Aspira Inecol a incrementar el número de científicos mexicanos
Por Ana Luisa Guerrero
Xalapa, Veracruz. 6 de julio de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- ¿Cómo sería México si tuviera más investigadores en todas las áreas del conocimiento? Las respuestas están encaminadas a mayor producción científica que repercutiría en crecimiento económico y bienestar social.
Actualmente en el país persiste un gran rezago en este rubro, pues por cada mil habitantes solo hay 0.9 dedicados a actividades científicas y tecnológicas, una cifra muy limitada si se compara incluso con países de América Latina como Argentina, que tiene 2.5 personas por cada mil habitantes, según datos del Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación (Peciti).
Conscientes que es prioritario invertir más recursos en investigación científica y desarrollo tecnológico (a la fecha se destina solo 0.43 por ciento del producto interno bruto), es inminente preguntar: ¿qué debe hacerse para que más mexicanos sean científicos?
Esta interrogante fue traducida en una propuesta al interior del Instituto de Ecología (Inecol). En 2010 creó el programa Fomento al Interés por la Carrera Científica y Tecnológica en Niños y Jóvenes, con el propósito de despertar vocaciones científicas a temprana edad.
Durante siete años ininterrumpidos, investigadores, técnicos académicos y personal administrativo de este centro público del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) han dedicado sus mayores esfuerzos para que el programa sea un semillero de premios Nobel mexicanos, como es la aspiración del doctor Martín Aluja Schuneman Hofer, director general de la institución.
La ciencia y tecnología, asegura el también investigador, son la mejor fórmula para que México se abra camino a la prosperidad y que sus productos contribuyan a la solución de problemas en áreas ambientales, agrícolas, forestales y de salud.
Desde su visión, el país requiere un millón de científicos y tecnólogos para transformarse en una potencia como muchas naciones europeas o asiáticas. Y para lograrlo, explica, es preponderante comenzar a reclutar a los jóvenes talentos mexicanos.
En su séptima edición, este programa suma la experiencia vivida de 427 niños y jóvenes, provenientes de 288 escuelas tanto públicas como privadas, y la ejecución de 314 proyectos de investigación.
Cada una de las ediciones ha sido financiada con recursos del Conacyt, a través del Programa Jóvenes Talento, y de la propia dirección general del Inecol.
‘Enamorarlos’ de la ciencia
El proyecto Fomento al Interés por la Carrera Científica y Tecnológica en Niños y Jóvenes surgió del deseo del doctor Martín Aluja por acercar la ciencia a las nuevas generaciones e incentivar vocaciones a etapas tempranas, para romper con el esquema de que lleguen a nivel licenciatura a describir sus áreas de interés para especializarse —en el mejor de los casos— cuando optan por carreras científicas.
Para lograrlo se conformó el Centro de Reclutamiento de Nuevos Talentos y Fomento a Vocaciones Científicas y Tecnológicas para Niños y Jóvenes (CRTVC), un espacio integrado al recién creado Clúster Científico y Tecnológico BioMimic en las instalaciones del Inecol en Xalapa.
“En este centro se espera enamorar a los niños y jóvenes mexicanos, así como a sus padres y maestros, de la ciencia y la tecnología, guiándolos desde temprana edad a generar patentes, a soñar con nuevos descubrimientos científicos y tecnológicos que resuelvan los grandes problemas que aquejan a la sociedad y a transformarse en líderes mundiales”, anhela Aluja Schuneman Hofer.
Es por ello que en este espacio les muestran “qué hace un científico, en qué consiste el quehacer científico-tecnológico y qué trabajo se realiza en un centro de investigación”, dice a la Agencia Informativa Conacyt la maestra Andrea Farías Escalera, coordinadora del programa.
“Se ha comprobado en la pedagogía que el acercamiento a la ciencia y al procedimiento del método científico les permite adquirir un pensamiento crítico. Puede ser que no les guste la ciencia o la tecnología, pero les estamos dando herramientas para que no tomen la información por sentada, sino que la cuestionen”, abunda.
El CRTVC cuenta con instalaciones pensadas especialmente en los niños y jóvenes para que realicen actividades extraescolares enfocadas en la ciencia y la tecnología. Así, se les ofrece la oportunidad de desarrollar un proyecto de investigación siguiendo todos los procesos del método científico.
Por ello cuenta con un laboratorio equipado para realizar actividades experimentales, y con el llamado Centro de Retos, un espacio multimedia en el que se muestra a los pequeños que la ciencia también se realiza in silico (computadora), para que experimenten temas de investigación vía simulación computacional.
“La idea es que los niños participen en actividades extracurriculares dedicadas a la ciencia, y que sepan que así como los pueden llevar a practicar futbol o al ballet, existe una opción para que hagan investigación”, señala la también especialista en biología molecular.
Con la existencia del CRTVC se pretende que el programa Fomento al Interés por la Carrera Científica y Tecnológica en Niños y Jóvenes no se realice solo una vez al año -—como ocurre en la actualidad— sino que sea permanente para que los niños y jóvenes participen una o dos veces por semana, durante un periodo de cuatro meses.
