Un científico a la caza de reacciones químicas en las células
Por Armando Bonilla
México, DF. 12 de junio de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- De madre mexicana y nacido en Perpiñán, Francia, en 1977, Pablo Meyer Rojas llegó a México tan solo un mes después. Vivió alternadamente en ambas naciones hasta los 10 años, cuando se instaló en el Distrito Federal. Ahí cursó la Licenciatura en Física en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Al concluir la carrera, continuó su formación académica en Europa. Allá obtuvo el grado de maestro en Física por la Universidad de París y fue el lugar donde también, a decir de él mismo, descubrió su gusto y pasión por el mundo de la biología.
Posteriormente migró a los Estados Unidos y cursó el Doctorado en Biología Molecular en la Universidad Rockefeller. Actualmente radica en ese país y se desempeña como investigador en biología computacional para la empresa IBM, trabajo desde el cual ha desarrollado diversos proyectos relacionados con la ciencia genómica.
Sentado en una mesa de una librería de la colonia Polanco, en la Ciudad de México, el científico mexicano, autor del libro Genómica. El acertijo de lo humano, concedió una entrevista a la Agencia Informativa Conacyt para platicar sobre su perfil de trabajo y trayectoria profesional.
Se trata de un hombre joven, alto, delgado, de cabello rizado y ojos claros, cuya imagen rompe todos los esquemas del científico tradicional, es decir, señores mayores de anteojos grandes y una larga bata blanca.
La forma en la que se expresa al hablar de ciencia tampoco es parte del estereotipo del científico dibujado en el imaginario social. No es tan técnico, posiblemente motivado por el objetivo de la reunión; su lenguaje dista mucho de una charla compleja y aburrida.
Con una gran sonrisa, el investigador nos invita a sentarnos para comenzar la plática durante la cual cuenta que aun cuando la ciencia es su mayor pasión, no es la única: nos revela su afición por los deportes, en particular el futbol, el cual le gusta ver y practicar.
El joven que comenzó su formación académica en la máxima casa de estudios de México pertenece actualmente a The New York Academy of Science, donde comparte su afición por la ciencia y por los deportes con otros investigadores, con quienes incluso tiene un equipo de futbol de científicos.
Al explicar cómo es que encontró su gusto por el mundo de la ciencia, Meyer Rojas dice: “Creo que a veces, cuando tienes un mínimo de talento para algo y no te das cuenta de ello, hay una especie de selección natural inversa donde acabas haciendo, si tienes suerte porque en todo proceso de selección natural hay un poco de azar y de suerte, algo que te apasiona”.
Sobre lo que más disfruta de la vida, a la par de la ciencia, señala: “A mí me apasionan muchas cosas, desde el deporte, leer y escribir, hasta la historia, porque nací en una familia de historiadores. Pero bueno, hay una cosa en la que como trabajo creo que puedo conjuntar varias de mis aptitudes y es la ciencia, así que entonces me incliné por ella”.
Añade que otro detalle que le gustó mucho de la ciencia es la generación de conocimiento. “Lo que más me atrajo del mundo científico, y en particular de la biología, es que parece una hoja en blanco; justo llegué en un momento en el que, sin saberlo, sentía que iba a haber una explosión en cuanto a la generación de nuevo conocimiento”.
Con un tono de satisfacción, el cual llega a la par de un ejercicio de memoria, Meyer Rojas dice –a manera de resumen sobre su incursión a las ciencias exactas– que fue desde muy chico cuando descubrió su vocación, aunque reconoce que pudo inclinarse también por las ciencias sociales.
“La ciencia es algo que tienes que empezar desde muy chico y una vez que estás en ese camino, vas más o menos avanzando y te va no tan mal, pues sigues en él; pero es importante que durante toda la andanza siga habiendo pasión. Lo que necesitas es eso y paciencia para seguir adelante, porque muchas veces las cosas no salen como uno espera, aunque eso también te da una razón para levantarte todos los días y decir ‘a ver, qué pasó con el experimento, funcionó o no’”, explicó.
La anécdota que cambió su vida profesional
El científico mexicano reitera que fue durante su estancia en París cuando descubrió su afición por la biología. A pregunta expresa sobre este tema, señala que fue gracias al profesor Luc Valentin que entendió que su pasión por dicha área.
“En aquel entonces, yo equiparaba la biología a la clasificación de especies; pero un día me encontré al profesor Luc Valentin impartiendo clases en su aula, donde, pipa en mano, gritaba al fondo del salón. Él, en una materia optativa, mostró que las enzimas pueden cortar el ADN en sitios específicos y que siguen secuencias palindrómicas; en ese momento descubrí que la biología moderna era algo más que clasificar especies”, recuerda.
Investigación actual
Pablo Meyer Rojas desarrolla diversos proyectos relacionados con la ciencia genómica. En la actualidad, sus líneas de investigación son básicamente dos: dream y reacciones químicas a nivel celular.
Explica que la primera son concursos donde la gente intenta programar algoritmos que predicen diversas cosas. “Lo que hacemos es comparar esos algoritmos y definir cuál es el mejor. Porque es muy difícil saber cuál es el mejor modelo o algoritmo para predecir algo”, agrega.
Por ejemplo, si quieres predecir cuál es la probabilidad de que mueras, si tienes cierta mutación en el contexto de cáncer de seno, todo dependerá de cómo haces tus predicciones, abunda el científico.
“Tienes ciertos datos, los usas e intentas predecir otro tipo de datos; pero obviamente es muy difícil no hacer trampa cuando tienes la respuesta. Entonces lo que hacemos es darle a todo el mundo los mismos datos, pero cada uno utiliza su algoritmo desarrollado y les pedimos que predigan la respuesta que ya tenemos”, detalla.
Este tipo de modelo genera un equipo colaborativo que encuentra la mejor manera de predecir desde enfermedades, hasta el comportamiento de una red de genes, comenta Meyer Rojas.
Añade que la segunda línea de investigación es para medir, de la manera más precisa posible, cómo suceden las reacciones químicas dentro de las células para ir más allá de solo correlaciones estadísticas y modelos que, aunque son predictibles, muchas veces no dicen mucho sobre el mecanismo de lo que está ocurriendo. “Entonces, más allá de las predicciones para entender cómo funciona un organismo, se necesita medir reacciones dentro de las células”, abunda.
“Intentamos reproducir reacciones químicas dentro de bacterias para poder medir cómo una enzima interactúa con un químico, lo modifica y produce otro químico. Esta es una reacción cualquiera pero dentro de las células suceden cientos de miles de reacciones como esta. Hay una especie de fenómeno que, siendo un físico, ves cómo una célula logra controlar toda una serie de factores que pudieran parecer caóticos para formar lo que es un ser vivo”, concluye el investigador.
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