Reyna Hernández, la edición genética en su más alto nivel
Por Amapola Nava
Ciudad de México. 10 de abril de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Nacida en Ecatepec, Estado de México, Reyna Hernández Benítez fue la primera en su familia en obtener el grado de licenciatura. Por ello, este evento decisivo en su vida fue recibido con gran alegría y orgullo por sus padres y hermanas.
Su padre transportista y su madre ama de casa, trabajaron por dar el mejor obsequio que podían entregar a su hija: la
oportunidad de elegir su profesión y el apoyo para recorrer el camino elegido.
oportunidad de elegir su profesión y el apoyo para recorrer el camino elegido.
Como comúnmente sucede con estos grandes regalos, Reyna Hernández se encontró ante un camino cuyas bifurcaciones eran, cada una, fascinantes. Por su mente pasaron múltiples ideas, quiso volverse economista, estudiar teatro y dedicarse a la geografía. Invariablemente, a cada decisión le sucedía el apoyo de sus padres.
En el último instante, al momento de la decisión, se inclinó por la biología y cursó su licenciatura en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
De esta, que podría parecer la simple elección de una joven, nació una pasión por la investigación y el día de hoy, Reyna Hernández trabaja con células madre en el diseño de prometedoras terapias de edición genética en el Instituto Salk, en Estados Unidos, instituto fundado por Jonas Salk, el científico que diseñó la primera vacuna efectiva y segura contra la poliomielitis.
¿Será posible?
“Inicialmente yo no pensé que tuviera la capacidad, biología me sonaba como algo muy complejo, había que saber sobre química y a veces aplicar la física y las matemáticas. Se me hacía algo tan complicado que yo decía: '¿será posible?'”.
Pero al ir adentrándose al mundo de la biología y desentrañar el funcionamiento de los sistemas biológicos, cómo se comportaba el cuerpo humano en la salud y en la enfermedad y descubrir los mecanismos mediante los cuales se pueden erradicar las enfermedades de los seres vivos, Reyna Hernández descubrió que había encontrado el camino que la apasionaba, y la duda fue cediendo terreno ante la fascinación.
Del campo al laboratorio
Durante su licenciatura, Reyna Hernández se dedicó al trabajo de campo en la biología, y fue en esa área en la que realizó su primera publicación científica. Por ello, al ver acercarse el final de sus estudios tuvo que enfrentarse a una nueva decisión: seguir por la biología de campo, en la cual podía explorar el ambiente y de la cual ya se había “enamorado”, o entrar a un nuevo mundo, el de la biología que se hace en los laboratorios, en la cual tendría que pasar horas en un lugar cerrado, repitiendo experimentos y leyendo sin parar.
Ante la disyuntiva, decidió dar una oportunidad al trabajo en el laboratorio y comenzó a trabajar su tesis de licenciatura en el Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, en el laboratorio de la doctora Herminia Pasantes Ordóñez, quien fue un gran ejemplo para la joven bióloga.
“Ella es una mujer emblemática para la ciencia en México y descubrir cómo desarrolló su carrera, el trabajo que hacía en el laboratorio y la pasión que mostraba, me acercó al trabajo en el laboratorio y me hizo menos duro dejar el trabajo de biología de campo. La considero en verdad una mujer asombrosa”, detalla Reyna Hernández.
Al terminar su tesis de licenciatura, la doctora Herminia Pasantes invitó a la joven a realizar allí mismo el doctorado en ciencias biomédicas, en el cual comenzaría a abordar el tema que hasta el momento la sigue entusiasmando, el estudio de las células madre, también llamadas células troncales.
Reyna Hernández trabajó, durante su posgrado, en la relación entre la taurina y el desarrollo, para lo cual utilizó células troncales neurales. La investigadora descubrió el importante papel que la taurina tenía en el mantenimiento de las neuronas y además logró dilucidar el mecanismo de acción de la taurina, el cual se discutía entre el círculo científico desde varios años atrás. Por ello, su tesis doctoral fue reconocida como una de las mejores del país y galardonada con el premio Weizmann, de la Academia Mexicana de Ciencias.
Terapias con células madre
En ese punto, Reyna Hernández ya sabía que quería dedicarse a la investigación y a la academia. Por ello, su siguiente paso fue buscar un posdoctorado y seguir ampliando sus conocimientos sobre células madre.
“Recuerdo que una vez vi un documental en el que metieron células a una estructura vacía y así generaron un corazón funcional. Ese documental me conmovió, después de eso dije: 'yo quiero hacer un tejido así y descubrir cómo funciona'. Porque incluso para mí, que estoy en el mundo de la ciencia, ver que ocurre algo así, que la regeneración de tejidos podría eventualmente utilizarse para realizar trasplantes reales, es algo impresionante”, comenta Reyna Hernández.
La investigadora tenía inclinación por los laboratorios que desarrollan tecnología que eventualmente puede aplicarse en la práctica clínica para curar enfermedades, realizar trasplantes o crear nuevos órganos y tejidos. Además quería continuar explorando la pluripotencia, o la capacidad de una célula de diferenciarse en cualquier tejido del cuerpo humano. Por ello buscó un laboratorio que le ofreciera ambas posibilidades para su posdoctorado.
