La ciencia, accesible para todos: Juan Tonda Mazón
Por Ameyalli Villafán
México, DF. 19 de junio de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Juan Tonda Mazón es un divulgador de la ciencia incansable y tenaz. A lo largo de su trayectoria ha producido decenas de obras que lo posicionan como una de las figuras más representativas de la divulgación científica en México.
En su oficina en el Museo de las Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cuenta, en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, cómo fue que la divulgación se volvió su camino y vocación para poder llevar a cabo la labor titánica de acercar la ciencia a todos los sectores de la sociedad.
“Conacyt es mi casa”
En tercer año de secundaria, Juan Tonda supo que quería dedicarse a la ciencia. Recuerda a una profesora llamada Pilar Ruiz Azuara, quien le enseñó las bases de la física moderna. Así fue como se convirtió en uno de los mejores estudiantes de la clase y asistió a un congreso de física experimental, en donde tomó la decisión de estudiar Física en la Facultad de Ciencias de la UNAM.
“Después de terminar mi carrera me di cuenta de que, si me dedicaba a la divulgación de la ciencia, mis artículos podrían tener mayor repercusión y más gente los leería”, comenta. 
En 1982 fue contratado como reportero en la entonces revista Información Científica y Tecnológica del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
“El ingeniero José de la Herrán me invitó a colaborar; él era el editor en la época en la que Edmundo Flores era director del consejo”, comenta el entrevistado y agrega que Augusto Monterroso y Eduardo Lizalde formaban parte del equipo editorial: “Junto con ellos, Juan Manuel Valero, Juan Puch y Consuelo Garrido fueron mis maestros y aprendí de ellos la práctica de escribir bien”.
Después de trabajar nueve años en el Conacyt como reportero, asistente editorial y jefe de información en las distintas revistas que editaba la dependencia, Juan Tonda decidió formar su editorial llamada ADN Editores, a través de la cual publicaba textos de divulgación científica.
“Posteriormente fui invitado a integrarme a la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC). Fui parte del equipo que fundó la revista ¿Cómo ves?, y aquí llevo ya 17 años”, cuenta Juan Tonda, quien actualmente es el subdirector de Publicaciones Periódicas de la DGDC de la UNAM. “Para mí, Conacyt es mi casa, ahí me formé como divulgador de la ciencia”, añade.
Derribar el mito
Tonda Mazón explica que actualmente la figura del científico está distorsionada. “Se le considera aburrido o desadaptado, cuando no es así. A los científicos nos gusta la música, el arte, bailar. Yo tengo mi propia banda de rock”, dice.
Considera que la misión de la divulgación de la ciencia es “cambiar la idea sobre los científicos y su forma de ser, y de que de la ciencia es inaccesible para todo mundo. La divulgación de la ciencia lo que pretende es llevar el conocimiento científico y técnico a un público no especializado”.
Ante la pregunta expresa sobre cómo la divulgación puede cambiar la percepción que se tiene de la ciencia en la sociedad mexicana, manifiesta que esta busca romper con la idea de que las disciplinas científicas, en particular las naturales y exactas, son inaccesibles para todo el público.
“Si algo tiene matemáticas, creemos que es incomprensible. Sin embargo, las matemáticas pueden ser algo muy divertido y pueden ayudar a resolver problemas cotidianos. La ciencia no tiene por qué ser aburrida porque ayuda a resolver problemas cotidianos. Hay que cambiar la percepción de que la ciencia es inaccesible”, abunda.
La divulgación científica como acercamiento para futuros científicos
En la experiencia particular de Tonda Mazón, una profesora fue quien lo motivó a querer conocer más sobre un área en específico. Sin embargo, considera que la divulgación es un 
detonante también para que más personas se interesen por el estudio de la ciencia. “La divulgación de la ciencia acerca a la gente”, declara.
Respecto a las características con las que debería contar un divulgador, el científico las resume en cuatro: “Tener formación integral de ciencia y tecnología, conocer cabalmente los géneros periodísticos, escribir bien y es fundamental que conozca para qué medio trabaja”.
Sin embargo, afirma que faltan espacios en radio y televisión para que la información llegue a grandes sectores. “En mi opinión, el uso de internet y de redes sociales es fundamental. De acuerdo con cifras de la Red Iberoamericana de Comunicación Pública de la Ciencia, solo 54 millones de personas en México tienen acceso a internet. Tenemos que aumentar esa cifra si queremos que la gente tenga conocimiento de la información que se genera en la materia”, expresa.
Sobre las dificultades actuales a las que se enfrenta la divulgación de la ciencia, el autor de diversos libros considera que es necesario incluirla como una actividad básica: “Es preciso que haya más apoyo y presupuesto para lograr una apropiación social de la ciencia. Asimismo, las publicaciones de divulgación necesitan apoyo sustancial en México”.
En cuanto al panorama actual de dicha actividad, el subdirector de Publicaciones Periódicas de la DGDC reconoce que ya se está trabajando en diversos campos. “En la UNAM ya nos dedicamos a esta labor y existen varios centros que hacen comunicación pública de la ciencia”, dice.
Pero para él es fundamental que se empiece en las universidades a formar profesionales en dicha área. En ese sentido, Tonda Mazón es profesor en el Diplomado de Divulgación de la Ciencia que imparte la dependencia universitaria.
El libro de las cochinadas y el reto del divulgador
En 2005, el investigador publicó El libro de las cochinadas en coautoría con Julieta Fierro. Actualmente, la obra va en la vigesimotercera edición. Para Tonda Mazón, se trata de un 
libro divertido en el que invirtió cerca de seis meses para prepararlo, desde la propuesta de Fierro para hacer una con esa temática. “Es muy divertido, pero no por eso deja de ser divulgación seria”, comenta el entrevistado.
Agrega que incluso le han hecho propuestas para escribir una segunda parte; sin embargo, en palabras del científico: “las segundas partes no son buenas”. Así que actualmente trabaja en una exposición sobre el libro con el apoyo del Conacyt, y menciona que también le gustaría llevar el proyecto a teatro.
Sobre el proceso creativo que sigue Juan Tonda en cada uno de sus textos, explica que debe leer mucho sobre el tema a tratar para entenderlo de forma clara. Posteriormente, el autor busca la manera atractiva para llegar a sus lectores de forma coherente y explicativa. Asimismo, somete el texto a correcciones por parte de su equipo de trabajo para conocer opiniones y pulirlo. En su opinión, el libro El beso virtual ha sido de los textos más difíciles de escribir, porque se trata de una mezcla de información científica con la construcción de una historia.
Expresa que su labor como divulgador de la ciencia es gratificante y es satisfactorio que la gente vea el resultado de su trabajo. Para él, la divulgación es una nueva opción de trabajo para aquellas personas que buscan colaborar en el acercamiento del conocimiento a través no solo de libros, sino de revistas, periódicos, redes sociales, museos y obras de teatro.
Juan Tonda Mazón considera que la divulgación científica es una actividad voluntaria y busca motivar a los lectores con cada una de las cosas que realiza a favor de esta tarea. “¿Qué debo hacer para que la gente me lea? ¿Cómo debo decir las cosas? Mis escritos son un trabajo creativo entre ciencia y arte”, declara.
A través de narrativas, el uso de distintos géneros literarios, metáforas y la relación entre situaciones cotidianas, anécdotas, historia y filosofía busca acercar al lector y que este se interese en lo que lee. “En mis lectores busco también producir una emoción que permanezca como aprendizaje”, finaliza.
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