La fotografía como factor de transformación social
Por Dulce Miranda
Ciudad de México. 11 de junio de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Una serie de reflexiones en torno al legado hecho por la generación de fotoperiodistas y fotodocumentalistas mexicanos del último tercio del siglo pasado, se encuentra plasmada en el libro Con el deseo en la piel. Un episodio de la fotografía documental a fines del siglo XX, escrito por la doctora en historia del arte Rebeca Monroy Nasr, profesora investigadora de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien como parte de ese grupo de fotógrafos, recurrió, entre otras cosas, a su memoria para escribir este su noveno libro.
A través de un ensayo acompañado de 57 fotografías, 27 de ellas tomadas por la autora, la doctora Rebeca Monroy hace un recuento sobre su labor como fotógrafa en el periodo de finales de la década de los 70 hasta finales de los 80, con el objetivo de generar reflexiones sobre los antecedentes del trabajo fotográfico actual.
“Yo no quería que se perdiera la práctica de la fotografía analógica sin que hubiera una reflexión al respecto, porque lo digital nos ha avasallado; es inmediato y aparentemente fácil. El mundo de las imágenes es tan enorme que se ha perdido el vínculo hacia lo documental, lo estético y experimental en la fotografía. Un poco con ese deseo de rescate de la memoria hice el trabajo”, comentó en entrevista la también miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
El interés de la autora por otorgar a la fotografía su papel como elemento transformador de la sociedad se ve reflejado en el título de la obra, el cual expresa la pasión con que los jóvenes fotógrafos, herederos del movimiento del 68, buscaban cambiar la realidad.
“Cuando pasa el tiempo uno empieza a verse como historia, como parte del siglo pasado. En ese entonces —décadas de los 70 y 80—, aunque éramos muy jóvenes, teníamos muchas iniciativas y un deseo por modificar la realidad, de transformación, de hacer cosas. Creíamos profundamente que podíamos cambiar la realidad a través de la imagen, de demostrar, de enseñar y educar”.
En este sentido, la doctora Rebeca Monroy compartió que durante la creación de su libro consideró a los universitarios de hoy como sus principales lectores, pues desde su punto de vista, deben conocer el pasado parar saber hacia dónde se dirigen.
“Como mexicanos tenemos una visualidad formada muy interesante. Antes del sexenio de Miguel Alemán, había unas fotos con un afluente visual muy agudo o con gran sentido del humor… Creo que es momento de crear otros afluentes con la información visual exagerada que tenemos. Hay que empezar a pulir, decantar y convertir la imagen de nuevo en un discurso detonador. La globalización nos da acceso a muchas cosas, qué bueno, pero también tenemos nuestros filtros y debemos volver a mirarnos para recuperar nuestras esencias”.
Otros temas que la investigadora explora en las páginas de la publicación, son la diferencia entre fotografía documental y fotografía periodística, la cual radica en el uso social de cada una, así como el trabajo de los medios de comunicación de fines del siglo XX, importantes difusores del fotoperiodismo de la época.
“En mi experiencia, aquello que era encargado por algún periódico como La Jornada o para la revista Siempre!, en su suplemento cultural a cargo de Carlos Monsiváis y Antonio Saborit, sabía que se iba a publicar y que tendría un uso social inmediato. A la par, las imágenes que encontraba y reservaba para mi acervo quedaban como fotografía documental... si bien se entiende que toda la fotografía es documental porque nos sirve para registrar la realidad tangible, pero hay algunas imágenes que desde su creación son pensadas como objeto de estudio y análisis, hay una conciencia transformadora desde su toma”, explicó la autora.
Referente al trabajo de los fotoperiodistas y fotodocumentalistas en la actualidad, opina que aunque no hay una única forma de desempeñar su labor, sí debe existir interés y compromiso por no “trucar” la información, pues eso refuerza la confianza de las personas en el mundo de las imágenes.
“Si alguien hará un documento con el deseo de trastocar las conciencias, de hablar de un evento o de denunciar algo, entre más fino, más veraz y más verosímil, será mejor, sobre todo si es con fines informativos, es necesario conservar las certezas de la imagen. En el sentido estético-experimental es diferente el planteamiento”, concluyó la doctora Rebeca Monroy Nasr.
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