Ecosur, la ciencia desde la frontera
Por Susana Paz
Campeche, Campeche. 26 de junio de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Entre la neblina de San Cristóbal de las Casas; cerca de la ciudad amurallada de Campeche; en medio de cafetales en Tapachula; a orillas del Mar Caribe en Chetumal; y en la exuberante Villahermosa, El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) tiene más de 40 años de trabajo en los que se ha convertido en un referente de investigación científica en el sur-sureste del país.
Inmerso en las particularidades de la región, al estar situado en zonas de gran diversidad biológica y de una enorme riqueza cultural, Ecosur se enfoca en dar respuesta a las diferentes problemáticas que lo circundan, desde la mirada donde convergen las ciencias sociales y las ciencias naturales, con la amalgama de la sustentabilidad y, sobre todo, con un marcado compromiso social.
Para su director general, Mario González Espinosa, “Ecosur es una institución extraordinariamente potente, maravillosamente diversa, endemoniadamente compleja… Ecosur es, ante todo, un reto y una experiencia fascinante día a día”.
De acuerdo con la directora de la unidad Campeche de Ecosur, Griselda Escalona Segura, la gran misión de este centro es tener un impacto de todos los conocimientos que son generados por la institución, en los diferentes sectores y ámbitos de la sociedad. Desde los temas de salud, migración, agricultura, equidad, conservación, entre otros, con el objetivo de promover la sustentabilidad.
“Ecosur está ubicado en la zona sur-sureste de México, colinda con los países de Centroamérica y desarrolla investigaciones que pretenden mejorar las condiciones de vida, utilizando una combinación de enfoques desde las ciencias naturales y ciencias sociales, para desarrollar esquemas de sustentabilidad que permitan la productividad, la generación de economía, el bienestar de las familias, y obviamente la conservación de la biodiversidad. En ese sentido, Ecosur es muy pertinente con todas sus unidades. Cada una con temas fuertes de investigación en determinadas áreas específicas”, afirmó el director de la unidad Tapachula, Jorge Toledo Arreola.
No es que San Francisco de Campeche sea solo impecable, son sus colores que se impregnan en el aire y es el cielo azul intenso que se respira, junto con el calor que asciende a cada paso, entre murallas que contienen parte de su pasado. La ciudad, que fue un antiguo puerto y que en 1999 fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), fue escenario de la Semana de Intercambio Académico de Ecosur, y es en este marco donde directivos e investigadores platicaron sobre las principales características y retos de esta institución.
De su historia y sus regiones
Ecosur pertenece al Sistema de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), y busca contribuir al desarrollo sustentable de la frontera sur de México, Centroamérica y el Caribe, a través de la generación de conocimientos, la formación de recursos humanos y la vinculación desde las ciencias sociales y naturales, según se afirma en su portal web.
Fue impulsado en 1973 con el nombre de Centro de Investigaciones Ecológicas del Sureste (CIES) como iniciativa del gobierno de Chiapas, la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Conacyt, y se creó en 1974 bajo decreto presidencial.
Para el director general de Ecosur, Mario González Espinosa, se trata de una institución fundamental para el país: “Con mucho orgullo lo podemos decir, que dentro del Sistema de Centros Públicos de Conacyt, es un centro particularmente notorio, estratégico, por la filosofía de trabajo que alienta la institución y la trayectoria que ha podido cultivar a través de poco más de 40 años; por la envergadura de sus programas y la calidad de sus investigadores y egresados”.
Tiene cinco sedes o unidades; una en San Cristóbal de las Casas, donde está la dirección general; en Tapachula, Chiapas; Villahermosa, Tabasco; Campeche, Campeche; y en Chetumal, Quintana Roo. Para el director, estas cinco unidades, son como “hijas de una familia, y todas valen igual. Unas son más grandes que otras, pero ninguna es la favorita. Son iguales. La política interna de la institución es absolutamente equitativa, aunque sean muy dispares en su tamaño y sus capacidades”.
