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Niños boleros chamulas, investigación sobre el trabajo infantil

Por Ana Luisa Guerrero

Ciudad de México. 27 de abril de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- La Declaración de los Derechos del Niño, aprobada en 1959 por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), establece que todos los infantes tienen derecho a la educación y a no realizar alguna actividad laboral. 

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En México, 96 por ciento de los niños entre seis y catorce años asiste a la escuela; en Chiapas, 93 de cada 100 infantes va a algún centro educativo, según datos de la Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

No obstante, cuando se analiza el fenómeno de la asistencia o deserción escolar, en muchos casos las cifras no concuerdan con la realidad. Tal es el caso de los niños que trabajan en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

Dr. Jesus Rubio Campos1Dr. Jesús Rubio Campos.La investigación Trabajo infantil en San Cristóbal de Las Casas: el caso de los niños boleros chamulas, realizada por el doctor Jesús Rubio Campos, investigador de El Colegio de la Frontera Norte ( Colef), da cuenta de la realidad que viven pequeños que no van o han dejado la escuela para dedicarse de tiempo completo al oficio de asear zapatos.

“En las calles de San Cristóbal de Las Casas observé una gran cantidad de trabajo infantil, lo cual me hizo pensar cuáles son los factores que hacen de esta situación algo normal para una parte de la sociedad. Me formulé preguntas como si esos niños asisten a la escuela o si son sujetos a algún tipo de explotación laboral”, dice a la Agencia Informativa Conacyt.

Utilizando una metodología principalmente cualitativa, analizó la compatibilidad laboral-escolar de los niños boleros en San Cristóbal de Las Casas. Por medio de observación directa de 15 niños en las calles de la ciudad, entrevistas a profundidad a cuatro de ellos (de entre 10 y 13 años), así como entrevistas con locatarios y miembros de organizaciones de la sociedad civil, descubrió que provienen de la comunidad San Juan Chamula y que por diversos motivos culturales, económicos y legales no asisten a la escuela poniendo en riesgo sus capacidades futuras.

Trabajo infantil

El artículo 32 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece el derecho de los infantes a estar protegidos contra la explotación económica y el desempeño de cualquier trabajo que sea peligroso, que entorpezca su educación, sea nocivo para su salud, su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social.

De acuerdo con datos del Módulo de Trabajo Infantil 2013, publicado por el Inegi, en México la población ocupada con edad de entre cinco y 13 años sumaba 745 mil 609 personas. En el estado de Chiapas son 164 mil 678 infantes con alguna ocupación laboral, equivalente a 10.9 por ciento de la población entre cinco y 17 años.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el trabajo infantil como aquel que priva a los niños de su infancia, su potencial y su dignidad, dañando su desarrollo físico y mental.

En entrevista, Jesús Rubio Campos explica que existen diversas teorías sobre el trabajo infantil. Una de ellas plantea que esta actividad “da a los niños una especie de sociabilización, contribuye a que sean responsables y a contribuir al sustento familiar, lo que los hace sentirse dignos”.

Otra, que comparten algunos organismos internacionales, que consideran que el trabajo infantil puede darse siempre que se compagine con la vida escolar y familiar. Y también posturas más abolicionistas, las cuales establecen que los infantes solamente deben dedicarse a estudiar.

“En el caso de los boleros chamulas vemos que son niños muy pequeños, que trabajan muchas horas al día, sobre todo los fines de semana (cuando hay más visitantes); lo hacen bajo las inclemencias del clima, no comen bien, no visten bien y además dejan de ir a la escuela”, dice el investigador.

Este estudio muestra que hay una división del trabajo en San Cristóbal de Las Casas. Los niños bolean más a los turistas, mientras que los adultos lo hacen para la gente local. Además esta actividad también se divide por sexo, pues los varones en su mayoría son boleros, en tanto que las niñas se dedican a la venta ambulante de artesanías, comida y dulces.

