Evalúan efectos de equinoterapia en menores con síndrome de Down
Por Israel Pérez Valencia
Santiago de Querétaro, Querétaro. 4 de junio de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Con el objetivo de evaluar e intervenir en los procesos cognitivos y lingüísticos en niños con trastornos del lenguaje, la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), a través de la Facultad de Lenguas y Letras, desarrolla una línea de investigación enfocada en la utilización de la equinoterapia en menores con síndrome de Down.
La profesora investigadora del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de la Facultad de Lenguas y Letras de la UAQ, Donna Jackson Maldonado, informó que la primera etapa de este estudio se enfocó en niños con síndrome de Down, y que la utilización de caballos fue para conocer los efectos de estos animales en los procesos cognitivos y lingüísticos de los menores, tomando en cuenta los efectos terapéuticos comprobados que los caballos generan en los seres humanos.
"En el caso de los caballos hay varios principios, uno de ellos es la temperatura, porque proyecta calor y entonces hay partes del cuerpo humano que funcionan mejor; otro es la respiración, que cambia cuestiones internas de las personas, y el caminado, no hay que olvidar que el niño con síndrome de Down necesita movimiento para su organización cerebral, el movimiento del caballo es similar al que hacemos nosotros al caminar. A nivel emocional, lo que se ha demostrado desde hace mucho es que, a los niños con parálisis cerebral, Down y autismo, el caballo les brinda seguridad y control; muchos de estos niños no tienen control sobre su vida, porque todo hacen por ellos o los tienen muy sobreprotegidos, y aquí se suben al caballo y de repente ellos asumen el control de sí mismos”, explicó.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Equitación Terapéutica, A. C. (A.M.E.T), la equinoterapia es una terapia complementaria que utiliza los beneficios de la equitación con fines de rehabilitación para personas con problemas físicos, neurológicos, conductuales y funcionales. |
Jackson Maldonado puntualizó que este estudio lo realiza la Facultad de Lenguas y Letras con el apoyo del Fondo para el Fortalecimiento de la Investigación (Fofi) de la UAQ y la alianza con los ranchos Pasos Gigantes y Gran Chaparral, quienes han apoyado el estudio con los caballos y con los programas de equinoterapia y terapeutas con que cuentan.
“La convocatoria de los niños con síndrome de Down fue a través del Gigi's Playhouse especializado en síndrome de Down, se les invitó a los papás a las doce sesiones de equinoterapia, poniendo como único requisito las radiografías de los niños, porque algunos de ellos tienen problemas cervicales, y si el caballo llegara a moverse muy rápido podrían afectarse o incluso morir. Para el estudio se requirieron por lo menos cuatro personas —en su mayoría estudiantes voluntarios de la UAQ— por niño y por caballo”, abundó.
Terapia de lenguaje
La estudiante Tania Paulina Inclán Padrón, que participó como voluntaria en el estudio, explicó que las sesiones se orientaron a, primero, dar a los niños sesiones de terapia del lenguaje tradicional de mesa para después emplear la equinoterapia, con un enfoque para estimular el lenguaje a caballo.
“En la primera etapa eran dos niños y un caballo, pero terminaron siendo nueve niños y cuatro caballos; el trabajo de voluntario en el estudio fue muy importante sobre todo en el cuidado de los menores, en detalles como que no se cayeran del caballo y controlar al animal para que no se distrajera. Hicimos dos sesiones por semana durante seis semanas, de terapia intensiva de caballo y lenguaje; se aplicó una batería de pruebas antes de empezar la terapia tradicional, después de la terapia tradicional y después de la equinoterapia, para ver si se observaban cambios, y efectivamente se generó evidencia basada en la práctica de que el caballo es el que influye en el desarrollo del lenguaje”, señaló.
En ese sentido, la estudiante de la UAQ, también voluntaria en el proyecto, María Solís Barrera, puntualizó que este trabajo asistencial implicaba no solo la guía del caballo, sino además contemplar accesorios importantes para el desarrollo del estudio, como pelotas, títeres, rompecabezas de animales, aros y conos.
“La sesión empezaba poniéndole el casco de protección al niño, luego se pasaba a un calentamiento con el niño ya sobre el caballo, para después avanzar con la terapia. Eran cuatro paradas en las que teníamos diferentes juegos, se iba a cada uno y se aplicaban las diferentes actividades; a veces participábamos y lo que tratábamos de hacer era que el niño hablara o que adquiriera vocabulario nuevo; nosotros a veces participábamos con las terapias un poco o también animábamos con porras a los niños, porque eso también los hacía participar más”, abundó.
Resultados alentadores
Respecto a los resultados que hasta el momento ha aportado el estudio de la equinoterapia y su relación con los procesos cognitivos y lingüísticos de niños con trastornos del lenguaje, la profesora investigadora del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de la Facultad de Lenguas y Letras de la UAQ, aseguró que aunque las pruebas formales no expresaban cambios en nivel del lenguaje de estos niños, porque no fueron creadas para este tipo de población, se tuvieron que aplicar con propósitos científicos; no obstante, destacó se aplicaron otros dos instrumentos que aportaron datos significativos.
“Uno fue el reporte materno, que es otra línea de investigación que va a la par, además de entrevistas a los padres de los niños y los reportes que los voluntarios redactaban después de cada sesión respecto a su atención, palabras, gestos, gruñidos y frases. Lo que identificamos es que reportaban cambios significativos, por ejemplo, los papás nos informaban que los niños agregaron más palabras a su vocabulario; además identificamos cambios físicos, el niño con síndrome de Down tiene baja masa muscular y necesita un caballo con movimiento rápido, para que este, que tiene tono bajo, tenga que estar respondiendo; observamos incremento de tono muscular, no era algo que yo estuviera estudiando, pero la terapeuta de Pasos Gigantes, que nos estuvo apoyando, nos reportó ese dato”, agregó Solís Barrera.
Donna Jackson Maldonado abundó que, actualmente, el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de la Facultad de Lenguas y Letras de la UAQ desarrolla otras líneas de investigación a cargo de los estudiantes de maestría y doctorado Ana Susana Mejía Villalobos, Amber Stansbury (quien es becaria Fulbright) y Jean Christian Holst Chaires, enfocadas en el estudio del trastorno específico del lenguaje (TEL) que, además de que es poco diagnosticado, genera problemas de aprendizaje en los niños: procesos fonológicos, procesamiento a nivel neuronal de errores de concordancia de género en el uso de palabras, gramaticalidad en general y memoria de trabajo.
“El TEL es un trastorno silente porque no es obvio, se presenta en niños que en la mayoría están en los salones de clase y que no les va bien porque no se pueden expresar igual que los demás, tienen problemas para recuperar palabras, se tardan mucho más para decirlas y tienen problemas de sintaxis, por lo que se equivocan en sus oraciones y narraciones. Hasta ahora no se sabe con certeza el porqué se desarrolla hablando de cuestiones físicas, pero sí se ha descubierto una relación con cuestiones familiares”.
Dra. Donna Jackson Maldonado |
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