“Contacté varias instituciones, incluyendo al doctor Juan Carlos Izpisúa Belmonte, en el Instituto Salk. De hecho, al final tenía dos propuestas, una para irme a Harvard y otra para Salk. Me decidí por Salk por el tema y por el trabajo del doctor Juan Carlos, que desde que leí sus publicaciones supe que lo quería conocer. Afortunadamente él respondió a mi solicitud y supe que era una gran oportunidad para mí”.
Pero el doctor Izpisúa Belmonte no tenía capacidad para becar a la mexicana en el instituto, y fue cuando Reyna Hernández solicitó la beca posdoctoral del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para materializar sus estudios. Para la investigadora, el apoyo de Conacyt fue clave desde su doctorado y considera que esta institución le permitió cumplir “sueños”.
Corrigiendo defectos en los genes
En Salk, Reyna Hernández trabaja en un grupo de investigación que desarrolló una nueva técnica de edición genética que permite modificar el genoma de células maduras que no suelen pasar por el proceso de división, como las neuronas.
La técnica fue denominada HITI, y se probó en ratas adultas con el objetivo de corregir el defecto que tenían en el gen MERTK que les provocaba una ceguera homóloga a la provocada por la retinitis pigmentosa en humanos.
Los resultados del trabajo demostraron que la respuesta visual de las ratas mejoraba al ser tratadas con HITI. Y, aunque las ratas no recuperaron la vista, este es un inicio prometedor para la técnica que busca tratar enfermedades genéticas en individuos adultos.
Un cambio cultural y Salk
“Conocer el Instituto Salk fue un impacto para mí, porque en México hacemos muy buena investigación, pero en el tema de importaciones, exportaciones, materiales e instalaciones estamos mucho más limitados. Lo mismo con el tema del presupuesto”, explica.
La investigadora afirma que el simple hecho de que las empresas que generan los materiales para los experimentos científicos estén en el mismo país, Estados Unidos, incrementa de manera significativa la velocidad de las investigaciones, y pone el ejemplo que existen materiales en México que toman hasta tres meses en llegar a un laboratorio.
Algo más que impactó a la investigadora fue conocer a Juan Carlos Izpisúa Belmonte y a otros integrantes del instituto, como Rusty Gage, o asistir a una conferencia junto con Yamanaka, que eran como “estrellas de cine” para ella, a quienes solo podía soñar con conocer.
Y desde luego, el convivir con varias culturas le permitió a la mexicana aproximarse al laboratorio, a los experimentos, de una manera diferente, pues le dio la posibilidad de conocer distintas perspectivas y habilidades que se integran en un trabajo en equipo.
La vida fuera del laboratorio
Dos de las actividades predilectas de Reyna Hernández son explorar y pasar tiempo en la naturaleza, por lo que California se le presentó como un lugar excelente para disfrutar de múltiples ecosistemas. Desde la playa hasta la montaña, pasando por las zonas desérticas, la región le ofrece una gran variedad de ambientes que le han hecho muy placentera la vida.
“Un día puedo ir a tocar la nieve en la mañana y en la tarde estar viendo una puesta de sol en la playa, eso es muy bello de California. Además, estamos muy cerca de México, hay muchísimos mexicanos aquí, entonces me acostumbro a escuchar español e inglés al mismo tiempo, lo cual es muy bueno porque el cerebro trabaja el doble”, bromea la investigadora, quien trabaja en un equipo de investigación formado por japoneses y comenta que más bien se le están “pegando” algunas palabras en japonés.
Trabajando por un laboratorio propio
“Definitivamente, mi plan ahora es establecer mi propio laboratorio, mi propia línea de investigación. ¿Dónde? Exactamente no lo sé aún, me gustaría mucho que fuera en México, si se dan las condiciones apropiadas. Sé que el país está pasando por una crisis muy fuerte, que va a afectar todas las áreas, no solo la economía familiar sino también en cómo se distribuye el dinero en varios sectores, incluido el destinado a la investigación”.
A la investigadora le gustaría regresar, compartir su pasión con los estudiantes mexicanos y formar futuros investigadores, manera en la cual podría regresar parte del “regalo” que la educación pública y gratuita le ofreció. Además, trabajar en la UNAM, una institución que ama, se presenta como un anhelo para ella.
“Es sorprendente comparar la educación en las universidades de Estados Unidos, que es carísima, con la que se imparte en la UNAM, que es de gran calidad, por la que no se paga nada y en la que se abren las puertas a las personas que tienen el verdadero deseo de estudiar”.
Por el momento, finalizada su beca Conacyt, Reyna Hernández pretende permanecer un tiempo más en el Instituto Salk y terminar varios proyectos que puso en marcha, antes de buscar otra posición, que ella y su familia esperan ansiosamente sea en México.
Como parte de su trabajo en Salk, Reyna Hernández trabajó en el Sanford Consortium for Regenerative Medicine, colaborando en un proyecto de edición genética en células cardiacas. |
Esta obra cuyo autor es Agencia Informativa Conacyt está bajo una licencia de Reconocimiento 4.0 Internacional de Creative Commons.