Aprovechamiento sostenible de las costas de Yucatán
Por Marytere Narváez
Mérida, Yucatán. 31 de enero de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Describir los distintos factores que interactúan en la zona costera a través de sistemas de información geográfica es uno de los objetivos principales de la línea de investigación Estudios costeros para su aprovechamiento sostenible, desarrollada en la Unidad Experimental de la Universidad Marista de Mérida (Unexmar).
Alfonso Cuevas Jiménez, profesor investigador y coordinador de Unexmar, describió en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt que como parte de esta línea de investigación se estudian las interacciones que ocurren en la zona costera, aspectos hidrodinámicos, físicos, geológicos, ecológicos, así como los factores antropogénicos que los afectan.
“Viviendo en la península de Yucatán, lo natural es que pongamos la mirada en el sistema costero, el cual es bastante complejo porque en él interactúan simultáneamente los ambientes marino, terrestre y atmosférico”, expresó.
Para el investigador, la complejidad del sistema permite que haya una alta productividad, una alta biodiversidad, lo cual es de gran importancia tanto para el equilibrio de los ecosistemas como para los organismos de interés comercial que son base económica para la comunidad costera.
¿Cómo funcionan los sistemas de información geográfica?
Para estudiar las interacciones de la zona costera, Cuevas Jiménez utiliza la herramienta metodológica de los sistemas de información geográfica para la elaboración de mapas. “En un mapa se pueden expresar distintas variables, por ejemplo, para saber cómo se distribuye la temperatura en el espacio, cómo se distribuye el tamaño de grano de arena o cómo se distribuye la vegetación de duna, de manglar, de selva, y en qué condiciones se encuentra”, apuntó.
En palabras del investigador, la zona costera es el sistema más dinámico que hay en el mundo, y los sistemas de información geográfica permiten integrar distintas variables para vislumbrar la complejidad de la naturaleza, dada por la interacción dinámica entre todos los factores que intervienen. Al mismo tiempo, esta metodología permite visualizar las distintas variables por separado y entender cómo se afectan mutuamente los aspectos biológicos, ecológicos, biofísicos y antropogénicos, como la expansión de la infraestructura de la zona urbana o la actividad pesquera.
“Esta metodología me ha permitido colaborar con colegas de otras líneas de investigación, por ejemplo, en temas pesqueros, acuícolas o de desarrollo. Podemos identificar cómo se distribuye en el espacio alguna especie de interés comercial para estudios pesqueros, como el pulpo, la langosta y el pepino de mar, y tratar de explicar por qué se distribuye de tal forma”, apuntó.
La búsqueda de alimento, refugio, el éxito en los procesos de reproducción, la vulnerabilidad, las condiciones ambientales y la influencia antropogénica son puntos relevantes para los estudios ecológicos realizados como parte de esta línea de investigación, cuya finalidad es hacer un aprovechamiento sustentable de los recursos que permita mantenerlos a través de varias generaciones.
Erosión costera del litoral yucateco
Como parte de esta línea de investigación, se desarrolló un proyecto de descripción ecológica, física y antropogénica de la zona costera del litoral del estado de Yucatán, con el objetivo de identificar las zonas más vulnerables a la erosión. “Partiendo de la definición de vulnerabilidad de la zona costera relacionada con el daño que puede sufrir el ser humano en su integridad o su infraestructura, buscamos qué zonas son más susceptibles o vulnerables ante los procesos de erosión”, señaló el investigador.
Las playas son un atractivo natural de interés económico y para el desarrollo social de la población que habita la costa de Yucatán. Además de albergar la vegetación de duna que dota de estabilidad a la costa, tan solo en la arena existe un ecosistema de organismos microscópicos que forman parte de la red trófica y que permiten el equilibrio ecológico de todo el sistema. “Es necesario entender cuáles son sus procesos naturales y las implicaciones negativas al perder un sistema de playa, tanto para el ser humano como para los ecosistemas”, señaló Cuevas Jiménez.
Como resultado, se lograron identificar las zonas más vulnerables desde Chelem hasta Telchac Puerto, considerando la importancia de las poblaciones y no solo el aspecto físico. Entre estas localidades, Chelem resultó ser la zona identificada con mayor vulnerabilidad seguida de Progreso, en gran medida por albergar los asentamientos poblacionales más grandes que propician el desarrollo de infraestructura, vivienda y diversas problemáticas asociadas.
En palabras del investigador, el estudio constituye un reto que todavía sigue presente debido a que el sistema de playas de la región se comporta de una manera muy particular y la arena es singular con respecto a la mayoría de las playas del mundo, pues el que sean carbonatadas les concede particularidades de dinámica diferentes.
“Es un material más fino, con la forma de hojuelas de cereal de maíz, y esto le permite ser transportado de manera diferente a que fuera transportado como una esfera en el agua. Es muy susceptible a la erosión y su fuente es en su mayoría de organismos vivos, por lo que se le llama arena biogénica, y proviene de corales, conchas y algas calcáreas, los que le confieren características de distribución y transporte muy particulares".
En palabras de Cuevas Jiménez, entender mejor los procesos de transporte y distribución de sedimento y las implicaciones de las medidas de protección a la erosión permitirá tomar mejores decisiones para conservar la costa, con una visión de mediano y largo plazo.
