Un día con un astrofísico en el Gran Telescopio Milimétrico
Por Dalia Patiño González
Atzitzintla, Puebla. 10 de mayo de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Fue amor a primera vista. Desde que las vi me enamoré, asegura el doctor Arturo Iván Gómez Ruiz sobre las estrellas, las cuales no solo son su objeto de estudio sino su forma de vida, su pasión y su gran amor. La curiosidad natural lo llevó a observar el cielo y desde entonces sintió la necesidad por conocer qué había más allá.
Ahora el doctor Arturo Iván Gómez Ruiz, ya convertido en un científico, se especializa en la astronomía milimétrica, en el estudio de las estrellas, su origen y las moléculas orgánicas que posibilitaron la aparición de la vida sobre la Tierra, todo esto a través del manejo de uno de los instrumentos científicos más importantes y complejos que hay, el Gran Telescopio Milimétrico (GTM) Alfonso Serrano, ubicado en el volcán de Sierra Negra en Puebla y considerado el más grande en su tipo.
Trabajar a cuatro mil 600 metros de altitud
Para el doctor Iván Gómez, “el día” inicia poco antes de la puesta del sol. Se levanta, cena y sale del campamento base ubicado en Ciudad Serdán, cabecera del municipio de Chalchicomula de Sesma, rumbo al volcán de Sierra Negra. Es un recorrido de una hora y media aproximadamente.
Un camino estrecho de terracería y un bosque que lo rodea es la primera parte del paisaje. Después, ya muy cerca del observatorio, el escenario cambia, ahora es gris y rocoso e invita a recordar escenas de filmes que recrean planetas lejanos. A veces la neblina se hace presente como develando lo que poco a poco se observará, el imponente GTM, y a unos metros, el experimento HAWC, un laboratorio para observar rayos cósmicos, partículas cargadas que alcanzan las más altas energías de lo que se puede crear en aceleradores hechos por el hombre.
Al llegar al GTM el clima es determinante para las observaciones, pero en el plano físico el solo hecho de estar ahí implica una serie de dificultades, sobre todo por la altura, cuatro mil 600 metros reducen hasta 20 por ciento la saturación de oxígeno en la sangre. No hay lugar para movimientos bruscos o muy rápidos.
“Observar en el GTM a nivel físico es difícil. Aquí arriba uno tiene que adaptarse a trabajar en estas condiciones de altitud, lo que disminuye la capacidad de oxigenación. Afortunadamente estoy acostumbrado porque había trabajado en otros observatorios como APEX, instalado en el desierto de Atacama, en Chile, así que cuando llegué aquí ya estaba aclimatado”, reconoce Iván Gómez para la Agencia Informativa Conacyt.
La jornada empieza en el primer piso, el doctor Iván Gómez enciende todos los interruptores y después sube algunos pisos para llegar al cuarto de operaciones donde realizan las observaciones y el control del GTM. Usualmente el tiempo de trabajo dura de ocho a diez horas.
“Pasamos toda la noche observando. Iniciamos con fuentes astronómicas que son conocidas para probar primero que el telescopio está funcionando y posteriormente damos paso a la observación a partir de los nuevos proyectos que ha propuesto la comunidad astronómica. Yo estoy encargado de hacer todas las observaciones para los astrónomos que han obtenido tiempo con el GTM, y asegurarme de que sus datos sean de calidad”, añade Iván Gómez.
Al investigador generalmente lo acompañan en su labor astrónomos de otras instituciones para aprender cómo se manejan los instrumentos. Dentro de sus responsabilidades está apoyarlos con las observaciones para su investigación; no obstante, el control de los datos y la calidad del trabajo recae exclusivamente en el equipo que maneja el GTM.
“Usualmente terminamos al amanecer. Así pasamos varios días, una semana casi siempre, después cambiamos con otro astrónomo del INAOE (Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica) y así vamos turnándonos. Tras una jornada de observaciones, lo que sigue es dormir durante la mañana, somos como vampiros”.
El GTM es complejo por lo que requiere mínimo dos personas presentes para su manejo en el cuarto de control. La capacidad de este telescopio milimétrico permite a los científicos captar la radiación milimétrica, objetos muy lejanos en frecuencias o bandas diferentes, así como los objetos más fríos del universo, con temperaturas cercanas al cero absoluto.
En busca del origen de la vida
“El nacimiento de las estrellas es lo que más he trabajado. En particular me gusta la búsqueda de moléculas prebióticas en regiones donde se están formando las estrellas y ese es el tema que más estoy explorando ahora con el Gran Telescopio Milimétrico”.
Iván Gómez explica que como parte de la formación de estructura del universo, desde las primeras galaxias y planetas hasta llegar al origen de la vida, se pasa por una fase de evolución de las estrellas en la que se deberían formar los ingredientes primordiales para las moléculas que tienen que ver con este origen, a eso se le llama química prebiótica.
“En las regiones donde se están formando las estrellas, se dan las condiciones para que se constituyan estas moléculas que son complejas y que son los eslabones primordiales para poder explicar el origen de otras moléculas más cercanas a la vida. En esto estoy involucrado actualmente, lo que es conocido como la astroquímica”.
El científico recuerda que se consolidó en el estudio de la formación de estrellas cuando cursaba el doctorado en Alemania y fue su colaboración con el consorcio internacional en Europa, en coordinación con Chile, como participó en el radiotelescopio APEX (Atacama Pathfinder Experiment), el precursor del observatorio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), donde perfiló su mayor proyecto de vida: el estudio de las estrellas.
Lo que disfruta
La ciencia es una de las actividades que más interés despierta en el doctor Iván Gómez, pero también existen otras cosas que captan su interés y que también disfruta en demasía, así que cuando no está en periodo de observación y preparando datos para los proyectos científicos del GTM, gusta de la literatura, en especial de la referente a la historia de la ciencia. Eso le ha permitido participar en otras actividades, como exposiciones de libros antiguos.
“Hace como un año y medio organicé una exposición de libros antiguos relacionados con astronomía en la Biblioteca Franciscana del Convento de San Gabriel en Cholula y esa es otra de mis aficiones, leer libros antiguos también me apasiona”.
Disfruta además del ciclismo de montaña, algo que considera le ha ayudado a mantenerse físicamente apto para poder llevar el ritmo de trabajo que tiene y en las condiciones en que lo hace.
Lleva tres años trabajando en el GTM y es parte de la primera generación del programa de Cátedras Conacyt. Recuerda que el doctor David Hughes, director del Gran Telescopio Milimétrico, presentó un proyecto para tres plazas relacionadas con la explotación científica del GTM, lo que incluye hacer investigación y llevar a cabo los proyectos astronómicos de la comunidad científica, esto gracias a la experiencia y especialización que tiene, fue así como desde septiembre de 2014 está comisionado en el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE). De esta forma, cuando el día termina para la mayoría de las personas, para el doctor Iván Gómez apenas inicia; el cielo ya lo espera y en la historia de las estrellas aún tiene mucho por descubrir.
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