Vanesa Magar: ciencia con criterio social
Por Karla Navarro
Ensenada, Baja California. 30 de abril de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Inmersa en la búsqueda de un lugar para desarrollar un parque de energía eólica marina en la Península de Baja California, la doctora Vanesa Magar Brunner, investigadora del Departamento de Oceanografía Física del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), percibe una transformación en su perspectiva: pasa de ser exclusivamente académica a una combinación de la ciencia con su sensibilidad social.
“Ha sido un parteaguas quizás, cómo me visualizo yo como persona y en cómo interactúo yo con la gente, porque antes era muy académica mi visión del mundo”, comparte en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, realizada en su oficina, que brinda una perfecta vista al mar.
Vanesa Magar Brunner, miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), es originaria de la Ciudad de México, donde inició su formación académica en 1990 al estudiar las carreras de física y matemáticas simultáneamente en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En 1996 cambia de residencia a Inglaterra para estudiar una maestría en estudios avanzados de matemáticas, específicamente en dinámica de fluidos, en la Universidad de Cambridge, donde posteriormente también haría su doctorado en dinámica de fluidos, en el Departamento de Matemáticas Aplicadas y Física Teórica de la misma universidad.
Tras realizar un año de posdoctorado en dinámica de fluidos computacionales con aplicaciones a biología marina, se traslada a la Universidad de Bangor, en Gales, para trabajar en el transporte de sedimentos en zonas costeras, usando metodologías similares a las de sus estudios de doctorado pero con una aplicación ambiental, trabajos a los que dedicó tres años.
En el 2005 se traslada a la Universidad de Plymouth, donde obtiene una cátedra por cinco años y la posibilidad de aspirar a un puesto permanente en la Escuela de Ciencias Marinas e Ingeniería, en el área de Ingeniería Costera.
Energías renovables
Es en 2008 cuando Vanesa Magar comienza a trabajar en energías renovables marinas, como integrante de un instituto de investigación peninsular en la zona suroeste de Inglaterra, proyecto donde participó hasta 2011.
Mientras trabajaba en un proyecto de estudio de impacto hidroambiental de parques eólicos en el mar, fue contratada por el Departamento de Oceanografía Física del CICESE, por lo que en 2014 regresa a México, sin dejar la vinculación que había desarrollado con los proyectos de energías renovables marinas, trabajos que también continúa realizando como investigadora del CICESE.
“Seguí trabajando mucho en morfodinámica costera y eso también es una parte importante de mi trabajo hoy en día, el impacto del cambio climático, el impacto de tormenta sobre la erosión costera, pero hemos estado poco a poco como dirigiéndonos más al área de energías renovables”, comenta la investigadora.
Sensibilidad social
Durante su estancia en Inglaterra, la doctora Magar realizó en su etapa de estudios de doctorado algunas contribuciones en el área de educación ambiental, trabajando como voluntaria en un centro de Cambridge creado con estos fines.
También participó en un centro de apoyo para personas con discapacidad en Cambridge, donde ayudaba a los alumnos con sus estudios, labores que no estaban vinculadas con sus proyectos de investigación pero que abonaban en su sensibilidad social.
Además de sus roles como investigadora y voluntaria, entre sus actividades también figura la de editor académico en las revistas Plos (Public Library of Science) y Frontiers in Marine Science.
Vanesa Magar es también secretaria general de la Unión Geofísica Mexicana desde enero de este año, cargo que ocupará durante dos años, como parte de la mesa directiva de dicho organismo.
La ciencia por elección
Vanesa esboza una sonrisa enorme cuando se le pregunta sobre sus primeros contactos con la ciencia: “Mi mamá es bióloga, trabajó mucho tiempo en el Instituto Mexicano del Petróleo, hizo la maestría en Chapingo pero luego ya empezó a trabajar en cosas de micropaleontología en el Instituto Mexicano del Petróleo y trabajó ahí por 20 años; mi mamá traía sus microscopios a la casa, sus fósiles y desde muy chica sí tuve mucho contacto con el área de ciencia”.
Su padre es físico y trabajó en el área de energía renovable, al igual que ella. Menciona que “él fue uno de los pioneros en México para tratar de desarrollar energía solar, coches eléctricos, estuvo trabajando mucho en colaboración con el Instituto de Ingeniería de la UNAM y el Instituto de Materiales, tenía muchos colaboradores ahí, pero él siempre estuvo mucho en el sector privado, trabajó mucho tiempo en Nafinsa como directivo y en el área de energías renovables”.
Pero la verdadera zona de juegos la encontró con su tía: “Mi tía pues era bioquímica y con mi tía sí trabajaba yo de repente de niña en su laboratorio, ayudándole a contar colonias de organismos y mi tía trabajaba en esa área en el Instituto de Fisiología Celular”.
Si bien se podría pensar que su incursión en la ciencia era la opción “lógica”, ella afirma enfáticamente que la ciencia en su vida es una elección, especialmente cuando recuerda que su primer interés fue estudiar veterinaria.
“Yo en un principio quería estudiar veterinaria pero mi mejor amiga estaba estudiando matemáticas y la verdad es que me gustaba mucho más el ambiente en la Facultad de Ciencias, entonces empecé estudiando matemáticas y ya después me inscribí a carrera simultánea”, platica.
Impacto social
Actualmente, la doctora Magar trabaja los proyectos de energía renovable aplicando todo el conocimiento adquirido en sus estudios fuera de México, pero ahora integra el impacto social como un nuevo criterio en su labor.
“Nos hemos planteado mucho trabajar turbinas marinas en el Golfo de California o en esta zona donde hay buen potencial y el área eólica en mar y en costa”, refiere.
Es en estas últimas investigaciones donde su propósito es lograr, además del desarrollo de conocimiento para producir energía eólica en el mar, involucrar a las comunidades que serían beneficiadas con el desarrollo de los proyectos e incidir en su calidad de vida.
“Aunque sí tenía esta tendencia humanitaria antes, porque siempre me ha gustado tener esa interacción con la gente y hacer muchas actividades de divulgación, realmente ahorita como que nos abrió mucho la visión para tratar de usar la ciencia y lo que sabemos para desarrollar zonas rurales, zonas vulnerables”, explica.
A dos años de iniciar su labor en el CICESE, Vanesa Magar, reconoce una nueva perspectiva que la enfoca en el desarrollo de proyectos de energía para comunidades vulnerables susceptibles de recibir el apoyo de académicos y del sector privado, de forma que mitigue las condiciones de desventaja en que viven algunas poblaciones dedicadas a la pesca ribereña o comunidades indígenas.
“Hemos estado pensando más en proyectos que tengan un impacto en los próximos 10 años en las zonas en las que se van a desarrollar y no pensar tanto en hacer más desarrollos de ciencia básica, que obviamente es importante y alguien lo tiene que hacer, pero nuestra prioridad ahorita es hacer cosas que sean muy aplicadas y que vayan a tener un impacto importante, sobre todo siendo un país en desarrollo. Sí es nuestro deber hacer algo que ayude a mejorar las condiciones de vida de los que no son tan afortunados como nosotros”, concluye.
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