Virus globales, heraldos negros
Por Amapola Nava
Ciudad de México. 24 de noviembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Era 1898 cuando la construcción de un canal que uniría el Océano Atlántico y el Pacífico fue abandonada. A las complicaciones de ingeniería y del sofocante clima que llevaron al proyecto francés al fracaso, se le sumó la muerte de miles de trabajadores que después de sufrir de fiebre, vómito y dolores intensos, cedían ante un hígado tan destrozado que no podía sostener la vida.
Fue la fiebre amarilla que evitó que en el siglo XIX la cintura del continente americano fuera tajada. Pero ya para inicios de 1900, Walter Reed, científico y militar estadounidense, había establecido que era el mosquito Stegomyia fasciata el transmisor del virus causante de esta letal enfermedad. Conocimiento que permitió la erradicación de la fiebre amarilla y, finalmente, esta vez por los Estados Unidos, la construcción de una de las obras de ingeniería más representativas del siglo: el Canal de Panamá.
Este es solo uno de tantos casos en el que las enfermedades infecciosas, sin necesidad del consentimiento humano, han establecido una ruta para los acontecimientos históricos.
Así, a través de la historia humana, las enfermedades infecciosas han demostrado el poder que las pandemias tienen sobre las civilizaciones, como lo señala Samuel Ponce de León Rosales, especialista en infectología y miembro del Consejo de Emergencia Pandémica de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Samuel Ponce de León, miembro nivel III del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), comenta que desde la misteriosa plaga de Atenas, hasta el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), estas amenazas globales han afectado la vida de comunidades enteras. Allí están los ejemplos de la viruela y el sarampión, que influyeron en la conquista de México; las epidemias de fiebre amarilla, que atacaron a América y retrasaron la construcción del Canal de Panamá; o la influenza española, que mató alrededor de 50 millones de personas.
Amenaza actual
Pero las pandemias globales no son un problema que se apolilla en los libros de historia. Para Samuel Ponce de León, las características del mundo globalizado en el que ahora se vive representan un nicho ideal para el surgimiento, la propagación y la intensificación de las enfermedades infecciosas.
“Actualmente, el número de problemas epidémicos es mayor. Tenemos el dramático ejemplo del ébola, el AH1N5, el sida, el cólera... Tenemos la multirresistencia a los antibióticos, asunto que concierne hasta al Banco Mundial por el escenario que plantea a pocas décadas de distancia”, considera el especialista, quien formó parte del grupo de respuesta a la pandemia de la influenza.
Pero el problema no es solo con los nuevos patógenos, además, se ha visto el resurgimiento de enfermedades que se pensaba se tenían controladas o que ya no existían, como es el caso del resurgimiento de la fiebre amarilla en Angola.
¿Por qué surge la pandemia?
Para Samuel Ponce de León, las pandemias en el mundo moderno se harán cada vez más presentes. Esto debido a que “vivimos en un mundo cada vez más pequeño, cada vez más caliente y cada vez más poblado”.
Susana López Charretón, investigadora del Departamento de Genética del Desarrollo y Fisiología Molecular, en el Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien se especializa en el estudio de los virus causantes de enfermedades infecciosas, explica que los principales factores que favorecen el surgimiento de una epidemia son la sobrepoblación, la globalización y los grandes cambios ambientales.
La conectividad y el aumento en el número de viajes que han hecho posibles el comercio y el esparcimiento como lo concebimos actualmente ha tenido consecuencias en la salud global, o más bien, en la enfermedad global.
El hacinamiento es también un factor determinante que aumenta el peligro de incubación y propagación de las enfermedades infecciosas. Como explica Samuel Ponce de León, los grandes multifamiliares en donde las familias tienen unos pocos metros cuadrados para vivir, la falta de servicios públicos y de acceso a los sistemas de salud y otros factores sociales propician el desarrollo de estas enfermedades. A mayor pobreza, peores epidemias.
Cambios ambientales y epidemias
Por otro lado, los cambios globales que propician el surgimiento de nuevas pandemias y la persistencia de las existentes, se encuentran en primer lugar el cambio de uso de suelo, mediante la deforestación descontrolada, y el cambio climático global.
La deforestación es un factor clave en el desarrollo de nuevas enfermedades infecciosas. Esta actividad provoca la invasión de zonas y el contacto con animales con los que no se había convivido antes y que podrían ser portadores de patógenos desconocidos. Este fenómeno, en el que se da un brinco de los agentes infecciosos de los animales a los hombres, o viceversa, es conocido como zoonosis.
La investigadora pone como ejemplo de este fenómeno el caso de la epidemia por el virus Nipah, en Malasia. Este virus tiene un ciclo de vida que incluye a los murciélagos fruteros de la familia Pteropodidae como hospederos. El problema surgió cuando, al aumentar la producción ganadera, se extendieron las granjas de cerdo invadiendo zona selvática, donde los cerdos consumían frutas mordidas por los murciélagos, o alimentos contaminados con sus heces.
