Calle Albert Calmette

 
Por Ana Luisa Guerrero

La vacuna contra la tuberculosis se debe al médico francés Albert Calmette que, en colaboración de su colega Camile Guerin descubrieron el bacilo BCG, utilizado para su creación; además de que elaboró la primera antitoxina contra el veneno de la serpiente.

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En la colonia IMPI Picos de la delegación Iztacalco, de la Ciudad de México, una calle recuerda el legado de quien desde joven dedicó sus esfuerzos a favor de la salud, pues a la edad de 20 años publicó su primer artículo científicos en los archivos de la Escuela de Medicina Naval de Brest, sobre un sistema de pulverización de líquidos utilizando un instrumento que él mismo inventó.

Su carrera en técnicas bacteriológicas se desarrolla en las islas Saint Pierre y Miquelon, donde realiza experimentos sobre una enfermedad del bacalao. Su espíritu inquieto lo llevó a regresar a Francia para realizar una estancia en el Instituto Pasteur, donde fue alumno del mismo Louis Pasteur.

A instancias de su mentor, viaja a Saigón, Indochina, para instalar el primer laboratorio colonial de microbiología. Ahí adaptó a las condiciones locales la preparación de la vacuna de Edward Jenner contra la viruela y la vacuna antirrábica; realiza investigaciones sobre la fermentación industrial del opio y el almidón y comienza a trabajar alrededor de veneno de la cobra.

Tiempo después, por indicación de Pasteur, funda otra filial del Instituto en la ciudad Lille, sitio donde permaneció durante 25 años debido a que instauró un laboratorio de investigaciones y un centro de educación en los que se propagan las doctrinas pasteurianas.

En este lugar dedica más de tres décadas al estudio de la tuberculosis en colaboración con Guerin.

En 1919 fue nombrado subdirector del Instituto Pasteur e instaura el Laboratorio de Investigaciones de la Tuberculosis. En compañía de sus estudiantes y colaboradores confirmó la inocuidad absoluta y la imposibilidad para el bacilo tuberculoso de volver a su virulencia primitiva y de dar lesiones tuberculosas evolutivas.

La cepa de BCG era eficaz en la vacunación de bovinos contra la tuberculosos; su aplicación en humanos se dio por pate de Wwill-Halle y Turpin que la aplicaron en 1921 en un recién nacido que era cuidado por su abuela tuberculosa, a quienes les suministraron tres dosis sucesivas por vía oral y fue salvado.

 

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