La otra gran ilusión de Jorge Flores Valdés
Por Verenise Sánchez
Ciudad de México. 10 de enero de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Sonriente y acompañado de Ernesto, uno de sus tres hijos, así como de primos, admiradores y alguno que otro curioso, Jorge Flores Valdés, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), presentó en Guadalajara sus memorias.
Bajo el título La otra gran ilusión. Memorias de un físico mexicano, editado por el Fondo de Cultura Económica (FCE), el científico relató algunas anécdotas curiosas de cuando fue subsecretario de Educación Pública o del proceso de creación de Universum, el Museo de las Ciencias.
Emocionado por recordar cómo fue su primer acercamiento con la ciencia y la tecnología, la cual dijo “fue un tanto accidentada, no pude arreglar ni un radio, fui con mi mamá y mi madre lo reparó en menos de 10 minutos, así que todo frustrado empecé a estudiar la carrera de física”.
También narró algunos de los episodios más desagradables que le ha tocado vivir a lo largo de su trayectoria, por ejemplo, cuando lo despidieron de la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Ya sin trabajo en la SEP ni en la UNAM, en donde laboraba antes de incorporarse a la secretaría, “la situación estaba complicada, tenía tres hijos que mantener —y eran bien tragones, expresó entre risas—, lo que me salvó fue la colección La Ciencia para Todos, del FCE, yo empecé a escribir sobre divulgación científica, así que yo le estoy profundamente agradecido al Fondo, porque me dio para vivir y mantener a mis hijos”.
Reveló que el proyecto del Universum, uno de los museos más importantes de ciencia en México, se dio en su vehículo, “José Sarukhán y yo éramos muy amigos y soñábamos con tener un espacio de divulgación científica, así que durante el primer día al frente de la rectoría de la UNAM me mandó llamar y me dijo ‘te acuerdas del museo que soñábamos, pues ahora lo vamos a hacer y tú lo vas a desarrollar’, y así empezamos a trabajar, yo pasaba un día a la semana por él y platicábamos de los avances del museo en el trayecto de rectoría a su casa, así que puedo decir que el tráfico vehicular también fue nuestro aliado”.
Estas son algunas de las anécdotas que también narró en su texto, el cual a través de 478 páginas ofrece un recorrido tanto por su vida personal y profesional que, en su conjunto, dan cuenta del desarrollo de la ciencia desde el periodo poscardenista hasta los primeros lustros del siglo XXI.
Al término de su presentación, varios jóvenes se le acercaron para preguntarle, entre muchas otras cosas, qué se debe hacer para ser científico, el doctor miembro emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), respondió cada una de las inquietudes de los asistentes. “Si quieren ser científicos, deben hacer un doctorado, no hay de otra, echando a perder se aprende”.
—¿Qué me recomienda más, estudiar en México o en el extranjero?, le preguntaron, a lo que él reviró “depende de la disciplina que quieres estudiar es la institución que se debe elegir, hay áreas en las que México tiene los mejores niveles, por ejemplo en física, neurología y astronomía. Yo te recomiendo aprender a hacer ciencia en México, con todas sus fortalezas y precariedades, porque si uno se va muy pronto fuera del país, luego cuando uno regresa no se halla”.
Cuando terminó de dar tips de cómo llevar una carrera científica y no morir en el intento, se le preguntó:
Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cuál es la gran ilusión de Jorge Flores?
Jorge Flores Valdés (JFV): Mi gran ilusión es ser un buen físico.
AIC: Con reconocimientos como la medalla International Union of Pure and Applied Physics (IUPAP); el premio de ciencias exactas de la Academia Mexicana de Ciencias; el Premio Universidad Nacional en Investigación en Ciencias Exactas; el Premio Nacional de Ciencias y Artes y Premio Kalinga de Divulgación Científica que otorga la Unesco, ¿no se considera un buen físico?
JFV: Quizás bueno sí, pero quiero ser un gran físico.
AIC: ¿Todos los reconocimientos que ha recibido no son suficientes?
JFV: Es que los premios no son un estándar o una medida, yo quisiera hacer algo realmente muy importante para la humanidad.
AIC: He escuchado de algunos de sus alumnos que fue un profesor muy estricto, ¿como padre fue igual?
JFV: No, para nada, como padre fui muy barco, aquí está mi hijo Ernesto, él te puede decir mejor que yo cómo soy como padre.
Emocionado de ver a su padre feliz por la presentación de este libro, Ernesto Flores contó que su padre era muy estricto, “mi mamá también contribuyó en eso, todo en mi casa era muy disciplinado, pero te acostumbran así desde pequeño y ni te das cuenta hasta años después. Bueno, además no éramos tan latosos, no nos salíamos tanto del huacal”.
Relató que aunque su papá trabajaba mucho, siempre les dedicó tiempo y estaba al pendiente de ellos. “Convivíamos mucho con mi papá, él nos llevaba a la escuela todos los días y diario iba a la casa a comer, no era el papá que salía en la mañana y regresaba hasta en la noche”.
Recordó que los fines de semana procuraba dedicárselos a su familia, “comíamos juntos e íbamos al cine, mi papá siempre estuvo presente (…) De lo importante que es mi papá, de eso ya me di cuenta después, cuando ya era grande, de pequeño para mí era solo mi papá, el mejor papá del mundo”.
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