Esto ocasionó que los granjeros se infectaran por contacto con los cerdos, iniciando una enfermedad que iba desde una infección asintomática, hasta síntomas respiratorios graves y la muerte por encefalitis. La solución a esta epidemia fue el sacrificio de más de un millón de cerdos, ocasionando pérdidas económicas enormes, pero salvando la vida de los pobladores, narra Susana López.
Este es un caso que ilustra la importancia de conocer el ciclo de vida de los vectores, los organismos que pueden ser portadores de patógenos. Pues como en el caso de los cerdos en Malasia, normalmente existe un ciclo de vida selvático para el patógeno que, al trasladarse al ser humano, entra en un ciclo urbano, volviendo más compleja su transmisión.
En segundo lugar, como fenómeno que favorece un mayor número y una más rápida distribución de las epidemias está el calentamiento global. Con el aumento de la temperatura a nivel mundial, diferentes vectores, como los mosquitos, cada vez tendrán más acceso a zonas en las cuales anteriormente no podían sobrevivir, por el frío clima.
Conocer al enemigo para poder combatirlo
Los virus no son considerados seres vivos y podrían definirse como nanoestructuras formadas por ácidos nucleicos y proteínas, que necesitan obligadamente de las células para reproducirse, explica Susana López.
“Cada virus es una pequeña maquinaria, solo visible mediante el microscopio electrónico, que carga solamente la información necesaria para infectar la célula huésped”.
Una de las formas más conocidas por las cuales se transmiten estos patógenos es mediante el uso de un intermediario, conocido como vector. Estos vectores pueden tener ciclos de vida muy complejos, que incluso involucran a más de un animal, salvaje o urbano, para la incubación de sus diferentes etapas, ya sean huevos, pupas, larvas o adultos.
Para que la pandemia ocurra, es necesaria la tríada: patógeno, vector y humano, explica el doctor Mario Henry Rodríguez, director general del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP). El contacto entre el patógeno, ya sea virus, bacteria o parásito, con el vector; además del contacto entre el ser humano y el vector, es obligado para que ocurra la infección.
Este requerimiento de contacto entre el vector —transmisor obligado para el patógeno— y el ser humano abre una ventana para el desarrollo de estrategias de control de la enfermedad.
El mosco, vector por excelencia
Uno de los vectores más conocido y además causante de una gran cantidad de enfermedades infecciosas son los culícidos, una familia de dípteros, comúnmente conocidos como mosquitos.
Estos insectos, en los que la hembra es hematófaga y al alimentarse es capaz de transmitir los patógenos que porte, son transmisores de enfermedades como la fiebre amarilla, el dengue, el Zika, la fiebre del Nilo, varios tipos de encefalitis y muchas más.
Estos insectos mantienen un ciclo selvático, que puede trasladarse a un ciclo urbano, en donde la epidemia se propaga de humano a humano, con el insecto como intermediario, detalla Mario Rodríguez.
Otra de las características urbanas que permite la propagación de los patógenos es la gran cantidad de sitios que hay en las ciudades para que los insectos completen su ciclo de vida.
“Así, los mosquitos infectados pueden pasar el virus a los huevos, que son colocados en un depósito de agua. Cuando el agua se seca, los huevos también se secan y pueden permanecer dormidos por más de un año. Entonces, después de este tiempo, cuando llega la temporada de lluvias, los insectos nacen y ya infectados”, explica el director del INSP.
Estrategias tradicionales para controlar las enfermedades transmitidas por vector
Existen varias estrategias para controlar las enfermedades transmitidas por vector, las más utilizadas por su costo y practicidad son las que buscan minimizar el contacto entre insecto y humano. Entre ellas se encuentra la promoción de uso de barreras, como mosquiteros y repelentes, y el control de criaderos mediante las campañas de deschatarrización.
Estas estrategias pueden llegar a ser bastante exitosas, pero para ello necesitan de la participación comunitaria, explica el doctor Mario Rodríguez.
En muchas ocasiones, esto no es tan fácil como se escucha, pues no depende simplemente de la disposición de la población, sino de un cambio cultural que implica redefinir el concepto de basura, que conlleva un cambio en la percepción de lo que es un ambiente salubre y lo que no lo es.
El significado de un “patio limpio” no es el mismo en una casa en la Ciudad de México, que en un solar maya en la península de Yucatán. Incluso, dentro de una misma ciudad, en diferentes colonias, la deschatarrización tiene niveles de aceptación muy diferentes. Como dice el doctor Mario Rodríguez: "lo que para unos es basura, no lo es para otros".
