Pardela mexicana, el ave contra el cambio climático
Por Karla Navarro
Ensenada, Baja California. 17 de octubre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Especialistas del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, unidad La Paz (CICESE-ULP), estudian la pardela mexicana (Puffinus opisthomelas), un ave endémica de México que concentra 95 por ciento de su población en Isla Natividad, localizada en la península de Baja California.
Además de actualizar información relativa a su distribución y abundancia, los investigadores del CICESE han documentado el comportamiento del ave marina, utilizando herramientas tecnológicas como acelerómetros, drones y transmisores satelitales.
En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, la doctora Cecilia Soldatini, investigadora del grupo de aeroecología marina del CICESE, refirió que 2016 fue un año atípico en lo que respecta a condiciones climáticas, variables que están relacionando con algunos de los hábitos de la pardela mexicana que podrían considerarse como estrategias de la especie para afrontar el cambio climático.
“Vimos que machos y hembras comían en áreas completamente distintas, los machos se iban al norte y las hembras al sur, viajando mucho, distribuyéndose en las que eran las únicas áreas de agua un poco más frías que había en la zona”, comentó.
La doctora Cecilia Soldatini explicó que los resultados de análisis isotópicos con plumas de las aves, correspondientes a 2016, confirman las diferencias en las dietas entre machos y hembras; esta parte del estudio se realizó en colaboración con el doctor Juan Carlos Herguera García, investigador del CICESE.
“Tienen que sobrevivir, entonces comen en áreas distintas, comen cosas diferentes, de manera que los pollos tengan todo el nutrimento necesario y no vayan compitiendo como pareja por el mismo recurso”, puntualizó.
Indicó que desde el punto de vista evolutivo, la diversificación de las fuentes de alimentación puede considerarse como una táctica para enfrentar condiciones climáticas adversas y lograr mantener los niveles de reproducción.
“La pardela mexicana, a pesar de ser una especie sumamente sensible porque está concentrada principalmente en una isla y solo hay poblaciones muy pequeñas en otras islas que podrían padecer menos problemas climáticos, tiene una buena estrategia para poder enfrentar años malos y aunque tengan un éxito reproductivo inferior, pueden alimentar a sus pollos y sobrevivir en condiciones de El Niño”, subrayó.
Trayectorias con GPS
Los hábitos alimenticios de la pardela mexicana han sido estudiados por el grupo de especialistas del CICESE gracias a la instalación de sistemas de posicionamiento global (GPS, por sus siglas en inglés) con acelerómetros en algunas de las aves.
Los GPS que se utilizan en la investigación son prototipos que fueron desarrollados específicamente para el proyecto por Technosmart.
Cecilia Soldatini describió que el GPS con acelerómetro es un instrumento que pesa alrededor de siete gramos y se instala en el manto del ave durante el periodo de anidación y a lo largo de 10 días.
“Este instrumento que es muy ligero, nos da información de las trayectorias de los animales, porque toma un punto cada cinco minutos y también nos da información de cuáles fueron sus movimientos en los tres ejes: X, Y y Z, para poder tener detalles de su comportamiento”, mencionó.
Comentó que la información relativa al comportamiento se relaciona con las características de sus buceos: cómo aletea para nadar, cómo persigue a sus presas, la profundidad a la que llega, entre otras.
En la etapa más reciente de la investigación, los especialistas observan el comportamiento de la pardela mexicana cuando duerme, ya que el descanso es otra actividad que puede verse afectada por las condiciones ambientales.
Madrigueras en alta resolución
La pardela mexicana es una especie que anida bajo tierra: construye con pico y patas madrigueras que pueden tener hasta un metro y medio de profundidad, lo que le da cierto grado de complejidad a las mediciones de su población.
El doctor Yuri Albores Barajas, investigador por convenio en el CICESE, unidad La Paz, expuso que el terreno en que estas aves marinas construyen sus hogares es arenoso, por lo que caminar en la zona puede provocar un colapso y la destrucción de las madrigueras.
“Esto dejaría que los pollos y los huevos de los adultos queden a merced de los depredadores, que en Isla Natividad son gaviotas y cuervos, principalmente; para evitar este disturbio y todo este riesgo, utilizamos un dron que volamos sobre toda la colonia e iba tomando fotos cada cierto tiempo”, apuntó.
Relató que hasta ahora han capturado aproximadamente 40 mil fotografías que, por medio de un software especializado que toma en cuenta los valores de cada pixel, se sobreponen para crear una imagen de alta resolución.
“Al final teníamos fotos de 10-12 hectáreas por foto y de muy alta calidad, eso nos permitía utilizar, además de la información geográfica, el zoom en la computadora y ver las entradas de las madrigueras y con eso pudimos contar una por una, sin necesidad de caminar en medio con el riesgo de romperlas”, agregó el investigador.
40 mil parejas
Los investigadores del CICESE observaron la importancia de actualizar los datos relativos a distribución y abundancia de la población de pardela mexicana en Isla Natividad, debido a que el único estudio realizado con este fin se llevó a cabo a finales de la década de 1990.
El doctor Yuri Albores refirió que, derivado de dicho estudio, se reportó la existencia de una población que oscilaba entre las 75 mil y 110 mil parejas de aves, en una colonia de aproximadamente 2.5 kilómetros cuadrados.
“Con esta nueva tecnología que es mucho más precisa, clara y exacta, pudimos ver que hay muchas zonas donde no hay madrigueras, el suelo está hecho de grava y es imposible que hagan madrigueras ahí las pardelas”, especificó.
Precisó que dichas zonas fueron excluidas en los recientes análisis, de los que resulta una estimación de 40 mil parejas de pardela mexicana, lo que representa la mitad de lo que había calculado el estudio anterior.
“Al principio nos alarmamos mucho y pensamos que la población estaba en peligro pero haciendo los análisis con más calma, vimos que había una diferencia de métodos, de análisis. No hay señales propias de disturbio, aparte de las que ya estaban, como la presencia humana y la variación oceanográfica, por lo que concluimos que todo se debe a una diferencia de metodología”, aclaró Yuri Albores.
No obstante, los investigadores consideran que el estatus de conservación de la especie debe modificarse, ya que el hecho de que la población está concentrada prácticamente en un solo lugar y su cercanía con la costa, le da mayor vulnerabilidad frente al cambio climático.
• Dra. Cecilia Soldatini
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• Dr. Yuri Albores
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