Aplican la ciencia para estudiar el bullying
Por Nistela Villaseñor
México, DF. 27 de abril de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- El bullying es un fenómeno social que lejos de ser una novedad es un problema que se ha estudiado, para su posible erradicación, desde hace más de un siglo, como lo indica el doctor Pedro Pablo Carmona Sánchez en su estudio: Acoso Escolar “Bullying”, Diagnóstico Médico-Legal.
Hace 150 años, Thomas Henry Huxley escribió sobre la historia natural de la agresión, que es un problema subyacente a todos los demás y que es más interesante que cualquier otro. Hoy en día, Carmona Sánchez, doctor en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), vuelve a abordar la problemática del acoso escolar desde una perspectiva médico-legal.
Con apoyo de estudiantes de la Licenciatura en Derecho de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Aragón, de la UNAM, el doctor Carmona Sánchez, quien es miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), llevó a cabo el estudio en 10 escuelas primarias: cinco de la zona norte del Distrito Federal y otras cinco del Estado de México.
Los actores del bullying
Para el doctor Carmona Sánchez, en los diferentes casos de bullying como puede ser mobbing, bizutaje o novatada, acoso institucional, moral o sexual, entre otros, existen tres actores como representantes trágicos en los eventos y en las circunstancias o escenarios en los que se perpetúa: agresor, víctima y espectador.
De acuerdo con el investigador, los agresores establecen las reglas del juego, aunque destaca la corresponsabilidad de familiares o criadores. Por otro lado están las víctimas y –al igual que en el caso de los agresores– sus familiares como observadores pasivos, ya que incluso por desconocimiento de los hechos también son partícipes.
Y por último el doctor describe a los espectadores, ya sean los propios compañeros del acosador y víctima, así como profesores, directivos y sociedad en general cuando funge como público en el llamado cyberbullying.
En su estudio, Carmona Sánchez asigna dos posibles roles a la víctima: activa o pasiva. La primera se considera aquella persona cuya actitud o comportamiento provoca a los que la rodean. Suelen ser fuertes, firmes y seguros de sí mismos. Tienden a provocar o molestar hasta que son víctimas de represalias.
Generalmente, asegura el investigador, la víctima activa se defiende pero demostrando poca eficacia, valor o fuerza. Pueden tener alguna discapacidad intelectual o en habilidades sociales o escolares, además de que son personas extrovertidas y brillantes académicamente.
Por su parte, agrega el especialista, la víctima pasiva es el tipo más común en el acoso escolar o bullying: son personas tranquilas que rechazan el uso de la violencia y la imposición, muestran timidez e introversión; generalmente no se meten con nadie.
Otras de las características de la víctima pasiva es que son personas sensibles y susceptibles, y por lo mismo presentan facilidad para llorar; tienen pocos o ningún amigo; se ven débiles físicamente y poco resueltos, lo que los convierte en presas fáciles para cualquier compañero que trate de imponer su ley o fuerza, explica el investigador.
Incluso, el doctor Carmona Sánchez asegura en su estudio que “las agresiones continuas, tanto verbales como no verbales, crean una relación siniestra de dependencia entre el maltratador y la víctima. Ambos terminan necesitándose. La víctima porque siente que sola no es nadie, y el maltratador porque siente que es alguien a través de la dominación que ejerce. La situación de dependencia es tal que la víctima termina protegiendo y disculpando al maltratador”.
¿Solución? La corresponsabilidad
Para atender esta problemática, el doctor en Derecho recomienda asumir una responsabilidad compartida entre autoridades, familia y actores del sector educativo.
“Es necesario una corresponsabilidad entre Estado, familia, institutos escolares, sean públicos o privados, así como la sociedad en general, en la detección oportuna de niños y adolescentes que han sufrido acoso escolar, así como aquellos que lo generan. Es decir, desde el momento que ingresan por primera vez a la escuela en cuestión”, dijo en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
Conducta de la víctima y del maltratador
Para tal efecto, señala en su estudio los diferentes síntomas y manifestaciones clínicas y psicológicas que presentan tanto las víctimas como los acosadores.
En el caso de las víctimas, los síntomas clínicos pueden ser desde dolores de espalda y articulaciones, cefaleas, insomnio, irritabilidad, tristeza, ánimo deprimido y ganas de llorar sin motivo aparente, hasta ansiedad, angustia e inapetencia sexual.
Mientras que las actitudes de la víctima frente a sus compañeros pueden ser: sensación de vergüenza, sentimiento de culpa, temor generalizado, mirada huidiza, dejadez social, aislamiento de familiares y amigos, escasez comunicativa, y explicaciones vagas y confusas.
En cuanto al acosador, el doctor Carmona Sánchez señala que es fácil identificarlo porque toma decisiones sin consultar a los otros, utiliza el argumento de su lógica y su razón para imponer ideas, y en ocasiones grita descontrolado para conseguir obediencia.
Otra de las características del maltratador, agrega el especialista, es que manipula emocionalmente para generar dudas en el otro sobre sí mismo; descalifica y desprestigia; intenta generar lástima a través de su comportamiento (esto hace sentir culpable al otro); se arrepiente y, luego de la agresión, intenta justificarse.
Fisiología clínica y patológica del estrés
Con base en observaciones inductivas y deductivas, la recopilación de información documental nacional e internacional, así como la propia experiencia médica del doctor Carmona Sánchez, este estudio incluye también un apartado que habla de la fisiología clínica del estrés generado como respuesta inmediata en casos de maltrato físico o psicológico en los seres humanos.
Al respecto, el investigador señala que las pupilas de la víctima se dilatan, se produce una movilización de los ácidos grasos e incremento de lípidos en la sangre, aumenta la coagulación, incrementa el rendimiento cardíaco con hipertensión arterial, y se genera una vasodilatación muscular y vasoconstricción cutánea.
Además, de acuerdo con el especialista también se reducen los niveles de estrógenos y testosterona del agredido, se inhibe la producción de prolactina en la glándula mamaria e incrementa la producción de tiroxina que favorece el metabolismo energético y la síntesis de proteínas.
Lesiones en torno al bullying
Como experto en medicina legal y forense, Pedro Pablo Carmona Sánchez señala en su estudio los distintos significados que existen del término “lesión”, y que aplican en casos de acoso escolar o bullying.
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), lesión es “toda alteración del equilibrio biopsicosocial”. Mientras que en la ciencia o medicina, hace referencia a toda alteración funcional, orgánica o psíquica y consecutiva a factores internos y externos.
En medicina legal, explica el especialista, la lesión consiste en causar a la persona un daño que le deje, de una manera transitoria o permanente, huella material en su cuerpo o le produzca una alteración funcional de la salud, y que tales efectos sean causados por algún agente vulnerante externo.
En tanto, en el Artículo 288 del Código Penal Federal se entiende por lesión: “Toda alteración a la salud o cualquier otro daño que le deje huella material en el cuerpo si estos efectos son producidos por una causa externa”.
En conclusión, el doctor Pedro Pablo Carmona Sánchez sugiere una detección temprana del fenómeno tanto en víctimas como en victimarios, con el fin de implementar una reeducación y rehabilitación en cada uno de los actores implicados en el acoso escolar o bullying.
Todo esto, dice el investigador, con el objetivo de combatir y erradicar el problema, para así evitar, en un futuro nada lejano, el incremento de la delincuencia y la criminalidad.
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