Además, existe el problema de los grandes depósitos de basura que forman un ambiente propicio para la incubación de estos insectos. Como dice Susana López, "¿de qué sirve que una casa se mantenga sin criaderos si se encuentra junto a un enorme depósito de llantas?".
Atacando al mensajero
Otra de las estrategias ampliamente utilizadas para el control de estas enfermedades es la reducción de las poblaciones de mosquitos adultos. Esto se realiza, comúnmente, rociando insecticidas químicos en viviendas y espacios públicos al momento de inicio y a la mitad de la temporada de lluvia, explica el director general del INSP.
La reducción de las poblaciones de larvas del mosquito es otra vía de control de los vectores. Esto previene que los insectos pasen a la fase adulta de su desarrollo y, por lo tanto, no entren al estadio en el que son capaces de transmitir el patógeno al humano. Por ejemplo, existe una familia de insecticidas que al entrar en contacto con las larvas les provoca una diarrea severa que impide su crecimiento.
El doctor Mario Rodríguez explica que el problema con las estrategias químicas, dirigidas tanto a adultos como a estados juveniles, es que no solo contaminan el entorno sino que, debido a la rápida adaptación de los insectos, ya casi no se cuenta con insecticidas que sean realmente eficaces contra los mosquitos, señala Mario Rodríguez.
Por ello, otra opción viable que podría ayudar a controlar las poblaciones de larvas del insecto es el empleo de peces larvívoros, de los cuales existan, probadas en México, por lo menos cinco especies. El problema con esta estrategia es la dificultad de su aplicación, la necesidad de un mantenimiento constante de criaderos de peces y que, debido al equilibrio depredador-presa, este método representa una forma de control más que una de erradicación de las larvas.
Estrategias alternativas y estrategias genéticas para controlar los vectores
Se ha probado también la posibilidad de liberar al ambiente mosquitos macho que hayan sido esterilizados por radiación iónica. O generar insectos transgénicos que no sean capaces de llegar a la vida adulta, que no sean capaces de reproducirse o que sean capaces de eliminar al patógeno mediante un sistema inmunológico fortalecido.
El problema con los machos estériles es que dejan de ser competitivos ambientalmente, es decir, son desplazados fácilmente por los machos silvestres fértiles, comenta Mario Rodríguez.
Además, tanto las estrategias que usan machos estériles, como las estrategias que insertan genes letales mediante la ingeniería genética, plantean los problemas de inmigración de hembras ya fecundadas a la región que se desea controlar; la necesidad de la producción masiva de machos, que implica dificultades tecnológicas y económicas; y el regreso de las poblaciones silvestres una vez que se deja de aplicar la estrategia de liberación de insectos modificados.
Y aun cuando estos primeros problemas lograran sortearse, quedan las implicaciones ecológicas desconocidas de introducir un organismo genéticamente modificado al ecosistema.
Estrategias integrales
Para el investigador Samuel Ponce de León, la postura de que una infección es causada por un microorganismo y, por lo tanto, a través de su estudio se podrá eventualmente crear un fármaco que proporcione una cura y con ello se resuelva el problema, es una postura parcial y simplista que no contempla atacar la epidemia de raíz mediante la prevención.
Para el director del INSP, Mario Rodríguez, una verdadera solución requiere atacar las causas primarias que propician la generación de criaderos y ambientes insalubres. Y eso, comenta, no es solo responsabilidad de la Secretaría de Salud, es una tarea que involucra a los sectores de economía, desarrollo social, educación, urbanización y a la población en su conjunto.
Los especialistas concuerdan en que si no se combate la pobreza en el país, todo esfuerzo será un trabajo parcial.
La vigilancia epidemiológica en México
En el país existe todo un sistema de reporte para las enfermedades infecciosas que integra la información proveniente de todas las partes de la república en un sistema único. El problema, según el investigador, radica en la manera en que cada reporte se va configurando.
“Por ejemplo, en los centros de salud los pasantes son los encargados de elaborar los reportes de todo lo que están viendo, esto aumenta muchísimo su carga de trabajo. Pensemos que si ven un caso de dengue, aparte tienen que formar un cerco sanitario y no tienen tiempo para toda este trabajo extra”.
Además de los reportes que se generan en el sector salud, están los reportes gubernamentales. Estos reportes muchas veces se ven alterados por miedo a que las noticias de una epidemia afecten las actividades económicas de la región. Allí está el Zika en Cancún, en donde los reportes indican cero casos, o en todo Quintana Roo, con escasos reportes de infección, comenta Samuel Ponce de León.
“Estamos en penumbras en tema de vigilancia epidemiológica. Aunque desde luego se ha mejorado en el área y el gobierno ha generado un buen sistema, este todavía es muy limitado”, concluye el investigador.
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