La ciencia es una actividad noble: Luis de la Peña
Por Ameyalli Villafán
México, DF. 20 de mayo de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- En marzo del presente año, el Consejo Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) otorgó al físico Luis de la Peña Auerbach el doctorado honoris causa, distinción que reconoce la trayectoria y contribuciones de los investigadores en distintas áreas del conocimiento.
Para el científico mexicano, el haber recibido este reconocimiento resultó una sorpresa. “Hay tanta gente valiosa en la universidad y me tocó a mí; sorprendente. Es un verdadero honor. Lo agradezco mucho, fue una muy apreciada sorpresa”, declaró.
En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor De la Peña platicó cómo fue que se interesó por la física, así como su trayectoria como investigador y profesor, y la situación actual de la física en México.
La convicción por la ciencia marcó su camino
Luis de la Peña Auerbach recordó que desde la secundaria tenía ya un interés definido hacia la ciencia. “Me imaginaba en un laboratorio de química como en las películas: lleno de colores, vidrios, matraces, tubos de ensayo. Cayó en mis manos un libro de divulgación sobre física moderna, relatividad y física cuántica. Ese libro me llenó plenamente. Fue para mí natural mantenerme en el lado de la ciencia”, rememoró el también profesor en la Facultad de Ciencias de la UNAM.
Sin embargo, la situación económica del doctor De la Peña hizo que se decidiera por estudiar la carrera de Ingeniería Electrónica en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME) del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
“Cuando resolví esos problemas, renuncié a un buen trabajo ingenieril para dedicarme a la docencia en el IPN. Recuerdo que el entonces director de la ESIME me llamó para decirme que la vida académica no me era aconsejable con base en el empleo que ya tenía. Esto fue solamente parte del ambiente ajeno a la academia en el que me eduqué, así que mi decisión fue estrictamente personal y propia de mi clara convicción”, agregó.
Doctorado en Moscú: gran experiencia académica
Durante la época de sus estudios de posgrado, era muy escaso en la propia UNAM el número de especialistas en los temas que le interesaban, por lo que resultaba frecuente que los estudiantes tuvieran que ir al extranjero a continuar sus estudios, manifestó.
“Nos correspondía salir para prepararnos; ya a nuestro regreso tendríamos la tarea de formar a los jóvenes investigadores, como sucede actualmente”, comentó el investigador emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Recordó que fue el doctor Fernando Alba Andrade, entonces director del Instituto de Física de la UNAM, quien propició que muchos jóvenes hicieran estudios fuera del país. “Yo fui uno de los que tuvieron la suerte de ir al extranjero. Hice mi doctorado en tres años”, detalló.
En 1964, Luis de la Peña Auerbach obtuvo su doctorado en Ciencias Físico-Matemáticas en la Universidad Estatal Lomonósov, de la entonces Unión Soviética. En aquella escuela, dijo, tuvo la oportunidad de estar en contacto con físicos muy destacados y con jóvenes talentosos, aunque desafortunadamente con el paso del tiempo perdió el contacto con ellos.
Desde el inicio manifestó su inquietud por los problemas fundamentales de la mecánica cuántica, por lo que lo pusieron en contacto con el profesor Arseny A. Sokolov, quien tenía intereses similares y había publicado algún artículo pionero dentro de ese campo.
De la Peña recordó que “haber trabajado cerca del profesor Sokolov fue adecuado porque había simpatía hacia sus inquietudes –o al menos no hubo rechazo hacia ellas– y existía un ambiente abierto hacia temas muy variados.”
El panorama de la física en México
El doctor Luis de la Peña Auerbach es investigador del Instituto de Física de la UNAM desde hace más de 50 años, durante los cuales ha estudiado mayoritariamente sobre los fundamentos de la mecánica cuántica. En su opinión, la investigación que se realiza en dicho instituto es de alto nivel y contribuye con su granito de arena al desarrollo de la física internacional.
En un texto publicado en la revista Nexos, el científico escribió que “la física es considerada usualmente como la más fundamental de las ciencias naturales y, a la vez, como prototipo de ciencia altamente matematizada. Es precisamente este carácter fundamental de la física el que determina que su desarrollo haya generado profundos cambios no solo en nuestra comprensión de la naturaleza, sino en nuestra vida cotidiana a través de las tecnologías que se han originado en ella”.
Durante la entrevista, comentó que “en México contribuimos al avance de la física con buena calidad y en temas de relevancia por su actualidad, pero debemos reconocer que el esfuerzo, aunque significativo para nuestros medios, es pequeño comparado con el que debería existir dadas nuestras necesidades, y muy menor comparado con el que se realiza en los países avanzados”.
Consideró que en el país no se ha consolidado aún una tradición científica, y que el avance en cuestiones de innovación y de vanguardia es lento, cuando lo hay. “Multitud de problemas que nos son propios simplemente no reciben la atención que merecen y es claro que nadie los va a resolver por nosotros o para nosotros”, agregó.
Para que la contribución de los físicos mexicanos sea socialmente significativa, mencionó, “México necesita hacer un enorme esfuerzo para desarrollar su aparato científico y conectarlo con el sistema productivo; el objetivo debe ser alcanzar la independencia tecnológica, en la medida en que ello es posible y deseable. Tenemos que ser capaces, a la larga –y entre más pronto mejor–, de crear el conocimiento que necesitamos en vez de comprarlo”.
