Mercados laborales en México generan que persista la pobreza: estudio
Por Armando Bonilla
Ciudad de México. 15 de enero de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), solo 5.2 por ciento de la población ocupada gana más de cinco salarios mínimos al día.
La encuesta detalla que el rango de salarios mínimos al día dominante es de uno a dos, ingreso que corresponde a 27.5 por ciento de la población ocupada; le sigue el rango que va de dos y tres salarios mínimos al día con 21.6 por ciento de la población ocupada; y en tercer lugar, el rango que corresponde a un salario mínimo al día con 14.4 por ciento de la población ocupada.
Entretanto, el estudio Panorama de la Educación 2017 de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) explica que tan solo 17 por ciento de las personas entre 25 y 64 años logra estudios universitarios y la cifra decae considerablemente cuando se eleva el grado educativo, toda vez que solo uno por ciento de los mexicanos en ese rango de edad cuenta con estudios de maestría y menos de uno por ciento cursa un doctorado.
En ese contexto, hasta hace un tiempo se pensaba que si se elevaba el nivel educativo de la población, se tendría acceso a mejores niveles salariales; no obstante, un estudio de la Universidad Iberoamericana, en colaboración con Konrad-Adenauer-Stiftung, reveló que contrario a lo que se creía, el acceso a niveles más altos de educación, es decir, contar con maestrías y doctorados no ha incrementado el ingreso de los trabajadores.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Miguel Santiago Reyes Hernández, profesor investigador del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (Equide) de la Universidad Iberoamericana y responsable de la investigación “México: país de pobres y no de clases medias”, explicó que el proyecto surge tras un acuerdo de vinculación entre el Equide, el Observatorio de Salarios y el Konrad-Adenauer-Stiftung.
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cómo surge este proyecto?
Miguel Santiago Reyes Hernández (MSRH): Existe una preocupación entre las instituciones involucradas por los niveles persistentes de pobreza que hay en el país. En particular, la Konrad Adenauer no percibe que México transite de un país de pobres a clases medias, considerando que somos una nación que forma parte del G-20, integrado por los países que más riqueza producen en todo el mundo.
Ante ello nos surgió la interrogante del porqué México se ostenta como uno de los países que más riqueza producen y que al mismo tiempo mantiene a una gran parte de su población en pobreza persistente, por qué no mejoran las condiciones de vida de su población, a qué se debe y qué tipo de condiciones son las que están obstaculizando el desarrollo de la población.
AIC: ¿Qué encontraron, qué está sucediendo en México para que la pobreza persista?
MSRH: Lo que encontramos en los mercados laborales es oferta y demanda, los ofertantes en este caso son las personas que ponen sobre la mesa sus conocimientos a partir de su nivel educativo, mientras que por el lado de la demanda se encuentran las empresas, mismas que buscan personal a cambio de sueldos vinculados con la productividad.
En un escenario ideal, si vinculas productividad con nivel educativo, el salario remunerado debería ser mayor; no obstante, en los últimos años, en particular a partir de 1992, los salarios se establecen a partir del tope para el salario mínimo, el cual está en función de la inflación esperada, sin considerar el nivel educativo.
Al encadenarse así los salarios, solo tomas en cuenta uno de los elementos importantes para establecer el salario; la formación, que tiene que ver con rendimiento, con productividad, con lo que generas de riqueza, no es considerada. En consecuencia, cuando observas el mercado laboral y analizas lo que tu nivel educativo aporta al contratante, sencillamente no se está tomando en cuenta.
Esa situación afecta el desarrollo del país desde muchas aristas, por ejemplo, rompe la movilidad social porque el mensaje que le mandas a los jóvenes es para qué estudio si la diferencia salarial entre personas con secundaria, preparatoria y licenciatura es muy baja. Por ejemplo, una persona que estudia licenciatura, en términos reales tiene una diferencia de tres mil pesos respecto a los que estudian preparatoria, aun cuando el licenciado invierte de cuatro a cinco años más en su formación.
