De los cuerpos de rescate a la investigación
Por Nistela Villaseñor
México, DF. 12 de mayo de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- Para Ismael Arturo Montero García, doctor en Antropología Simbólica y posdoctor en Antropología Ecológica, su pasión en temas antropológicos surgió desde una edad temprana gracias a los cuerpos de rescate de la Cruz Roja Mexicana.
“La vida de un hijo de militar –además hijo único– conlleva una fuerte disciplina. Uno tiene que huir, buscarse fugas. Empecé desde muy joven a salirme de la casa, no por odiar a mis padres, sino para irme a los cerros. Empecé a ver la naturaleza y me pareció extraordinaria: un mundo tan hermoso por descubrir y por ver todos los días que llena el alma”, narró para la Agencia Informativa Conacyt.
Cruz Roja Mexicana y los rescates en montañas y subterráneos
El doctor Montero García, quien es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) con el nivel I, compartió el que decidió darse de alta en la Cruz Roja Mexicana a los 17 años de edad al considerar que las técnicas para aprender a explorar montañas, cuevas y subterráneos las tenían las personas que rescataban heridos en esas zonas.
“Casi me formé como persona en la Cruz Roja. Ahí aprendí las técnicas de montañismo. Después me di cuenta de que había cerámica en la montaña. Luego llegó el momento en el que tuve que decidir qué licenciatura tomar y dije bueno, amigos geólogos y biólogos, creo que mejor me voy por la arqueología”, recordó.
La experiencia que marcó al rescatista
Para el coordinador de la organización Ipan tepeme ihuan oztome –dedicada al cuidado y estudio del patrimonio natural y cultural de montañas y cavernas, así como a la arqueoastronomía–,el terremoto del 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México fue terrible y marcó su vida, “sobre todo por la impotencia de dar una capacidad de respuesta”, dijo.
“Vivía en Naucalpan (Estado de México); cuando bajé de allá vi Polanco intacto y dije: ‘no pasó nada’. Iba bromeando. Antes de las ocho todavía no creíamos; habían llegado unos cuantos heridos a la Cruz Roja; vimos Polanco entero, vi Naucalpan entero. Pero cuando llegué a la Glorieta de los Insurgentes, de ahí para abajo, la Roma, era algo dantesco. Fue traumático no poder levantar esas lozas a pesar de escuchar las voces de auxilio”, aseguró el arqueólogo.
El también especialista en Astronomía señaló que en aquel entonces no había el desarrollo de protección civil que justamente surgió a partir de dicho terremoto. Quienes eran rescatistas no tenían conocimientos técnicos en urgencias médicas, ni tanta preparación como hoy en día, comentó.
La profesionalización
“Mi eje de acción siempre ha sido entre montañas y cavernas. Para mí fue importante entrar a la Cruz Roja antes de ser arqueólogo porque aprendí las técnicas de escalada en hielo, en roca; tiros fraccionados en la espeleología. Cuando entré a la arqueología, tenía capacidad de moverme en medios agrestes gracias a que me había capacitado antes”, manifestó Montero.
Actualmente, el doctor Montero García dedica sus esfuerzos de investigación a la arqueoastronomía. Derivado de ello, surgió la reciente exposición La Odisea de Hasekura por México, que da cuenta de la hazaña que fue para un samurái japonés cruzar el continente americano hace 400 años, a través del agreste territorio mexicano.
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