Arqueólogos rescatan petrograbados en Los Altos de Jalisco
Por Ana Luisa Guerrero
Ciudad de México. 13 de julio de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- El municipio de Jesús María, ubicado en la región de Los Altos de Jalisco, resguarda los vestigios de una cultura que floreció en el periodo 200 al 900 d. C. Una muestra de su presencia en el occidente del país son los 669 petrograbados que arqueólogos e investigadores de El Colegio de Michoacán (Colmich) y la misma población han rescatado con el propósito de preservar este patrimonio.
Desde hace cuatro años, Rodrigo Esparza López, Francisco Rodríguez Mota y Mario Rétiz García trabajan en el registro de las manifestaciones gráficas rupestres que se han encontrado en las cercanías de la presa de La Luz.
El proyecto está enfocado en la conservación y difusión del patrimonio cultural y natural de la región, por lo cual involucra a la población de Jesús María en el rescate de la presa, la recuperación de los petrograbados y acciones de concienciación sobre la importancia de preservar las huellas de la cultura mesoamericana asentada en el territorio.
El doctor Rodrigo Esparza explica a la Agencia Informativa Conacyt en qué ha consistido el trabajo que han desarrollado desde 2012, cuando al ejecutar otra investigación encontró el sitio arqueológico de Jesús María y del que le llamó la atención la representación de calendarios solares que tienen una relación intrínseca con la cultura teotihuacana.
“Al ver que la presa no tenía mantenimiento desde hace más de 50 años, se me ocurrió hacer un proyecto no solo de rescate del patrimonio cultural sino también el rescate de la presa porque estaba en muy malas condiciones”, dice.
Con apoyo de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial del estado de Jalisco, de El Colmich y del Ayuntamiento de Jesús María, pusieron en marcha el proyecto integral con acciones de limpieza y recuperación de la presa de La Luz a través del Programa de Empleo Temporal en el que participaron habitantes de la comunidad.
“Consideramos que el patrimonio cultural siempre tiene un contexto fisiográfico y cultural; entonces no podíamos hacer ninguna investigación si no nos fijamos, a la vez, en el contexto que se encuentra en la actualidad este sitio arqueológico, por lo que una de las connotaciones que llevan estas investigaciones es encontrar estrategias para ayudar a las poblaciones cercanas para que, a lo largo del tiempo, sean ellas las que cuiden su propio patrimonio”, señala.
Desde 2012, los investigadores de este centro público del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) han involucrado a las comunidades para la preservación de su patrimonio, pues incluso gran parte de ellas desconocía que existía un sitio arqueológico en el lugar.
A la fecha —asegura Esparza López—, la mayoría de las personas del municipio conoce la presa, la están revalorando y saben que es importante cuidarla, porque antes se llevaban los petrograbados a su casa o los vendían.
Es por ello que promueven la participación ciudadana para la conservación de la presa, como campañas de limpieza y de reforestación; además de que han dado charlas y talleres tanto en las comunidades cercanas a la zona como en la misma cabecera municipal, sobre todo en escuelas a nivel primaria y hasta preparatoria.
“Además cada año se realiza un paseo ciclista el 21 de marzo, en el cual participan alrededor de 250 personas, desde la cabecera municipal hasta la presa. Nosotros como arqueólogos les damos un recorrido en los petrograbados para mostrárselos y ahondar todavía más en su conservación”, agrega.
Hallazgos arqueológicos
Doctor en ciencias sociales por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), Esparza López asegura que los trabajos que realizan para el registro de las manifestaciones gráfico-rupestres cuentan con permiso del Consejo de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Hasta el momento han realizado tres temporadas de trabajo de campo en las que han contabilizado 669 petrograbados en el sitio, una cantidad considerable que puede ubicarlo como el segundo sitio más importante de petrograbados en el estado de Jalisco.
En entrevista, el académico indica que desconocen con exactitud el periodo en que fueron realizados y los rasgos culturales que podrían relacionarse, pero algunos autores sostienen que pertenecen a la cultura del Bajío (400 a 900 d. C.), en el territorio de lo que actualmente es Guanajuato, parte de Los Altos de Jalisco y Querétaro.
Otros especialistas los ubican con la cultura altense que habitó el territorio en comento (200 a 900 d. C.) y que tiene algunas reminiscencias con estilos de la cultura teotihuacana que se manifiestan en las colecciones cerámicas que se conocen.
Además destaca el hallazgo de cuatro pecked cross (representaciones en piedras o en el suelo con patrones en forma circular atravesado por líneas que forman una cruz) que tienen semejanza a los teotihuacanos y que pueden atribuirse a la observación de fenómenos celestes.
En el artículo "Un santuario rupestre en Los Altos de Jalisco", los especialistas de El Colmich presentan resultados preliminares del registro de los petrograbados en la primera temporada de trabajo, destacando que el principal conjunto de petrograbados pueden representar de una forma simbólica un calendario cósmico, principalmente por un círculo de puntos con una cruz que lo atraviesa.
“Este tipo de círculos ha sido registrado en varias culturas mesoamericanas, principalmente con la cultura teotihuacana; sin embargo, su uso se extendió hasta el posclásico tardío (1500 d. C). Este círculo o K'uilich o pecked cross es una representación de los puntos cardinales siendo el centro de este calendario de donde se desprenden varios símbolos en forma de aves, flores y figuras geométricas. Tal parece que este lugar representa el desplazamiento solar y de otros astros durante el año y marca los cambios estacionales como el equinoccio y los solsticios de verano e invierno”, destaca el texto.
Conservación del patrimonio
El doctor Rodrigo Esparza asegura que este trabajo de largo aliento se enfrenta a diversos retos, entre ellos que la población desconoce el valor del patrimonio cultural del lugar en donde vive.
De ahí que comenzaran con involucrar a las personas acercándolas a los vestigios de la zona, así “cuando comenzaron a trabajar en la limpieza de la presa, fueron encontrando los petrograbados y así fueron generando interés. Ese fue un primer contacto con su pasado”, dice.
Estos planteamientos fueron reforzados con talleres en que se explicaba qué es el patrimonio cultural, tanto material como inmaterial; las normas bajo las que trabaja el INAH y cómo se protege a nivel nacional el patrimonio.
A la vez se ha dejado constancia de este trabajo con la publicación del libro El Santuario de Petrograbados de Los Altos de Jalisco: Participación comunitaria para la conservación de petrograbados en la presa de La Luz, municipio de Jesús María, Jalisco que saldrá a la luz en las próximas semanas. Este trabajo es una recopilación de las memorias de estos cuatro años de trabajo y que publican la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco y El Colegio de Michoacán.
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