Resaltó que lo importante es aprovechar su presencia en estas cinco ciudades estratégicas de la frontera sur de México y lograr un posicionamiento, aun con las dificultades que esto implica.
“En la unidad Campeche, en donde hay 22 investigadores, surgimos con la idea de complementar a las instituciones locales. Ya habían centros de investigación, como el Instituto de Pesquería y Oceanografía del Golfo de México; la idea fue adentrarnos en la región de Calakmul, en la montaña, donde no había trabajos, prácticamente los que se tenían eran de historia o arqueología, pero en todos los procesos sociales, naturales o ecológicos no había investigación”, explicó la directora de dicha unidad, Griselda Escalona.
En el caso de la unidad Tapachula, hay 26 investigadores y tres que se insertaron recientemente con el programa de Cátedras Conacyt. Según su director, Jorge Toledo, están ubicados en una zona con una agricultura intensiva donde se demandan muchos insumos, por lo que una de sus grandes líneas de investigación tiene que ver con encontrar soluciones a la problemática que enfrentan los grandes cultivos de, por ejemplo, café o mango.
Afirmó que si bien la unidad Tapachula tiene varios enfoques, su eje principal es el manejo de plagas, seguido del tema de contaminación ambiental, pesquerías artesanales, manejo sustentable de la zona de litorales de la región y el fenómeno social de la migración.
“Si conjuntamos las cinco unidades todas están haciendo, desde su propio punto de vista y sus principios, esfuerzos para generar soluciones a las diferentes problemáticas que se enfrentan, que van de lo social a lo ambiental. En ese sentido, si bien no somos punta de lanza con relación a otras instituciones, me refiero a las grandes universidades nacionales e institutos, en Ecosur lo que se busca es hacer alianzas con estas para crear sinergias y avanzar más rápido en la búsqueda de soluciones que se presentan día a día”, afirmó Toledo Arreola.
De temas y compromiso social
La definición de las áreas temáticas que se trabajan actualmente en la institución, dijo su director general, han resultado de un largo proceso de reflexión, evaluación permanente, y de “tomarle el pulso” a la región para ir identificando su evolución en más de 40 años, en cuanto a las necesidades no atendidas y en la necesidad de darles prioridad.
“Ecosur tiene cuatro grandes campos de actividad que lo distinguen particularmente (...) por un lado, la sociedad y la cultura; por otro, cómo la sociedad y la cultura hacen el aprovechamiento de un territorio y de los recursos naturales que en él pueden encontrarse a través de la aplicación de sistemas productivos de diferentes tipos, algunos ancestrales y otros modernos. También cómo en esos territorios, en un país que es uno de los más biodiversos del mundo, y en particular en esta región que representa, junto con el estado de Oaxaca, el mayor cúmulo de riqueza biológica de México, se puede coexistir de manera sustentable. Y finalmente, como un cuarto gran ámbito de trabajo, la salud pública, que es una de las áreas en las cuales la institución se ha distinguido de manera especial con respecto a los otros centros Conacyt y que fue el origen de nuestra institución hace más de 40 años”, explicó Mario González.
A partir de la misión de aportar en investigación en estas cuatro áreas temáticas, del trabajo de estudio, la formación de recursos humanos y la vinculación, el hilo conductor en estas acciones para Ecosur ha sido contribuir al desarrollo sustentable de la sociedad de la frontera sur de México, Centroamérica y el Caribe.
“Ecosur se distingue, por encima de todo, por su compromiso social. Obviamente están las grandes instituciones y universidades a nivel nacional que tienen esta característica, pero en Ecosur esto es algo arrollador; el énfasis en el compromiso social con grupos en particular más desatendidos, con grupos marginados, con grupos en necesidad de mayor apoyo, eso nos distingue mucho. No estamos en una región donde haya grandes grupos industriales, si los hubiera probablemente también trabajaríamos con ellos, pero por estar en una región donde prevalecen poblaciones marginadas, pues hemos acudido y respondido a trabajar con ellos”, afirmó el director general.
