Edward Jenner
Por Ana Luisa Guerrero
La primer vacuna del mundo fue la que desarrolló Edward Jenner contra la viruela. Este científico llamado “el padre de la inmunología” es recordado en la colonia IMPI Picos, en la delegación Iztacalco de la Ciudad de México, a través de una calle que lleva su nombre.
Desde pequeño mostró su interés por la medicina. A los 13 años ingresó como aprendiz en el consultorio de un cirujano en la comunidad de Berkeley, Gloucestershire, y ocho años después se mudó a Londres para adquirir los conocimientos de John Harvey, para luego volver a su ciudad natal para abrir su consultorio teniendo gran prestigio.
En el siglo XVIII la viruela era una de las mayores causas de muertes, era tratada de manera preventiva inoculando en personas sanas, sustancias extraídas de las postulas de quienes tenían la enfermedad, basándose en la evidencia empírica de que quienes habían la superado no la volverían a contraer.
El médico Jenner se dio cuenta de que la viruela de las vacas ejercía el mismo efecto inmunitario respecto a la viruela convencional en las personas que la habían contraído.
Comenzó a hacer experimentos y en 1796 extrajo materia infectada de un individuo afectado por la viruela de las vacas y la inoculó en un niño sano de ocho años llamado James Phipps, quien desarrolló rápidamente fiebre y pequeñas lesiones, pero no la enfermedad de forma grave. Dos meses después inoculó nuevamente al niño pero ahora con el virus de la viruela convencional y en esa ocasión la enfermedad no se desarrolló. Este procedimiento lo repitió con 23 personas más obteniendo los mismos resultados.
Dos años después escribió “Investigaciones acerca de las causas y efectos de las vacunas de la viruela”, artículo en el que incluye el término “virus”.
Al principio los resultados que obtuvo fueron rechazados por la Royal Society; pero poco a poco la práctica de la vacunación se amplió a tal grado que en 1805 Napoleón ordena vacunar a toda su tropa, la condesa de Berkeley y Lady Duce hacen vacunar a sus hijos y posteriormente la nobleza inglesa sigue su ejemplo.
Distinguido por su descubrimiento, Jenner siguió sus investigaciones con financiamiento de la Corona y pronto se convirtió en un personaje célebre viviendo una holgada vida debido a que recibía anualmente gratificaciones del Parlamento.
Fue instado a mudarse a Londres y ganar mucho dinero, pero rechazó la invitación y regresó a Berkeley, donde fue nombrado alcalde. Fue muy conocida su pasión por la literatura y su afición a escribir poemas.
Edward Jenner murió en 1823 a causa de una hemorragia cerebral.
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