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¿Qué es la filología?


Por Marytere Narváez

Mérida, Yucatán. 19 de julio de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Para Alejandro Loeza Zaldívar, posdoctorando en el Centro Peninsular en Humanidades y en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (Cephcis UNAM), la filología se define como la ciencia que estudia y analiza los textos escritos a partir de la lengua.

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“Si lo pensamos un poco, la sociedad humana empezó a escribir hace más de tres mil 500 años, es la forma más confiable de comprender y estudiar una cultura o una sociedad que, de otra manera, no tendríamos oportunidad de conocer”, expresó en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.

En palabras del investigador, el propósito de la filología es rescatar, a través de la edición de textos antiguos, las obras literarias que no cuentan con una edición accesible tanto para investigadores como para el público en general, siguiendo los rastros de la intención del autor.

“El filólogo intenta restaurar textos que generalmente no son contemporáneos o inmediatos a él, a través de una metodología bastante acotada, con la finalidad de entregar la obra tal como el autor hubiese querido que llegara a leerse o difundirse, esa es la finalidad del filólogo y lo que estudia la filología como tal”, indicó.

Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cuál es la metodología de la filología?

Alejandro Loeza Zaldívar (ALZ): Hay un cuerpo de investigadores que en el siglo XX acotó muy concretamente cómo se hace esto. Es un proceso muy largo que empieza primeramente por encontrar el texto. Tenemos que ver la parte funcional, ¿interesa a alguien que ese libro se vuelva a editar? De repente tenemos obras que, aunque pueden ser de hace mil años, su reedición no es interesante y, por lo tanto, no será reeditable. Lo segundo sería ver si tengo la obra completa, pues esto también es un problema que se encuentra en la filología. Puedo tener un fragmento, una parte, un libro que no se puede leer completo, le han arrancado hojas o se han perdido con el tiempo. Necesito saber si de verdad podré llevar a cabo la restauración del texto.

Una vez que estas dos condiciones se han verificado pasamos a la dispositio textus, que es cuando analizamos varias ediciones probables de este mismo texto. Por ejemplo, el Quijote es una obra que se ha publicado por cientos y quien hace una edición crítica, que es la finalidad del filólogo, tendrá que recoger todas las ediciones y cotejarlas una por una.

1 alex1907 1Después pasamos a la cuarta parte del proceso: la filiación (o filiar el texto). Es decir, el texto debe quedar reconstituido a uno solo. A pesar de que haya muchas ediciones del Quijote, el filólogo debe estar seguro que la edición que hace es la más confiable, pues es la que considera todas las demás ediciones con sus errores y aciertos. Ahí viene la parte donde encontramos errores en el texto. Solemos creer que porque el libro es antiguo seguramente su escritura es la correcta, pero esto es totalmente equivocado. Un editor en el Siglo de Oro o en la Ilustración cometía errores también, errores de tipo, cambiaban palabras, deformaban estructuras lingüísticas, anfibologías, etcétera. El texto antiguo siempre viene con ortografía problemática. El filólogo tiene que reconocer cuándo es un error ortográfico, incluso en su propio tiempo, y cuándo era una palabra de uso común en ese contexto.

Una vez que hemos constituido un texto único e inequívoco pasamos a la parte de la anotación. La gente seguramente reconocerá los textos que tienen notas a pie de página. Ahí lo que hace el filólogo es intentar explicar el contexto, nombres propios, lugares, si se menciona algún hecho histórico cercano al autor y los personajes de la obra. Muchas veces, sobre todo las obras de teatro, hacen un chiste y el filólogo tendrá que explicar al lector el giro lingüístico del chiste, a veces de una burla, de una crítica política o social.

El filólogo se tiene que empapar de la obra y del contexto al que se está refiriendo. Una vez que hemos terminado las notas a pie de página hacemos una introducción. Ahí también hay un ABC de cómo se debe hacer pero básicamente se aborda la vida y obra del autor hasta donde conozcamos. Naturalmente mencionamos los criterios con los cuales editamos, la metodología, la relevancia de la obra en su momento y la finalidad de editarla o volver a editarla después de años o décadas de su creación, así como su trascendencia hoy en día.

Finalmente, la filología como ciencia tiene un producto y el producto final es el libro. Se puede decir que el filólogo ofrece la mejor obra de este tipo. Cuando un filólogo, con una metodología verificable, nos dice esta es la mejor edición del Quijote, de La Celestina, de El Periquillo Sarniento o de cualquier obra, es totalmente confiable. Estamos ante un producto científico.