Para González Espinosa, la región se convierte así en su área de referencia, en un “laboratorio natural”, y a partir de él y para él es que realizan su trabajo, aunque no dejan de pensar que sus resultados pueden ser útiles en India, Ecuador o en cualquier parte del mundo donde también prevalezcan situaciones con determinadas similitudes y diferencias.
De investigadores y formación académica
El centro tiene una planta académica de alrededor de 150 investigadores y otros 150 de personal técnico-académico; aunado a los que trabajan en el concepto de Cátedras Conacyt.
“En Ecosur existe una enorme calidad humana en el personal de investigación. Prevalece en la mayoría una actitud ética incontestable, una ética más allá de cualquier acuerdo que la pueda poner en vulnerabilidad. La calidad de la planta académica tiene un elemento muy importante, porque no solo tienen la capacidad de producir y sacar adelante los productos académicos en términos de libros, de artículos publicados en revistas importantes, sino que tiene el valor de que han definido sus temas de estudio no por un capricho o una curiosidad, si bien a los científicos los mueve la curiosidad, pero no es suficiente, en nuestro caso vemos esto en conjunto con un problema de investigación relevante con el contexto en el que nos encontramos”, aseguró el director.
La formación académica de alto nivel es otro de los elementos que distingue al centro. Ofrece la Maestría en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural con seis orientaciones, Maestría en Liderazgo para la Conservación mediante el Aprendizaje, Maestría en Ecología Internacional y un Doctorado en Ciencias en Ecología y Desarrollo Sustentable con tres orientaciones; todos pertenecen al Programa Nacional de Posgrados de Calidad (PNPC) del Conacyt.
“El posgrado es algo muy cercano al corazón de cada miembro de Ecosur. Y lo trabajamos con gran celo para que tenga estándares realmente del más alto nivel que nos sea posible imprimir. En cuanto a la calidad con la que dedicamos nuestros trabajo, estamos en la frontera de nuestras capacidades. Sobre la cantidad de personas que participan en el posgrado, este año tuvimos un ingreso récord. No se había dado un número tan alto de estudiantes en la matrícula, en esta Semana de Intercambio Académico en particular están presentes todos los estudiantes de primer año y son muchos, como nunca antes, alrededor de 150 de primer ingreso, entre maestría y doctorado”, comentó.
En lo que se refiere a la oferta educativa, este año presentarán al Conacyt una propuesta revisada del programa de Maestría en Ciencias, lo que implicará la posibilidad de crear nuevas orientaciones. El año pasado lo hicieron para el doctorado, y en este caso se hará con el propósito de mejorar y ampliar las líneas para que sean más acordes a la realidad actual.
De retos y proyectos
Uno de los objetivos en cuanto a la visión y la manera de hacer investigación científica tiene que ver, según González Espinosa, con apoyar proyectos multidisciplinarios y transversales. Lo primero, porque requerirán de la conjugación de especialistas que, centrados en un problema común, aporten sus propias visiones y conjuguen un esfuerzo multidisciplinario. Y lo segundo, porque se pueden abordar diversas problemáticas con sus variantes en una región de Chetumal, Tapachula o Campeche.
Como por ejemplo el tema de la migración que pasa por México y que se puede estudiar tanto en Chetumal, Tapachula y Villahermosa, con distintos elementos y variantes; no obstante, el fenómeno es transversal, porque la migración requiere de un enfoque multidisciplinario para poderse trabajar, no lo puede trabajar solo una persona especialista en demografía, sino que tienen que colaborar sociólogos, economistas, expertos en temas ambientales.
“¿Qué proyectos convendría que Ecosur aliente entonces? Creemos que proyectos grandes, importantes, de carácter multidisciplinario. Lamentablemente, la política de desarrollo de ciencia y tecnología, tanto en México con a nivel mundial, abre convocatorias para proyectos individuales; entonces los proyectos de gran alcance, tanto geográfico como multidisciplinario, todavía no encuentran su lugar. Y precisamente emitimos una convocatoria con la intención de poder dar recursos a grupos que pudieran hacer propuestas que no van a salir ganadoras en las convocatorias regulares convencionales, sino dar recursos, aunque no dejan de ser modestos, a proyectos de cuatro años, multidisciplinarios y transversales”, aseveró el director.
