Un desastre natural, no es natural: Semana Nacional de Ciencia y Tecnología
Por Chessil Dohvehnain
San Luis Potosí, México. 26 de octubre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- La Semana Nacional de Ciencia y Tecnología (Sncyt) ya está en San Luis Potosí y se celebrará hasta el próximo martes 30 de octubre del año en curso. Con la participación de más de 15 instituciones entre universidades y centros públicos de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), se trata de un esfuerzo de divulgación de la ciencia en la capital potosina.
“Vivimos épocas en que la ciencia y la tecnología son parte de nuestra vida diaria. La forma en que vivimos se ha transformado completamente, y el ferrocarril es, por ejemplo, un caso muy claro. Entonces todas estas cosas son posibles gracias a los desarrollos científicos y sus aplicaciones. A los niños y jóvenes hay que explicarles todo esto: que realmente la forma en cómo vivimos es el resultado de la acumulación de conocimiento científico”, afirma en entrevista José Luis Morán, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC).
La Semana Nacional de Ciencia y Tecnología celebra sus primeros 25 años (y esperemos que cumpla en extremo muchos más), por lo que en esta ocasión su celebración va de la mano con una temática que se mantiene actual por los fenómenos naturales que han impactado la conciencia colectiva de México en los últimos años, sean eventos sísmicos como el del año pasado en la Ciudad de México, o los fenómenos hidrometeorológicos que han tocado la costa del Pacífico del país. Por lo que este año, los desastres naturales son la reflexión que enmarca este evento.
“Un desastre no es natural, aunque hay todavía una gran idea por parte de la sociedad y de científicos, de que lo es. Y en realidad, de acuerdo con los especialistas, un desastre es algo social. Las sociedades, de acuerdo con sus características culturales, políticas y económicas, generan vulnerabilidad; es decir, características que en caso de presentarse un fenómeno natural, se puede producir un impacto negativo en la sociedad que genera un desastre. Pero en realidad los desastres son “construcciones” sociales en los diferentes tiempos históricos de las mismas”, comenta en entrevista la doctora Patricia Julio Miranda, coordinadora de la licenciatura en arqueología de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP).
Ante esta realidad, se vuelve necesario reflexionar en las dimensiones justas lo que la noción de “desastre natural” implica culturalmente para las sociedades. Porque de esa concepción parten las iniciativas de políticas públicas y de seguridad. Para Patricia Julio Miranda, en esto las ciencias sociales tienen un papel crucial que desempeñar. Según ella, durante la trayectoria de los estudios sobre desastres (estudios que llegó a coordinar temáticamente como posgrado en la UASLP), entre las ingenierías y las ciencias mal llamadas duras, existe una noción de que el desastre es natural.
“Por lo que se llega a decir que hay que estudiar el fenómeno solamente, o bien buscar obras de ingeniería que lo mitiguen. Pero los científicos sociales son los que alzan la voz y dicen que los desastres no son provocados por las fuerzas naturales, sino que tienen que ver con la interacción de las sociedades con la naturaleza. Y ellos son los que empiezan a poner el foco (que me parece lo más interesante), en donde debe ser: ¿cuáles son las características de la vulnerabilidad social?, o ¿por qué una sociedad es vulnerable?, o también ¿cómo una sociedad puede ser menos vulnerable ante un fenómeno natural de manera que tenga un menor impacto y no se genere un desastre”.
Para la investigadora, la divulgación desde las ciencias sociales, sobre lo que causan los desastres, ayuda a comprender mejor cuáles son los factores involucrados para estudiarlos y así tratar —desde el trabajo conjunto de las ciencias— de crear estrategias y programas que ayuden a que los desastres no ocurran.
Divulgación de las ciencias sociales
“El papel de las ciencias sociales en la Semana Nacional de Ciencia y Tecnología es fundamental. Cuando se habla de ciencia, la gran mayoría de las personas podría pensar en química, matemáticas, física, astronomía o en robótica, computación, etcétera, y nos olvidamos de la parte de quiénes están detrás de la ciencia, que es la sociedad. Y para ello están las ciencias sociales y las humanidades”, comenta Gilberto Pérez Roldán, doctor en antropología por el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En el estand que representa, se promueve un discurso de divulgación de las ciencias sociales, partiendo de que todos formamos una sociedad independiente a nuestras ideologías, inclinaciones políticas o situación económica. El cómo estamos inmersos como sociedades en una relación con el conocimiento y el conocimiento relacionado con otras formas de conocimiento, es la otra cara de su discurso divulgativo vinculado con el tema de los llamados desastres naturales.