“Buscamos anular el mito de que los temas de ciencia son complicados y aburridos. Pretendemos que los niños y jóvenes participen de los procesos que ya vieron de manera teórica en su escuela y los realicen de manera experimental; contemplamos que en el último mes podrán desarrollar su proyecto de investigación”, detalla.
Hasta ahora se siguen sumando capacidades humanas y de financiamiento para que el programa comience a operar bajo esta modalidad en los próximos meses, dirigido en un principio a estudiantes de nivel bachillerato.
Con una visión integral, el programa aspira a incorporar también a los padres y maestros, por lo que tienen la oferta del clúster BioMimic, como un centro de tecnología y de información, así como las actividades que ofrece el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero y la experiencia de recorrer el Santuario del Bosque de Niebla que rodea al Inecol.
Experiencia sin igual
¿Qué hace un científico?, ¿cómo y dónde trabaja?, ¿su trabajo es aburrido?, ¿son personas normales? La respuesta a estas preguntas viene acompañada de una experiencia sin igual para niños y jóvenes de Veracruz que, año con año, participan en las actividades que organiza el Inecol.
Desde 2010 se realiza el programa que consiste en el desarrollo de un proyecto de investigación científica de principio a fin, en las sedes de Xalapa, Veracruz, y en Pátzcuaro, Michoacán.
Los niños provienen de escuelas públicas y privadas de Xalapa y regiones circunvecinas, y trabajan durante tres días de la mano de científicos, técnicos y estudiantes de posgrado en el desarrollo de un proyecto de investigación, lo que implica que realicen la labor que de manera cotidiana se hace en la institución, desde plantear una hipótesis, seguir una metodología, experimentar, analizar los resultados y hacer una conclusión.
“El proyecto de investigación tiene la intención de que ellos aprendan a generar una pregunta de investigación sobre un tema que impacte a su comunidad o su escuela, sobre un proceso o fenómeno biológico que les interese conocer”, resalta.
Posteriormente, los pequeños científicos muestran sus resultados ante sus padres, profesores y amigos, ya sea exponiendo frente al auditorio o presentando carteles científicos en el Teatro del Estado “Gral. Ignacio de la Llave”, en Xalapa; además de publicar su trabajo en el periódico de divulgación que se realiza como memoria de la experiencia vivida.
Adicionalmente, los niños y jóvenes participantes presentan el proyecto que realizaron en sus escuelas, para motivar a sus compañeros a que se involucren en la selección del siguiente año, y de manera indirecta hagan difusión de la ciencia y la tecnología.
Grandes retos
La labor que se realiza en el programa Fomento al Interés por la Carrera Científica y Tecnológica en Niños y Jóvenes es arduo. Aunque se está arraigando año con año, siguen enfrentándose a grandes retos.
En entrevista, el doctor Martín Aluja dice que desde el inicio el gran reto es convencer a sus colegas a involucrarse en el proyecto, porque a la fecha muchos todavía “no le entran” y lo ven con reserva.
“Me duele mucho que algunos digan que es como perder el tiempo. Hay que ser más humildes, aquí no pierdes sino que ganas porque creces y te desarrollas como ser humano. Ese es el gran reto: sacar de su zona de confort a los investigadores y quitarles esa idea de que dedicar tres días a estos maravillosos seres humanos es perder el tiempo”, detalla.
El investigador, reconocido en 1996 con el Premio Nacional de Investigación Científica que entrega la Academia Mexicana de Ciencias, explica que este programa tiene el potencial de crecer y replicarse en todas las instituciones académicas y de investigación del país.
“Mi gran ilusión es que cada centro de investigación del Conacyt tenga un laboratorio para niños como el que tenemos aquí, que cada universidad cuente con programas de este tipo para que este esfuerzo pueda masificarse”, indica.
Andrea Farías Escalera explica que el trabajo que realizan es arduo pero también gratificante. El reto de 2016 fue duplicar el número de proyectos y de participantes.
“Es satisfactorio cuando ves que con tu trabajo estás impactando en la vida de alguien positivamente. Los niños adquieren una visión diferente de lo que les rodea y lo que quieren ser con tres días de vivir una experiencia de este tipo”, resalta.
Siete éxitos de siete ediciones
En su séptima edición, el programa Fomento al Interés por la Carrera Científica y Tecnológica en Niños y Jóvenes duplicó los resultados obtenidos en 2015, al sumar la realización de 70 proyectos de investigación relacionados con temas ambientales y de sustentabilidad, biodiversidad, manejo de plagas y química molecular, entre otros; y la participación de 114 niños y jóvenes, algunos de la región de Zongolica, Veracruz, y Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
Los participantes desarrollaron proyectos como El amor entre las plantas y sus visitantes florales, en el que descubrieron la química orgánica entre la naturaleza; Bacterias buenas o malas: la raíz de una nueva revolución verde, donde los niños conocieron la importancia de las interacciones entre las plantas y las bacterias, así como su relevancia en la agricultura sustentable.
