonces esto cambió mi mundo porque aquí está todo lo que quiero, yo quiero a México, quiero mucho a los mexicanos. Desde Michigan, me dolió mucho ver muchos mexicanos muertos por el temblor en 1985”, destacó.
Desde hace más de 25 años, por invitación del entonces secretario de Salud Pública, Jesús Kumate Rodríguez, es investigador del INSP, donde ha realizado trabajos de investigación enfocados en el virus del papiloma humano (VPH), cáncer, hepatitis y vacunación.
“Ante esta gran oportunidad no podía decir que no. Me costó mucho trabajo porque todos los sanitaristas, epidemiólogos e investigadores de ciencias sociales de la salud y sistemas de salud, tienen otra visión. Aprendí mucho de ellos, aprendí a realizar estudios epidemiológicos”, agregó.
Logros, docencia y artes
A su lista de logros profesionales se suma el descubrimiento del gen AKNA, un biomarcador asociado a cáncer cervicouterino. “Participar en el descubrimiento de un gen es algo muy bonito porque permite publicar en revistas de alto nivel. El descubrimiento fue publicado en la revista Nature. En la actualidad hemos encontrado variantes de este gen asociados a la susceptibilidad de enfermarse de cáncer cervical. AKNA significa luna en maya, y es la diosa de los recién nacidos, del nacimiento, de la vida. Y la vida me dio la oportunidad de aportar algo a la ciencia. Que este descubrimiento lleve un nombre mexicano da mucho orgullo”, detalló.
Una parte fundamental en su quehacer profesional es la docencia, actividad que desempeña en el INSP y con la que ha formado a 30 profesionales, desde maestros a doctores. También ha impartido clases en la Facultad de Medicina de la UNAM. “Me gusta mucho la docencia, nuestro trabajo a estas alturas del partido es aplicar conocimiento que no viene en los libros, más bien se adquiere a través de la experiencia, ese es mi trabajo ahora”, agregó.
Además de la ciencia y la docencia, el científico miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), disfruta de la gastronomía, bailar, viajar y visitar museos. “Creo que la carrera de los científicos está asociada a la cultura, la música, la pintura, la arquitectura, la escultura. Mucha gente piensa que los científicos somos aburridos, pero no, somos divertidos”, concluyó Vicente Madrid Marina.
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