Y es que, a su juicio, es raro que alguien otorgue cuatro años de financiamiento a un proyecto, y menos que sea multidisciplinario y de amplia distribución geográfica, por lo que considera que se debe seguir avanzando cada vez más en definir este tipo de grandes proyectos regionales del sur-sureste del país.
“Estamos en la región de mayor biodiversidad que hay en México; el proyecto de relevancia nacional es el de la conservación y el uso sustentable de esta diversidad. Estamos también en una región de gran riqueza cultural y nuestro problema nacional es cómo se integran las culturas de los pueblos originarios a un desarrollo sustentable insertado en un país como México, que tiene por una parte en el norte ciertas características y en el sur está anclado en otras tradiciones”, afirmó.
De legado y aprendizajes
Mario González Espinosa lleva 18 meses al frente del centro y tiene una trayectoria de investigación de 40 años; es ingeniero agrónomo egresado de la Escuela Nacional de Agricultura, hoy llamada Universidad Autónoma Chapingo (UACh), con un doctorado en Filosofía (Ph.D. Biología de Poblaciones-Ecología Evolutiva) en la Universidad de Pensilvania. Es especialista en biología de la conservación y restauración ecológica de selvas y bosques, lleva 28 años trabajando en Ecosur, además de pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con el nivel II.
“No había sabido lo que era estar al frente de una institución. Lo he venido conociendo con una participación muy intensa, con algunos cargos directivos dentro de ella y en otras donde trabajé antes, pero nunca a este nivel. Y mientras uno no llega a estos zapatos, no se ven las cosas de la misma manera. Hay tanto que no te imaginas si no estás en estos zapatos. Todo ha sido un proceso de diario aprendizaje, es fascinante ir avanzando hacia retos muy importantes de carácter diverso”, expresó.
A menos de la mitad de su administración, afirmó que hay varias cosas que le gustaría hacer en Ecosur: “Una de ellas es dejar un centro donde haya mucha imaginación para crear y abordar grandes temas de trabajo. Hemos insistido en ello y va ganando espacio la idea. El que la gente no se sienta conforme trabajando solo en algo pequeñito, que se sientan no muy conformes trabajando solos, que se sientan más proclives a sentirse bien trabajando en equipo, con colegas de diferentes disciplinas, esa es una. La otra, es una institución, que aunque tiene 40 años, en realidad la puedo percibir como una joven vigorosa, llena de vida, llena de vitalidad, que tiene toda la capacidad y que cree que se puede comer el mundo, beberse al mundo en un vaso de agua”.
Para el director general, la institución necesariamente tiene que madurar en sus mecanismos y su funcionamiento internos; en el respeto a una serie de formas y procedimientos que la función pública les pide porque, a su juicio, esa madurez no la tienen todavía.
“Creemos que las cosas se hacen de una manera que no se pueden, porque así las hemos visto en el extranjero y en otras instituciones, y no nos damos cuenta de que estábamos en instancias privadas, y en México en instituciones que tienen autonomía, es decir, que no interactúan con Hacienda o con la Función Pública, como sí lo hacen los centros Conacyt. Este es un aspecto de la institución que a mí me gustaría dejar, un centro que funciona con orden, en donde se puede saber qué esperar en cada circunstancia, en donde prevalezca el estado de derecho. Y por último, me gustaría poder dejar una institución en buenos términos de tamaño respecto a su presupuesto, a su capacidad de gestión para conseguir recursos propios. Nos falta infundir una cultura de la búsqueda de fondos, para construir capitales que podamos manejar internamente con normas claras y poder apoyar necesidades que de otra manera no habría forma de apoyar”, finalizó.
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