Roberto Manero Brito, un reconocido psicólogo social
Por Armando Bonilla
Ciudad de México. 25 de abril de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Roberto Manero Brito es hoy en día un reconocido psicólogo social, cuyo trabajo de investigación, así como sus aportaciones desde el mundo de la docencia, lo han llevado a pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores (SNI); no obstante, cuando era joven, antes de convertirse en psicólogo deseaba ser ingeniero químico.
Egresado de la carrera de psicología por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), unidad Xochimilco, actualmente se desempeña como profesor investigador del Departamento de Educación y Comunicación de la misma casa de estudios. Según afirma, cuando era joven tenía la intención de estudiar la cerrera de ingeniero químico, igual que su padre, y señaló que tiene un hermano que sí es ingeniero.
Sin embargo, el contexto en el cual creció, enmarcado por un boom de las humanidades e incluso la creación de una nueva escuela cuyo programa centraría sus actividades en esa área, es decir, la UAM, lo motivaron a explorar otras opciones. En primera instancia, el entonces joven Manero Brito puso la mira en psicología educativa pero el destino lo llevaría a involucrarse más en psicología social.
Precisó que a la par del boom por las humanidades que se experimentaba mientras él era estudiante de preparatoria y a la creación de la UAM, se sumaron los conflictos generacionales que se vivían en aquella época a la lista de agentes detonantes en su cambio de decisión.
Su alma máter y su incursión al mundo laboral
Entre el año de 1975 y 1979, Manero Brito realizó su licenciatura en psicología en la UAM Xochimilco y al concluir continuó su formación académica con una estancia en Francia, a la cual acudió becado. Incluso, el investigador recordó a manera de anécdota que para dicha instancia solicitó al mismo tiempo que un amigo una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
E irónicamente, su amigo, al cual ayudó a realizar su proyecto de beca, sí fue aceptado por el Conacyt para ser becado, mientras que a él se le rechazó. Aun cuando ese detalle lo marcó, no lo desanimó y se dedicó a conseguir otra beca para poder realizar su estancia. Entre 1983 y 1984, el ahora psicólogo social concluyó un diploma de estudios profundos, formación equivalente a una maestría en México.
En torno a su incursión en el mundo laboral, el investigador detalló que su trabajo comenzó desde que era estudiante de preparatoria, ya que al ser un alumno al que le fue bien y logró destacar, sus compañeros le pagaban por hacer sus tareas y algunos trabajos escolares.
Posteriormente, mientras cursaba la licenciatura tuvo la oportunidad de ingresar a trabajar como reportero en un pequeño diario que se distribuía en el Estado de México. Ya en temas más relacionados con su actividad profesional, el doctor Manero Brito se incorporó, por invitación del doctor Armando Marte Cantú, a los entonces recién creados Centros de Integración Juvenil (CIJ).
De dicha experiencia, asegura que lo más fructífero fue la posibilidad de trabajar con muchos jóvenes y entusiastas investigadores en el área de la psicología social. Lamentó que por temas ajenos al plano estrictamente laboral (conflictos políticos) tuvo que abandonar los CIJ; no obstante, se mantuvo activo gracias a que se incorporó a la docencia en la UAM.
Dijo que ahí inició cubriendo algunas horas y posteriormente logró entrar como profesor temporal, rango que mantuvo por espacio de tres años hasta que ganó un concurso de oposición para obtener una plaza definitiva.
Sus trabajos de investigación
“La investigación que nosotros hacemos va muy articulada con las problemáticas sociales que se van presentando en diferentes espacios. Pero esto, a su vez, no quiere decir que solo realicemos trabajo de campo y ya, sino que nos ha orillado a generar metodologías de trabajo específicas”, señaló el doctor.
En ese contexto, entre sus trabajos más representativos se encuentra el realizado sobre los grupos y los procesos de aprendizaje grupal, línea en la que México se considera país pionero en cuanto al estudio de los vínculos desarrollados entre los grupos y las formas imaginarias de la institución. Asimismo, el trabajo en torno a los procesos de aprendizaje de los jóvenes (formas pedagógicas vigentes en las universidades), cuyos resultados más representativos fueron que los estudiantes antes aprendían a pesar de la universidad y que sus aprendizajes más significativos no derivaban necesariamente de las clases.
En contraparte, identificó que en los nuevos dispositivos de evaluación y los nuevos dispositivos de formación se registró un cambio paulatino que derivó en que hoy en día los jóvenes estudian a cambio de notas, por obtener una nota y un título, y cada vez menos lo hacen motivados por aprender de su materia.
Derivado de ese trabajo y dichos resultados, sus siguientes proyectos relevantes se orientaron a los procesos universitarios, a los procesos de formación de estudiantes, los cuales trabajó de manera conjunta con su colega y amigo Hugo Casanova.
Otro tema relevante que ha abordado dentro de sus investigaciones es el tema de la prostitución en el centro de la ciudad, en la zona de la Merced, ello con el objetivo de identificar la situación de los menores (hijos) de las sexoservidoras en esa zona, conocimiento que derivó en política pública a través de la implementación de guarderías en ese punto de la Ciudad de México.
Lo interesante de esos trabajos de investigación y muchos otros que ha encabezado el doctor, radica en que no se trata de temas dispersos sino que conforman parte de una red de constatación de las teorías psicosociales que él mismo y sus colaboradores han desarrollado a lo largo de varios años.
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