Día Mundial de los Océanos: los hábitats más grandes de la Tierra
Por Susana Paz
México, DF. 8 de junio de 2015 (Agencia Informativa Conacyt). Los océanos regulan el clima, alimentan a millones de personas, son los principales productores de oxígeno, fuente invaluable de biodiversidad, proporcionan innumerables recursos y son los hábitats más grandes de la Tierra; sin embargo, han sido hasta ahora muy poco explorados, afirmó Norma Yolanda Hernández Saavedra, investigadora y coordinadora del Programa de Ecología Pesquera del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (Cibnor).
En el marco del Día Mundial de los Océanos, cuyo lema este año definido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es Unos océanos sanos, un planeta sano, la investigadora dijo que estos hábitats juegan un papel fundamental en la Tierra, en el origen y evolución de eventos meteorológicos de importancia, por lo que regulan gran parte del clima.
“Si no fuera por los océanos y su volumen, que representan el 70 por ciento de la superficie de la Tierra, estaríamos en riesgo de que los cambios derivados de la actividad humana e industrial y la misma variabilidad ambiental del planeta, considerado como un sistema vivo, fueran más irregulares”, aseguró la especialista.
Según la experta, los océanos son los hábitats más grandes del mundo y al mismo tiempo son los menos conocidos, por lo que falta mucho por estudiarlos. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), la mayor parte de la superficie del planeta –70.8 por ciento, es decir, 362 millones de kilómetros cuadrados (km2)– está cubierta por océanos y mares que constituyen un enorme espacio para el desarrollo de la vida. Si se excluye a los insectos, el 65 por ciento de las especies conocidas de la Tierra son marinas.
En este marco, las actividades humanas podrían considerarse como una de las causas de los cambios que actualmente observamos en los mares.
"Actualmente, derivado del cambio climático–que es en gran parte un resultado de la actividad humana en el planeta–, hay modificaciones en la temperatura debido a los gases de efecto invernadero, lo que ha provocado que los casquetes polares se hagan cada vez más pequeños; adicionalmente, la acumulación de dióxido de carbono está asociada a una tendencia al cambio de pH de los mares", explicó.
Esta acidificación de los océanos, aseveró la científica, es un factor importante para organismos que construyen su exoesqueleto y estructuras de protección mediante la fijación de carbonato de calcio, por lo que con la tendencia a la acidificación, la fijación ya no es tan efectiva.
“Se debilitan especies como moluscos, corales, crustáceos, entre otras, lo que repercute de manera directa en las poblaciones porque son más susceptibles a cambios ambientales y a la acción de depredadores”, expuso.
De manera más amplia, se afectan otros eslabones de las cadenas alimenticias que utilizan nichos ecológicos especiales como arrecifes de coral, que disminuyen sus coberturas u organismos que se alimentan primordialmente de crustáceos y, al escasear estos alimentos, su supervivencia se pone en riesgo, como es el caso de las ballenas filtradoras, tiburón ballena, etc.
Otro elemento antropogénico lo constituye la explotación pesquera, pues los océanos son una fuente de alimento y hábitat de especies de las cuales se beneficia el ser humano
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), México se coloca en el lugar 16 como pescador marítimo o aprovechador de recursos derivados del mar. Su producción pesquera se estima en alrededor de 1.4 millones de toneladas anuales, que significan el 1.5 por ciento de la captura mundial. El sector aporta alrededor del 0.7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, y emplea a cerca del 1.3 por ciento de la población ocupada.
Nuestro país tiene alrededor de 11 mil kilómetros de costa, una superficie costera y marina de 12 mil km2y aguas interiores de alrededor de 6 mil 500 km2. La extensión de los litorales es de alrededor de 629 mil hectáreas en el Pacífico y 647 mil hectáreas en el golfo de México y mar Caribe, lo que le confiere un potencial pesquero muy por arriba del promedio de cualquier otra nación en el mundo, según la investigadora.
“Somos un país privilegiado, sin embargo, el estado general de las pesquerías en México, a pesar de todo ese potencial basado en la extensión territorial de línea costera y mares territoriales, está avocado a la explotación de muy pocas especies. Por ejemplo, podemos hablar de la sardina, el atún en aguas exteriores y, en aguas adyacentes a la línea de costa, los crustáceos como el camarón y la langosta, y moluscos como el ostión y el abulón; pero hay muchos recursos que actualmente no son aprovechados y que tienen un potencial pesquero importante”, expresó.
Para la especialista, la flota pesquera –exceptuando la pesquería del atún y sardina– es incipiente y anacrónica, y está ubicada principalmente en la región noroeste del país, prácticamente en el golfo de California. Un poco más hacia la costa Pacífico hay “pesquerías asistidas” como la del abulón, en las que se producen juveniles en laboratorio que se liberan al medio para poder sostener una explotación comercial y reducir el daño a las poblaciones naturales.