Naturalmente las editoriales suelen publicar obras de carácter más divulgativo que filológico, en las que a veces se ve el descuido de la edición, donde no están consultadas todas las ediciones, que han copiado errores que traían otras ediciones e incluso han añadido errores a la obra. Realmente el filólogo lo que hace es ofrecer una obra definitiva para que llegue a los lectores, se divulgue y también para los académicos que necesitan obras fiables.

AIC: ¿Puede un filólogo hacer una obra crítica sobre una obra que ya cuenta con edición crítica?

ALZ: En ocasiones aparece un texto que no se había contemplado entre las ediciones que se estudiaron y hay la posibilidad de que otro filólogo diga que no se ha tomado en consideración esa edición del texto. El filólogo como humano puede fallar y ediciones posteriores de la obra pueden corregir ese tipo de obra. A veces en textos antiguos la autoría es discutible, como El burlador de Sevilla, que se la atribuimos a Tirso de Molina, pseudónimo de Fray Gabriel Téllez, pero como era un sacerdote no podía escribir de esos temas y siempre nos va a quedar la duda de si fue él o no. Puede ser que alguien encuentre un documento en alguna biblioteca o fondo reservado de El burlador de Sevilla firmado por otro autor y ese hallazgo nos obligaría a cambiar la historia de la literatura áurea.

1 alex1907En el caso del Marqués de Sade, sus obras fueron un escándalo terrible que lo llevaron en más de una ocasión a enfrentar a la justica. Él no firmaba como Marqués de Sade, pues hubiera sido un suicidio firmar sus obras así, pero todo el mundo sabía que era el Marqués de Sade. Sin embargo, las ediciones del Marqués de Sade tienen mucho problema porque son obras que se movieron en la clandestinidad, lo que permitió que algunas partes de la obra fuesen deturpadas e incluso, hubo gente que le aumentó capítulos y fantasías a la obra original de la cual el autor, el Marqués de Sade, no podía reclamar dicha autoría ni discutir las modificaciones.

Hoy en día hay buenas ediciones de la obra de sor Juana Inés de la Cruz pero no hay obras definitivas, ya que no conocemos todos sus textos. Ella escribió muchísimo y su trabajo está repartido por muchas bibliotecas, universidades y diversos lugares.

Quien hoy en día quiera echarse el problema de editar todas las obras de sor Juana lo tiene que hacer con un cuerpo académico grande: no es trabajo de una sola persona.

Al final puede venir un investigador que te diga “yo conozco otro texto que usted no ha considerado”, y ahí puede empezar una disputa de si sirve o no sirve y si se debe modificar. A veces puede aparecer un texto que realmente no aporta nada y la edición sigue su camino. Si hay cambios, entonces se tiene que entrar en diálogo sobre cómo mejorar la edición, pues al final se trata de ofrecer la obra como el autor hubiese querido que fuese; tratar de restaurarla a un nivel bastante concreto.

AIC: ¿El filólogo puede trabajar con obras realizadas en otras lenguas?

ALZ: Generalmente el filólogo trabaja con una lengua y teóricamente los mejores filólogos son los de su lengua, aunque en realidad un filólogo que domine muy bien otra lengua puede hacer ediciones en esta. Siendo israelí, el doctor Shai Cohen ha aportado una investigación sobre poder y dinero en el Siglo de Oro, pues tiene un conocimiento de la lengua castellana muy vasto. Muchos filólogos sienten la necesidad de tener que complementar con otra lengua sus estudios de texto. Yo no sé italiano a profundidad pero por las obras que estuve estudiando tuve que aprender algo de italiano, porque sobre todo en el siglo XV y XVI con las interacciones que había entre España y el norte de Italia, la lengua comenzó a prestar términos y formas de conjugación verbal del italiano. Existen filólogos que dominan tres o cuatro lenguas y pueden hacerte una edición muy buena, con la ventaja de que además la pueden sacar para traducción en su lengua materna, posteriormente.

Fray Luis de León, quien escribía poesía ascética, se metió en un problema porque hasta el siglo XVI solo se manejaba la Biblia en latín, la llamada Vulgata, era un dogma de fe, y a él se le ocurrió que la Biblia se escribió primero en hebreo o en arameo, no en latín, y utilizó el texto en hebreo para traducirlo directamente al castellano sin consultar el latín. Eso lo llevó a la Inquisición, estuvo tres o cuatro años en prisión. Pero es lo que un filólogo haría hoy en día, no consultaría una traducción sino que iría a la fuente original. Sin saberlo, Fray Luis de León hizo filología.

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