El doctor De la Peña ha combinado su labor como investigador con la docencia. Una de las dificultades que encuentra en la formación de futuros físicos es que hay pocos candidatos para ello, por la falta de tradición en el país y la situación económica prevaleciente, que ofrece un posterior acceso muy limitado a la actividad de investigación de los egresados. “Debido a esta compleja problemática, el alumno requiere tener verdadera vocación y convicción para embarcarse en este camino”, dijo.
A la pregunta sobre qué les diría a quienes se deciden por la carrera de física, respondió: “Que los físicos del futuro se dediquen a trabajar lo mejor posible. Nuestra tarea es trabajar, cada quien en su frente, en lo que sabe y puede hacer, formando más gente y avanzando lo más posible y con entusiasmo. Trabajo creativo es lo que más necesitamos”.
Señaló que los científicos trabajan más por placer que por obligación. “Trabajar durante meses para obtener el resultado buscado es extraordinariamente satisfactorio. La labor científica es tensa pero profundamente retributiva: además de sus posibles beneficios sociales, da muchas alegrías personales”, opinó.
Aunque el doctor realizó sus estudios profesionales en el IPN y considera que le debe mucho a esa institución –ahí dio sus primeros pasos como enseñante–, la UNAM ha sido un pilar importante en su trayectoria académica y en su vida.
Recordó que el doctor Alba Andrade, quien fue su profesor en la ESIME, lo invitó a ser parte del Instituto de Física de la UNAM con la intención de que colaborara en el área de electrónica. Pero tan pronto le fue posible cambió su tarea de investigación para dedicarse a la física teórica.
Mecánica cuántica: la mayor de sus inquietudes
Luis de la Peña Auerbach siempre tuvo curiosidad por los problemas fundamentales de la mecánica cuántica. “A pesar de que es la base de la física contemporánea, desde el principio me pareció que las cosas con ella no eran del todo convincentes. Consideraba que la teoría cuántica no tenía la transparencia y el poder convincente que poseen el resto de las teorías físicas”, explicó.
Agregó que “la física debe ser conceptualmente transparente y estar sólidamente establecida; en ella no caben las dudas lógicas o teóricas de ningún tipo, ni las preconcepciones personales. Una vez que una teoría se considera acabada debe dar respuesta universalmente convincente a todos los problemas; eso no sucede con la mecánica cuántica”.
Recientemente publicó, junto con Ana María Cetto y Andrea Valdés Hernández, el libro The Emerging Quantum,en el que los autores proponen una visión novedosa de este campo de la física.
“No estamos proponiendo ahí una interpretación más de la mecánica cuántica. Intentamos llegar al fondo, buscar la esencia de ella, desvelar la física fundamental que está en sus profundidades”, expuso. Agregó que considera que la visión ahí propuesta tiene soporte físico sólido, y que la teoría que emerge es clara y resuelve los candentes problemas interpretativos de este campo.
La ciencia para beneficio de la sociedad
Para el doctor De la Peña, “la ciencia es una de las actividades humanas que más beneficio genera a la sociedad si se le aprovecha correctamente”. Bajo esta premisa, el científico explicó que el conocimiento y su aplicación socialmente honesta son fundamentales para la solución de los problemas de origen económico o social que aquejan a la gente.
Argumentó que si bien la ciencia ha ayudado al avance social y a que se viva mejor globalmente, existen graves desigualdades y retrasos en la sociedad. “Propiciar la actividad científica y su correlato tecnológico al máximo, vinculando investigación, industria, producción y gobierno, es una necesidad de la sociedad mexicana que requiere debida atención”, expuso.
Una actividad de vinculación con la sociedad en la que colaboró el doctor De la Peña fue la construcción del Museo de la Luz en 1995. “Me tocó participar de cerca; fue una tarea muy agradable porque había mucha voluntad de trabajo y todos participábamos con entusiasmo”, recordó.
Actualmente, el Museo de la Luz está en proceso de remodelación y cambiará de sede a Ciudad Universitaria. “Se renovará el equipo y se incluirán nuevas tecnologías, pues en los 20 años transcurridos desde su diseño, la tecnología de la luz se ha desarrollado enormemente”, agregó.
Albert Einstein, figura ejemplar
Si hay un científico al que admira el doctor De la Peña es Albert Einstein. “Veo en él una figura de una gran calidad humana, además de un gran científico. Tenía una sencillez impresionante y se mantuvo así hasta el final de su vida. Fue extraordinariamente famoso; sin embargo, mantuvo su ecuanimidad, modestia y simplicidad. Nunca dejó de trabajar. Es una figura realmente ejemplar”, manifestó.
Cuando decidió escribir un libro de divulgación seleccionó el tema Albert Einstein: navegante solitario, en el cual abordó no solo las aportaciones del científico al mundo de la física, sino a la sociedad en general.
“La ciencia es una actividad noble en principio y debe servir para que todos avancemos; es un servicio social que nos permite conocer y entender más acerca de la naturaleza –tanto para gozarla como para aprovecharla mejor– y de la sociedad, en este caso para ayudar a su mejor desarrollo”, finalizó el investigador emérito.
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