De esta manera, explicó que la mayor parte de la captura nacional se basa en unos pocos recursos masivos: los pelágicos menores (sardinas, macarelas, ente otros) y mayores (atún), calamar y camarón. Salvo la del camarón, algunas pesquerías masivas tienen todavía potencial de crecimiento.
Diversas investigaciones del Cibnor, que pertenece al Sistema de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), han permitido identificar reservas comprobadas de recursos capaces de aumentar de forma significativa la captura nacional.
Por ejemplo, cálculos conservadores indican la posibilidad de obtener capturas del orden de las 40 mil a 100 mil toneladas anuales de langostilla en la costa occidental de Baja California Sur, y otro tanto puede esperarse para el caso de las triglas y la merluza, esta última investigación llevada a cabo por el científico César Augusto Salinas Zavala, adscrito también al programa del Cibnor.
Hernández Saavedra consideró que la explotación de los recursos pesqueros debe estudiarse sobre la base de una visión de ecosistema marino. Esto es, considerar a la especie objetivo de la pesca (camarón, atún, etcétera) como un elemento dentro del ecosistema y no de forma aislada. Dicha visión contrasta con la de hace algunos años (hasta la década de los 80) que únicamente valoraba o medía el impacto de la captura comercial en la propia población que era sujeta de explotación, sin tomar en cuenta a los demás elementos del ecosistema marino.
Así, el Programa de Ecología Pesquera del Cibnor, del cual es coordinadora, orienta esfuerzos para medir el impacto o efecto de la actividad pesquera en los principales ecosistemas marinos del noroeste mexicano, con especial énfasis en el golfo de California. El enfoque que tiene el programa gira en torno a cinco líneas de investigación. Una es los efectos ecológicos de la pesca, el cómo la extracción de recursos afecta no solo a las especies blanco, sino a la fauna de acompañamiento, por lo tanto el enfoque del programa es ecosistémico.
Otra línea de estudio es la pesca exploratoria, es decir, tratar de proveer y estimar las poblaciones y determinar su explotabilidad o su uso, ya sea de especies que no son comúnmente pescadas pero que tienen un interés comercial en otros países. En otra área de investigación está la vulnerabilidad y variabilidad ambiental, que es ver los efectos del cambio climático en relación a series de tiempo, no en intervalos pequeños, sino series de tiempo desde que se colectan datos, y tratar de establecer modelos que permitan predecir los cambios que se van a dar en el ambiente.
“Una cuarta línea es el valor agregado; a reserva del atún, la sardina y el camarón, que son pesquerías bien establecidas–y en las que hay grandes industrias que apoyan su comercialización como producto fresco o procesado–,hay otros recursos explotables que pueden someterse a diversos niveles de procesamiento y que aún se comercializan frescos, por lo que su valor en el mercado es bajo. En México, la industria del procesamiento está muy poco atendida. Nosotros tenemos los mismos o más recursos que otros países pero no hemos sido capaces de darles un procesamiento tal que permita incrementar su valor, para de esta manera generar riqueza o una mayor ganancia para los productores mexicanos”, explicó.
Otra línea de estudio dentro del valor agregado es proveer nuevos usos o procesos a productos de la pesca de bajo valor (como pudiera considerarse la sardina) o desechos de la misma u otras pesquerías, promover opciones de uso y/o manejo tratando de hacer una utilización integral y sustentable del recurso al evitar la contaminación, y dando un valor agregado a lo que originalmente se consideraba como basura.
Norma Yolanda Hernández Saavedra es egresada del Doctorado en Ciencias en el Uso, Manejo y Preservación de los Recursos Naturales del Cibnor, y miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con el nivel II. Desde hace algunos años trabaja en tratar de entender los fenómenos de mareas rojas, que son eventos naturales que se dan de manera cíclica en algunas regiones y cuyo estudio abarca no solo cómo está afectando al ser humano, sino cómo estos fenómenos, que se derivan de una mezcla de factores específicos, afectan a las poblaciones silvestres desde el punto de vista fisiológico.
Para la experta, las medidas que resultan necesarias adoptar para la conservación y protección de los océanos son, en primer lugar, la disminución de las emisiones de dióxido de carbono que, al final, son las que están provocando la acidificación de las aguas. Además, dijo, se deben regular los desechos, tomar medidas y conciencia de qué es lo que se está tirando a los océanos; por ejemplo, debe haber pretratamiento de fluentes.
La investigadora calificó de urgente y necesario actuar a favor de este gran hábitat que significan los océanos, y del cual todavía falta mucho por descubrir.
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