Conservación comunitaria de arrecifes en Quintana Roo
En colaboración con la Universidad de Saint Mary de Canadá, se desarrolla un proyecto internacional enfocado en entender y apoyar los procesos de conservación comunitaria de los sistemas pesqueros en comunidades ribereñas en más de 17 países. En México, los investigadores de la Universidad Marista de Mérida implementan el estudio en las localidades de Punta Allen y Mahahual, en el estado de Quintana Roo.
“Conservación comunitaria es la manera en que una población humana entiende la importancia de la conservación de sus recursos naturales y la biodiversidad, entonces sus acciones de aprovechamiento están bajo la responsabilidad de proteger sus recursos naturales para el beneficio de ellos y de las futuras generaciones”, apuntó.
En Mahahual, el turismo representa una de las actividades económicas más importantes y consiste, en gran medida, en el buceo recreativo para visitar los paisajes arrecifales. Por tanto, el objetivo del proyecto es monitorear el estado del sistema coralino, principal responsable de la formación de arrecifes, y contribuir a que la comunidad de prestadores de servicios turísticos lo conozcan mejor y entiendan los cambios que ha presentado recientemente para fomentar su conservación.
El monitoreo se realiza a través de fotografía submarina en sitios permanentes, donde se observa la condición de los corales. En 2017, se cumplirán cuatro años de trabajo en la localidad y el resultado final se compartirá con la comunidad a través de talleres de acción participativa, con la finalidad de socializar el conocimiento en torno a la dinámica natural del ecosistema arrecifal y tomar acciones para disminuir los impactos ambientales por la actividad antropogénica y el cambio climático.
“El resultado esperado es que la comunidad proponga e implemente acciones, como reducir la presión de visitar el mismo sitio, instruir a los turistas sobre qué no se debe hacer cuando se bucea (por ejemplo, no tocar los corales, no usar bloqueadores solares tóxicos para el sistema, no levantar demasiado la arena al usar las aletas). Pero para ser exitoso, el problema debe ser identificado por la comunidad y ellos deben proponer sus propias soluciones, porque esto asegura que las acciones propuestas serán realmente aplicadas y supervisadas por ellos mismos”, expresó.
Importancia de las agregaciones de pepino de mar
Álvaro Hernández Flores, profesor investigador de la Unidad Experimental de la Universidad Marista de Mérida, desarrolla la línea de investigación en torno a la evaluación y manejo de pesquerías artesanales y el efecto del cambio climático, enfocándose principalmente en especies bentónicas e invertebrados.
De acuerdo con el investigador, las especies bentónicas son las que se encuentran ocupando el hábitat del fondo marino conocido como bentos y una de las más relevantes en los últimos tiempos es el pepino de mar (Isostichopus badionotus). "La especie más común en las costas de Yucatán es Isostichopus badionotus. Los pepinos de mar realizan una importante función ecológica, al ingerir el sedimento reciclan materia orgánica y lo airean para mejorar las condiciones del hábitat", apuntó.
A lo largo de los últimos años, se evaluó la cantidad del recurso disponible y se realizó una modelación bioeconómica. “Hemos trabajado en cuantificar la cantidad de pepinos de mar que hubo en un momento dado y cuál ha sido el impacto de la extracción en las poblaciones silvestres a causa de la pesca, en ocasiones realizada de manera indiscriminada o ilegal”, señaló.
La metodología empleada fue el censo directo, el censo visual, y se estableció una red de alrededor de 200 estaciones de monitoreo. De acuerdo con el investigador, la principal variable de medida fue la densidad y la técnica implementada fue el transecto de banda, tomando datos de temperatura, profundidad y tipo de fondo para poder asociar todas las variables ambientales.
Desde 2013, los investigadores establecieron la metodología de monitoreo y registraron un stock virgen de especímenes antes de que iniciara la temporada de pesca frente a la costa de Dzilam de Bravo. “Después de que tomamos toda esta información, fuimos capaces de aplicar técnicas de análisis geoestadístico para calcular si existe un patrón de agregación de los organismos y hemos encontrado que una característica importante de la especie es que tienden a agregarse en zonas conocidas como parches”, señaló.
De acuerdo con la revisión de la literatura, esta estructura espacial tiene un fin estratégico para procurar la reproducción ya que los organismos tienen una fecundación externa que requiere de una distancia y una sincronización precisa. El periodo de mayor reproducción ocurre durante julio y agosto, y durante esta temporada los pepinos de mar tienden a formar agregaciones, pero el permiso de pesca durante estos meses ha tenido un impacto negativo en el proceso.
De acuerdo con Cuevas Jiménez, quien participó en la aplicación de la geoestadística (uso de la estadística en el espacio), el muestreo se realizó con una alta resolución espacial que permitió visualizar la distribución del pepino de mar en el lecho marino, identificar los parches y describirlos.
“Son parches heterogéneos que no tienen una distribución normal. Hay ciertos niveles de agregación que permiten al organismo permanecer en el tiempo a través de la reproducción, pero si estas densidades disminuyen, las posibilidades de permanencia se van reduciendo. Esto tiene implicaciones en las regulaciones pesqueras para autorizar los sitios adecuados para la actividad, cuánto se puede sacar y qué niveles de densidad se deberían proteger”, señaló.
Actualmente, Hernández Flores se encarga de evaluar los efectos del cambio climático en las poblaciones de pepino de mar si llegaran a ocurrir los cambios que se están pronosticando por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas.
• Alfonso Cuevas Jiménez
Coordinador de la Unidad Experimental de la Universidad Marista de Mérida (Unexmar)
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