Control biológico de plagas en el campo mexicano
Por Armando Bonilla
Ciudad de México. 7 de enero de 2019 (Agencia Informativa Conacyt).- Un grupo de investigación del Instituto Politécnico Nacional (IPN) se dio a la tarea de identificar hongos entomopatógenos —capaces de infectar y matar insectos— para usarlos como una alternativa natural de control de plagas en el campo mexicano.
Derivado de ese trabajo, que tiene lugar en el Centro de Desarrollo de Productos Bióticos del IPN, identificaron al menos dos tipos de hongos con potencial para su uso como control biológico del picudo del agave (Scyphophorus acupunctatus) y del pulgón amarillo del sorgo (Melanaphis sacchari).
Se trata de los hongos Beauveria bassiana y Metarhizium anisopliae; también los géneros Pandora e Isaria, mismos que se encuentran en una fase de análisis a nivel laboratorio para determinar con exactitud la especie y su interacción con el insecto, es decir, determinar la capacidad que tiene cada hongo de controlar los insectos de interés.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Alfredo Jiménez Pérez, profesor de la maestría y doctorado en ciencias en manejo agroecológico de plagas y enfermedades ofrecidos por el Centro de Desarrollo de Productos Bióticos del IPN, explicó que se enfocan en la búsqueda de herramientas de control que sustituyan el uso de agroquímicos en el combate de plagas y enfermedades.
A la caza del picudo del agave y el pulgón amarillo
Al describir el curso que siguió la investigación para identificar hongos entomopatógenos que puedan usarse como control de plagas en el campo mexicano, Jiménez Pérez, quien también es miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), explicó que el primer paso fue recolectar insectos e identificar aquellos que murieron por un hongo.
Posteriormente, se dieron a la tarea de aislar los hongos a través de técnicas de laboratorio hasta quedarse con aquel que infectó y mató al insecto. Hecho eso, crecieron, a través de cámaras de humedad, el hongo obtenido de los insectos muertos y esos cultivos fueron utilizados para hacer pruebas de patogenicidad y definir su morfología molecular.
En paralelo, el equipo de investigación a cargo del doctor generó sus propias colonias de insectos, a fin de contar con los especímenes necesarios que les permitieran medir los efectos de las formulaciones producidas a partir de ambas variedades de los hongos entomopatógenos de interés.
“Lo que hacemos básicamente es seleccionar los hongos que tengan los niveles más altos de mortalidad y son los que usamos para realizar diversas formulaciones. El objetivo final es obtener una que, al ser colocada en trampas, atraiga los insectos y que sean estos mismos los que diseminen el hongo en el resto de la población que afecta determinado cultivo”.
Para ese trabajo, el equipo del doctor colabora con investigadores de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas y del CICATA Legaria, ambas del IPN, para que les ayuden a encapsular las esporas de los hongos que están estudiando sin que pierdan patogenicidad y aumentar el tiempo que son viables en el campo.
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