“A un desastre natural le llamamos así no porque el fenómeno destruye las sociedades. Dentro de nuestras actividades divulgativas tenemos una sección que trata de hacer conciencia de que, al final, esos fenómenos son efectos parte de la naturaleza. Pero hay que saber convivir con esos fenómenos, que son poderosos, claro (no es lo mismo una lluvia de fin de semana en la ciudad a un huracán en la costa), pero al final son parte de la vida. Y el ser humano ha tenido desde tiempos antiguos formas de convivir con esos fenómenos, y no lo veían como desastres”, explica Pérez Roldán, también director del Laboratorio de Arqueozoología de la UASLP.
Para el especialista, esto es importante porque el pánico y el miedo son reales ante esos escenarios, pero también es bueno y sano ver esos fenómenos en su justa dimensión. Más cuando comprendemos que nuestra concepción de la naturaleza como ciudadanos occidentales no es ni universal (los pueblos originarios tienen otra concepción del universo), ni transtemporal (nuestra idea y forma de relacionarnos con la naturaleza no ha sido igual a lo largo de la historia).
“Los pueblos originarios veían estos fenómenos como parte de ciclos de vida. Cuando el ser humano aprende a convivir con la naturaleza, la parte cívica de protección aparece, porque cuando aprendes a convivir creas un sistema de protección. Por poner un caso, los incas, en las costas del Ecuador y Perú, se fijaban en un tipo de conchas de mar rojas (Spondylus princeps), y veían que cuando esas conchas ya no estaban en las costas sino en mar adentro, ocurría el fenómeno de El Niño. Y aprendieron a medir eso. Como aprendieron como sociedad a convivir con el fenómeno, lo que hacían era limpiar su sistema hidráulico y de captación de aguas porque sabían que ese año tendrían muchas lluvias. El imperio mandaba que las comunidades de las costas se resguardaran en partes elevadas y pasaba el fenómeno de El Niño”.
Para él, es importante reflexionar que con toda nuestra ciencia moderna, a veces pareciera que no hemos aprendido (o hemos olvidado) a convivir con la naturaleza, algo que el concepto de desastre natural revela con sus connotaciones negativas. Una concepción diferente de estos fenómenos, según el investigador y divulgador de la ciencia, permitiría a las autoridades y sociedad en general tener otras formas de afrontar esas situaciones.
“En el caso de los temblores, en la época prehispánica, aquellas sociedades tenían toda una explicación. En el caso de los mexicas (a veces llamados aztecas), era la deidad conocida como Cipactli su responsable. Deidad representada por una especie de reptil semejante a un cocodrilo, pero mitológico. Para ellos, si Cipactli estaba cansado de estar en su posición y movía un pie o la cola, ocurrían los eventos sísmicos. Además ellos (los mexicas) tenían ciertas lecturas, como el comportamiento de los pájaros y del resto de los animales, y con eso se preparaban. No tenían la tecnología como la que tiene el Servicio Sismológico Nacional (SSN), pero lo sabían. El problema es que como sociedad actual, hemos olvidado observar”.
Pero afortunadamente, afirma, las tecnologías contemporáneas funcionan, pero quizá también sea buena idea complementarlas con esos saberes que tenían las poblaciones antiguas de las cuales aún descendemos. Y que son rescatados mediante el esfuerzo de disciplinas científicas como la arqueología, la historia, incluso la antropología, a través del estudio de la cultura material como la arquitectura antigua, desde enfoques como la arqueoastronomía, o el análisis de fuentes textuales como los códices prehispánicos, por mencionar un par de ejemplos.
Ciencia para la sociedad mexicana: un deber necesario
Lo anterior es solo una muestra de la calidad de los discursos de divulgación científica que, justificados en estrategias de vinculación social mediante la socialización del conocimiento, tienen un efecto potencial de impacto en las mentes de niños y jóvenes.
“El Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología es un organismo descentralizado del gobierno del estado y entre sus funciones sustantivas tiene la divulgación de la ciencia, tecnología e innovación como prioridad. Por lo que esta semana nacional es un espacio más de los que coordinamos en el Consejo para que la sociedad se apropie realmente de la ciencia, tecnología e innovación. Es un año más que lo hacemos junto con otras instituciones de investigación y educación superior, una red de divulgadores y empresas, para hacer de este espacio uno idóneo para acercar el conocimiento a toda la sociedad en general”, comenta en entrevista Rosalba Medina Rivera, directora general del Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología (Copocyt).