Rubio Campos realizó observación directa en la vía pública, especialmente en los alrededores del Mercado de Dulces y las Artesanías, en el mercado de Santo Domingo, de la plaza de la Catedral y en los andadores Guadalupe, Santo Domingo y del Carmen. Observó e identificó 15 niños aseadores de calzado, entre los cuales realizó cuatro entrevistas semiestructuradas. Constató que la mayoría es renuente a hablar con personas extrañas, tanto por desconfianza como por el poco dominio que tienen del español, pues la mayoría habla tzotzil.

Explica que al preguntarles en qué utilizan el dinero que obtienen por esta actividad, los niños respondieron que para comprar ropa y comida; “pero cuando ves sus condiciones y forma de vestir, te das cuenta que es una respuesta que tienen aprendida porque están acostumbrados a que la gente y las autoridades los cuestionen al respecto”.

El investigador entrevistó a dueños y trabajadores de comercios aledaños a las zonas donde se desenvuelven estos niños, y recopiló información orientada a que muchos de ellos podrían ser explotados por sus padres.

“Si un niño se quedara con 20 pesos que puede obtener por una boleada, y hace por lo menos diez boleadas, estaría obteniendo 200 pesos diarios, equivalente a mil pesos en cinco días. Es dinero que se notaría en sus condiciones y no es así”, abunda.

En ese sentido, destaca que las autoridades deben vigilar que los menores que laboran no lo hagan sometidos a esfuerzos que no son acordes a su edad y, sobre todo, que se proteja su derecho a asistir a la escuela; “porque me encontré que son niños que estudian hasta el quinto o sexto grado de primaria”.

Problema estructural

 

 

 

 

Para consultar la investigación Trabajo infantil en San Cristóbal de Las Casas: el caso de los niños boleros chamulas, visita esta liga.

Si deseas entrar en contacto con el  
Dr. Jesús Rubio Campos
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Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel candidato, Rubio Campos indica que en San Juan Chamula 42.5 por ciento de la población mayor de 15 años es analfabeta, en el caso de las mujeres 52.1 por ciento no sabe leer ni escribir. En tanto que el grado de marginación es muy alto, pues 41.6 por ciento de las viviendas no tiene agua entubada, 62.9 por ciento carece de drenaje y una de cada cuatro casas tiene piso de tierra.

“El problema que uno ve a simple vista es estructural, tiene muchas causas y ramificaciones que deben atenderse de manera integral. Por eso es necesario el enfoque de política pública”, dice.

El doctor en política pública por el Tecnológico de Monterrey destaca que la primera herramienta que debe emplearse para atender este problema es no normalizar el trabajo infantil, porque el hecho de que exista denota que hay problemas estructurales en sus comunidades de origen; en este caso, San Juan Chamula es un municipio atendido por los programas sociales pero en la realidad no hay evidencias de que se eleven los índices de salud, vivienda y educación.

La deserción escolar es multifactorial. La asociación civil Melel Xojobal con sede en San Cristóbal de Las Casas, y que fue consultada en la investigación, explica que las principales causas son las económicas, de desigualdad de género (debido a la preferencia de que los varones estudien por encima de las niñas), por el desfase generacional (los infantes han rebasado los niveles educativos de los padres y no hay acompañamiento escolar), registro (no todos los niños están inscritos en el registro civil, careciendo de acta de nacimiento) y la lengua (en las aulas se prioriza el español, cuando la mayoría de la infancia habla tzotzil).

El investigador de El Colef —que pertenece al Sistema de Centros Públicos de Investigación Conacyt— planea continuar esta investigación porque considera que la problemática de trabajo infantil en San Cristóbal de Las Casas debe atenderse, analizando lo relativo a las políticas públicas como el programa Prospera, desde la Secretaría de Educación Pública (SEP) para detectar los riesgos de deserción y evitarla; con acciones de protección de la infancia a través del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y la mejora en las condiciones de las comunidades por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol). 

 

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