No faltaron proyectos en torno al café, debido a que Veracruz es uno de los principales productores a nivel nacional, por lo que en Encuentro cercano con el café y sus compuestos bioactivos se extrajeron, identificaron y cuantificaron la cafeína y polifenoles totales de granos de café para incentivar a los jóvenes en el estudio de la química de los compuestos bioactivos.
Para Diana Elena Uscanga Alvarado, estudiante de sexto semestre en el Colegio Preparatorio de Xalapa y quien aspira a ser zoóloga, fue emocionante la experiencia vivida en el Inecol, pues dice que le reveló la verdadera faceta de un científico.
“Es la carrera más increíble que pueda haber en el planeta, es multidisciplinaria porque puedes ser maestro, salir a campo, estar en el laboratorio y hacer bastantes cosas a la vez”, dice entusiasmada.
Víctor Daniel Galván López y Roberto Daniel Brisán de la Luz, estudiantes de cuarto y sexto de bachillerato, respectivamente, aseguran estar satisfechos del trabajo, pues aunque en algún momento les pareció complicada la parte teórica, las dudas fueron resueltas en el momento en que lo llevaron a la práctica. La doctora Thalía Ramírez, quien realiza una estancia posdoctoral en el Inecol, fue la responsable de conducir a ambos chicos en el proyecto y considera que este ejercicio es valioso, pues les permite acercarse a los jóvenes y compartirles el quehacer científico.
“Muchas veces se tiene la imagen de que los que nos dedicamos a la ciencia estamos encerrados con bata y lentes, por lo que les hacemos ver que primero somos personas, como cualquier otra, y que la ciencia es muy divertida”.
La naturaleza y sus interacciones
Alexander Villa y Álvarez, estudiante de segundo semestre de preparatoria, tuvo una visión integral de la investigación. De la mano de Michelle Ramos Robles y Jonás Morales, estudiantes de posgrado en el Inecol, observó las interacciones en la reserva ecológica de La Mancha, en Veracruz, así como las interacciones planta-planta a nivel celular en el laboratorio.
“Lo llevamos a La Mancha y en la playa pudo ver la polinización (visitantes florales), en las dunas observó interacciones con hormigas, con aves, y luego en la selva mediana, la interacción planta-planta. En la laguneta, un sitio donde hay un humedal restaurado muy importante, pusimos redes de niebla para aves y murciélagos y cámaras trampa para que pudiera ver los mamíferos no voladores”, narra Michelle Ramos.
Microbiología y arte
¿Pueden las bacterias ser objeto de arte? Luna Longgi, Marian Cano, Amity González, Diego Huerta, Ericka Esparza y Paula Martínez comprobaron que es posible al combinar técnicas de microbiología para descubrir la belleza de las bacterias, utilizándolas como una “tinta” para hacer objetos de arte.
Bajo la dirección de la doctora Frédérique Reverchon, descubrieron que no todas las bacterias son malas, pues utilizaron cultivos nutritivos para alimentar bacterias que recolectaron en las raíces de árboles de aguacate y chinini, para posteriormente teñir las colonias colorantes.
“Esta es una bonita forma de fomentar el interés por la ciencia, muchas veces las clases de biología, la química o las matemáticas en la escuela pueden ser un poco aburridas y complicadas, mostrarlo de otras formas a los niños es una muy buena oportunidad para demostrarles lo contrario”, dice la investigadora que pertenece a la Red de Estudios Moleculares Avanzados.
El encanto de las lombrices
¿En qué contribuyen las lombrices a la ciencia? Mateo Ares Cruz Medina y Luis Enrique Olivares Sánchez descubrieron que estos animalitos realizan importantes funciones en la disposición, abstracción de nutrientes y en el reciclaje al servir de composta.
Junto con la doctora Isabelle Barois exploraron tres tipos de composta ordenados en sustratos de desechos de cocina y cafetería, desechos de pulpa de café y en estiércol de conejo. Los niños observaron las características y diferencias de cada una de ellas, vieron el efecto de la descomposición por la forma en que quedó el sustrato y a través de microscopio en el laboratorio comprobaron qué contenían dichos sustratos, cómo se transforman visual y olfativamente.
¡Hueles a mosca!
Las moscas de la fruta (Diptera, Tephritidae) eligen a su pareja por el olor que emiten, pues en el cortejo las machos conquistan a las hembras a través
del olfato. Siguiendo esta lógica natural, César Uriel Rodríguez Fuentes experimentó que los olores que emite este insecto están presentes en los perfumes que cotidianamente utilizamos.
Bajo la dirección de Martín Aluja, y con apoyo técnico-académico de Alma Rosa Altúzar Molina, este estudiante de bachillerato evaluó los compuestos químicos que liberan los machos de la mosca de la fruta y, a través de diversas técnicas, comprobó que son utilizados para la creación de perfumes comerciales.
Para Alma Rosa Altúzar “es padre compartir el tiempo con los jóvenes e infundirles el interés por el ambiente para que, en un futuro, elijan una carrera como esta”. Por ello está más que convencida que programas de este tipo acercan a los científicos con la sociedad para que conozca qué hacen y cuál es el impacto de su trabajo.
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