En términos de la innovación, al interior de una empresa o corporación, los trabajadores sencillamente se encuentran desmotivados para llevar a cabo nuevos proyectos a cambio del mismo salario que aquellos compañeros sin la preparación necesaria para hacerlo. En consecuencia, que el nivel de estudios no se vea reflejado en el nivel del salario que se percibe tiene muchas implicaciones en productividad, en crecimiento, en innovación y hasta en movilidad social.
Es en ese contexto que al voltear a ver si la sociedad tiene mejores condiciones económicas que en tiempo pasado, que observamos que mientras el país está generando más cosas a favor de la economía, la mayoría de la gente no se está beneficiando de ellas, que sigue viviendo con carencias básicas en materia de salud, de movilidad social, de acceso a la alimentación y de ingreso en general.
En resumen, encontramos que los mercados laborales en México están generando que persista la pobreza, tus mercados laborales con la distribución de la riqueza al interior de las corporaciones están haciendo que la pobreza sea persistente y permanente y estamos ante un escenario donde tendríamos que cambiar ese modelo distributivo, pensar en sistemas de protección universal, de seguridad social o protección social que se desvinculen del trabajo, es decir, que toda la gente tuviera acceso a la seguridad social y para eso se necesita una reforma fiscal que redirija gasto, que disminuya gasto corriente, que incremente el gasto de inversión, que aumente impuestos a quienes no pagan.
Básicamente planteamos que no solo se trata de mover salarios, sino el tipo de empleo que se está generando, mover la parte fiscal para hacerla más progresiva y que paguen más quienes más tienen y en términos generales hacer más competitivo el país usando la innovación tecnología como base de ello.
AIC: ¿Cómo es que llegaron a esos resultados, cuál fue la metodología de la investigación?
MSRH: La ruta que seguimos fue la generación de dos informes: uno de mercados laborales y pobreza; y el otro de pobreza y derechos sociales. En la parte de mercados laborales y pobreza, trabajamos para seis países de América Latina con el objetivo de medir de qué tamaño es la pobreza, de qué tamaño son sus clases medias, por qué si o por qué no están creciendo.
En la parte de México y de esta vinculación de pobreza con mercados laborales y su vinculación con la clase media, fue a través de un convenio con la Fundación Konrad-Adenauer-Stiftung, mientras que en el trabajo para América Latina lo realizamos a través de un convenio con las universidades jesuitas de América Latina.
AIC: ¿Cuáles fueron las etapas que se siguieron durante cada una de las investigaciones?
MSRH: En el caso de mercados laborales y pobreza, que incluyó países como Brasil, Colombia, Venezuela, Guatemala, El Salvador y México, el trabajo nos llevó dos años y la primera etapa consistió en la elaboración de un protocolo común que especificara una metodología de cómo íbamos a medir qué tanto bienestar o no tenía la población de esos países, y que nos permitiera asociar ese bienestar a la pobreza y la oferta laboral.
Nos basamos en metodologías como la que usa el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD); entonces, básicamente primero realizamos un protocolo, consideramos la metodología que íbamos a aplicar. Una vez definida, consideramos lo que hace el Coneval, es decir, contemplamos seguridad social, salud, vivienda, educación y le agregamos patrimonio del hogar.
Definimos cuáles eran las posibilidades de comparabilidad en estos seis países, entre 2000 y 2014; durante esos periodos realizamos tres cortes (2000, 2006 y 2014); esos fueron los primeros pasos y posteriormente nos dimos a la tarea de realizar encuestas de hogares en los seis países, trabajo que nos tomó un año y medio.
Finalmente, recolectamos toda esa información y realizamos el análisis correspondiente. Para la otra investigación que es “México: país de pobres y no de clases medias”, la metodología que seguimos fue la de Coneval para identificar la pobreza multidimensional, sean extremos o moderados, la población vulnerable por ingresos y carencias, pero a ellos les faltaba el cuadrante de las clases medias.
Ese fue nuestro trabajo, definir dónde estaba ese cuadrante y lo trabajamos en conjunto con la gente de Coneval.
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