Iván Pérez Neri, convergencia entre la ciencia y el arte
Por Carmen Báez
Ciudad de México. 25 de marzo de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Aunque no era escritor ni filólogo, al igual que J. R. R. Tolkien, Iván Pérez Neri creó su propio alfabeto cuando apenas era un niño. En la actualidad esa inquietud se ha transformado en la creación de nuevos algoritmos capaces de traducir artículos científicos en música, uno de los proyectos alternativos del actual investigador del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía (INNN).
Originario de la Ciudad de México, el doctor en ciencias médicas es un joven investigador promesa, y es que los estudios que realiza en el Departamento de Neuroquímica del INNN podrían en un futuro reducir la depresión y la muerte neuronal en personas con Parkinson, una enfermedad neurodegenerativa caracterizada por la falta de coordinación y rigidez muscular y temblores.
En la actualidad lidera un proyecto apoyado por un financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que consiste en estudiar la hormona dehidroepiandrosterona (DHEA) y el efecto que tiene sobre diferentes sistemas de neurotransmisión (dopamina, serotonina y noradrenalina) involucrados en trastornos psiquiátricos y neurológicos.
Los resultados de este trabajo, que conformó la tesis de doctorado de Iván Pérez Neri, muestran que la hormona podría reducir la depresión al inhibir la enzima monoamino oxidasa estimulando así la noradrenalina, uno de los neurotransmisores que se encuentran deficientes en la depresión. Esta investigación fue seleccionada para presentarse en el Primer Congreso Nacional de Investigación Científica Básica “Casos de éxito” del Conacyt.
En entrevista, el joven investigador destacó que desde su adolescencia quiso saber cómo funcionaban el pensamiento y la conducta desde el punto de vista bioquímico. Con esta motivación estudió la carrera de químico farmacéutico biólogo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Orígenes
"Siempre me llamaron la atención cosas que tuvieran vida y siempre fui bueno en química, así que busqué una carrera en la que pudiera especializarme en bioquímica. La carrera químico farmacéutico biólogo es una buena intercepción entre la química y la biología", comentó.
Una vez que terminó la licenciatura su principal interés fue estudiar las bases biológicas de los trastornos mentales, idea que sembró en él una compañera de la universidad.
"Hacia el final de mis estudios de licenciatura debía entregar un trabajo de investigación sobre las bases genéticas de alguna enfermedad, por lo que elegí estudiar la esquizofrenia. Un día que me encontraba en la biblioteca de mi facultad estudiando el tema se me acercó una compañera y, cuando le comenté sobre mi trabajo, me preguntó algo que hasta ese momento no podía contestar con mucha certeza: ¿la esquizofrenia se hereda? Ese fue un primer comienzo, me clavó una espina que nunca se me quitó", recordó.
Con este objetivo, el también miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) buscó en diferentes instituciones un proyecto de tesis relacionado. Así fue como llegó al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez, donde obtuvo una cita con el entonces director de investigación, Camilo Ríos Castañeda.
"El doctor Ríos me comentó que su grupo había comenzado recientemente el estudio de una reacción bioquímica que se creía alterada en la esquizofrenia: la síntesis del óxido nítrico. Acepté participar, parecía ser el proyecto ideal para mí", agregó.
Ciencia y arte
Como aficionado de la literatura, el doctor Pérez Neri tiene gran interés por los simbolismos y desde hace tres años emprendió un proyecto que pretende ser punto de convergencia entre la ciencia y el arte.
“Por diferentes motivos he logrado relacionarme con personas que se dedican a alguna vertiente artística: un día en la casa de mi amigo Mauricio él estaba cantando mientras yo revisaba mi trabajo científico. Otro amigo en común bailaba e improvisaba coreografías, de pronto por un momento todos estábamos creando desde nuestra disciplina. Y pensé, hasta qué punto, en ese momento, lo que hace cada uno puede influir en lo que hace el otro, a partir ahí se me quedó la idea de combinar las artes con las ciencias”.
Así entonces Iván Pérez Neri combina su trabajo científico con el arte, que consiste en codificar en forma de sonido todas las letras del alfabeto latino, las tildes que se usan tanto en español como en otros idiomas. El sonido de las palabras se diferencia si el vocablo está en mayúscula o minúscula, si es femenino o masculino, singular o plural.
“Si la música en el fondo es un lenguaje, debe ser traducible. Debe existir manera de conseguir una equivalencia entre la música y otros lenguajes como lo es entre los idiomas. Llegué al punto en el que logré diseñar mi propio algoritmo para lograr la equivalencia, de modo que actualmente cuento con algunas composiciones hechas con este sistema a partir de textos científicos. El primer texto fue mi primer resumen de congreso”, explicó.
A la fecha, con esta metodología el doctor en ciencias médicas por la UNAM ha generado 11 composiciones musicales, la más reciente de ellas basada en la secuencia de un gen, la monoamino oxidasa B involucrada en la enfermedad de Parkinson.
Difusión de la ciencia
De padre periodista, Pérez Neri conoció de la mano de su progenitor el quehacer de la comunicación, es por ello que para el investigador, la divulgación de la ciencia es una labor que involucra la participación del científico y el comunicador.
“Quizá por ser hijo de un periodista considero que la difusión de la ciencia es una labor muy valiosa, por lo que creo que es lamentable que a los investigadores no se nos reconozca esa participación como parte de nuestra productividad. En mi opinión, la interacción estrecha entre científicos y periodistas es fundamental para que el conocimiento que podemos generar sea accesible para la sociedad”, resaltó.
¿Cuáles son los pasatiempos de Iván Pérez Neri?
Es amante de la literatura y cinéfilo. Su cine favorito es el que realizan directores como Lars von Trier, David Lynch, Ingmar Bergman, Friedrich Wilhelm Murnau, por mencionar algunos. De hecho, en algún momento de su adolescencia pensó en estudiar cine, pero finalmente se decidió por la ciencia. Otro de sus pasatiempos es viajar y conocer diferentes culturas.
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