¿Cómo es que el “Partenón a la corrupción” se convirtió en sede de la AMC?

 

Por Armando Bonilla

Casa Tlalpan, como actualmente se le conoce a la sede de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), se ubica a orillas de la Ciudad de México, en el kilómetro 23 y medio de la salida libre hacia Cuernavaca. No obstante, hace algunos años a dicho inmueble, que perteneció a Arturo “El Negro” Durazo —jefe del departamento de Policía y Tránsito durante la presidencia de José López Portillo—, se le identificaba como el “Partenón a la corrupción”. 

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Lo anterior porque dicha casa fue resultado de la enorme corrupción de los funcionarios públicos de la época y su valor llegó a estimarse en mil 675 millones de pesos. Tan sólo el costo de las rejas se estimó en 28 millones de pesos y su barda exterior en 100 millones de pesos.   

¿Cómo es que esa fastuosa casa se convirtió en sede de la AMC? 

Durante una entrevista con el hoy finado doctor René Drucker (1937-2017), el investigador contó que cuando él era presidente de la AMC (2000-2001) sus oficinas se encontraban en San Jerónimo y el espacio ya estaba rebasado para sus actividades. 

“En ese tiempo, Salvador Martínez della Roca quien era delegado de Tlalpan, me habló para invitarme a visitar la casa de Durazo”. Drucker platicó que durante esa visita le relataron la existencia de 40 automóviles clásicos, alberca, un salón de tiro, otro de fiestas para 500 personas, entre muchas otras opulencias. “Esa casa era un insulto para los mexicanos”, dijo. 

El investigador añadió que la construcción de 6.6 hectáreas de terreno se realizó con la mano de obra de la policía de esa época. “Al fondo de la casa había una plaza de toros, caballerizas y una construcción que bien podía funcionar como oficinas. Entonces se me ocurrió decirle al delegado ‘por qué no nos otorgas las caballerizas para trasladar las oficinas de la AMC’ y él accedió”.

Durante aquella charla, el que fuera investigador emérito explicó que la casa estaba bajo custodia de la Secretaría de Educación Pública (SEP), ante lo cual hubo que solicitarle permiso al entonces secretario, Miguel Limón Rojas. Tras platicar con él, aceptó que la casa completa fungiera como sede de la AMC. 

 

 

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