Para ella, es innegable que el mundo avanza con el conocimiento e innovación en ciencia y tecnología y que además está demostrado que el desarrollo económico continuo en las naciones se da gracias a ello. La inversión en ciencia para ella es lo que implica que surjan soluciones para los problemas, incluso más triviales de nuestras vidas, y que su empuje desde la niñez es una tarea que nos incumbe a todos.
“Faltan científicos. En México, el promedio de científicos por habitante es bajo en comparación con otros países, pero se ha avanzado muchísimo, y hoy día la misma sociedad se da cuenta de ello. Por lo que impulsar este tipo de actividades es algo más que complementa lo que niños y jóvenes aprenden en las escuelas. Creo que para San Luis Potosí, en los últimos años, esto se ha fortalecido. Tan solo el año pasado se creó el Sistema de Ciencia, Tecnología e Innovación, que es una estructura por medio de la cual se busca articular esfuerzos entre centros de investigación, instituciones de educación superior y empresas, para resolver las grandes demandas de la sociedad potosina”.
Esta vinculación se extiende con las instituciones públicas como los museos, tal es el caso del Museo del Ferrocarril Jesús García Corona, cuya directora general, la licenciada Xaviera Acosta Esquivel, ha continuado en alianza con el Copocyt. Un ejemplo claro de ello no es solo el que la sede de la Sncyt sea en dicho espacio, sino también el resguardo que el museo tiene del llamado Vagón de la Ciencia, un espacio interactivo que divulga, mediante realidad virtual, historia y experimentación, cómo es que la ciencia nos ha permitido crear maravillas como el ferrocarril, un elemento tecnológico fundamental para la modernidad.
Al doctor José Luis Morán, cofundador del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (Ipicyt), le gustó el Vagón de la Ciencia, en el que los asistentes harán un recorrido sobre lo que fueron los desarrollos tecnológicos que iniciaron con la máquina de vapor en el siglo XVII hasta los supertrenes magnéticos, como aquel que existe en Japón, que se mueven y levitan basados en el estudio de los campos electromagnéticos.
“Para que México crezca en el desarrollo del conocimiento científico y la tecnología, son de vital importancia estos eventos. Ojalá que esta Semana Nacional de la Ciencia continúe por muchos años más. Creo que ya está dentro de los ámbitos sociales y culturales de todo el país, y hay que incentivarla aún más para que los niños se interesen en la ciencia”, opina el director de la Academia Mexicana de Ciencias.
Hasta el martes 30 de octubre —fin de semana incluido—, instituciones como El Colegio de San Luis (Colsan), la Universidad Politécnica de San Luis Potosí (UPSLP), el Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica (Ipicyt), la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), entre otros organismos y grupos de divulgación científica, seguirán dándose cita en este impresionante festival nacional en el Museo del Ferrocarril Jesús García Corona, ubicado en el centro de la capital potosina, de 9:00 a 19:00 horas en días laborales, y de 10:00 a 20:00 horas en sábado y domingo, de manera gratuita, para niños y jóvenes de educación preescolar, primaria, secundaria y bachillerato.
“¿Por qué venir a la Semana Nacional de Ciencia y Tecnología? Porque aquí van a descubrir, aprender y jugar con la ciencia, y lo verán de una manera divertida. En las aulas, las ciencias son esas asignaturas a las que los niños huyen, y venir a la semana será para ellos ver la innovación, la tecnología y el conocimiento de maneras que nunca habrían pensado. Y de forma divertida para todos, chicos y grandes”, invita Rosalba Medina Rivera, directora del Copocyt.
• Dra. Patricia Julio Miranda
Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades
Coordinadora de la Licenciatura en Arqueología, UASLP
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• Dr. José Luis Moran
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(01 444) 811 6666, 817 4646 y 817 0756 ext. 210
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• Rosalba Medina Rivera
Consejo Potosino de Ciencia y Tecnología
Directora general
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• Lic. Xaviera Esther Acosta Esquivel
Museo del Ferrocarril Jesús García Corona
Directora general
(01 444) 812 4210
• Dr. Gilberto Pérez Roldán
Licenciatura en Arqueología
Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, UASLP
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(+52 444) 832 1000 ext. 9238
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