Mexicanos en el tránsito de Venus

Por Tania Robles

En 1874, un grupo de intelectuales mexicanos realizó lo que se considera el primer viaje científico mexicano. Apoyados por el gobierno de nuestro país, se envió una comisión que venus transito mexicanosinstalaría dos campamentos para realizar la observación del tránsito de Venus en la periferia de Yokohama, Japón, sitio que formaría parte de la zona en la que sería visible el tránsito. La totalidad de esta zona comprendía una parte de Asia y Oceanía.

Anteriormente, en 1872 se creó el interés de la comunidad interesada en el quehacer científico al ser publicado en el boletín de la Sociedad Mexicana de Geografía, un artículo de Francisco Jiménez que relataba los tránsitos de Venus y de Mercurio, y la participación de los criollos mexicanos Joaquín Velázquez de León, Antonio Alzate y Antonio Bartolache, en el tránsito de Venus ocurrido en 1769. Sin embargo, no se obtuvieron resultados por parte de ninguna institución en apoyo.

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El Real Seminario de Minería

Por Tania Robles

La ingeniería en México proviene desde la época prehispánica, específicamente con lo que fue la escuela de constructores Texcalco –casa de obras públicas-; ya después en la época colonial funcionaron las corporaciones gremiales de forma similar a la metrópoli española.

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Pero escencialmente la enseñanza científica de la ingeniería se inició hasta el 1 de julio de 1776 al expedirse la real cédula que establecía en gremio formal a los mineros dentro del real Tribunal de la Minería de Nueva España. Este, tenía como una de sus principales metas conformar una escuela constituida conforme a los métodos científicos, lo que sería algún día el Real Seminario de Minería, un pilar en la historia de la educación científica y especialmente ingenieril en México. Un antecedente fue el otorgamiento de los primeros títulos de perito facultativo de minas, que en 1784 otorgara el Real Tribunal. Estos títulos fueron otorgados a don Diego de Guadalaxara Tello, director de matemáticas de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, y a don Manuel Velázquez de León, sobrino de don Joaquín Velázquez de León, ilustre científico novohispano.

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Premio Kalinga a la divulgación científica

Por Hugo Valencia Juliao

A la divulgación científica se le ha considerado por muchos expertos como Ruy Pérez Tamayo, como una faceta más de la ciencia por que ésta no cumpliría su función si nadie la conociera.

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Para esto, existe la divulgación científica que tiene como su reconocimiento más importante al Premio Kalinga de Divulgación científica entregado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) abreviado internacionalmente así por sus siglas en inglés.

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Carlos Graef: el mexicano que retó a Einstein

Por Tania Robles

Carlos Graef Fernández comenzó sus estudios en el Departamento de Ingeniería Civil de la Escuela Técnica Superior de Darmstadt, pero una crisis económica lo orilló a volver a su país natal e incorporarse a la Escuela Nacional de Ingenieros de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y a la Sección de Matemáticas y Física de la Escuela Nacional de Ciencias Físicas y Matemáticas de la UNAM.

Su alto desempeño académico lo llevo a obtener una beca con la cual ingresó al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y obtuvo el grado de doctor especializado en física teórica. Para muchos, el MIT es hoy la mejor universidad en ciencias del mundo.

A los 27 años junto con S. Kusaka y Sandoval Vallarta, determinó la variación diurna de la intensidad de la radiación cósmica que llega verticalmente al ecuador geomagnético. Fue fundador de la División de Ciencias Básicas e Ingeniería de la Universidad Autónoma de México en la Unidad Iztapalapa.

Su investigación principal durante 24 años fue el desarrollo de la teoría de gravitación de Birkhoff, teoría cuya característica era una estructura mucho menos compleja matemáticamente que la de Albert Einstein, trabajó en colaboración con Alfredo Barajas, Manuel Sandoval Vallarta y el mismo Birkhoff. Este equipo abordó y resolvió problemas como: los principios de conservación en la teoría, el movimiento de dos cuerpos en interacción gravitacional, el campo gravitacional que produce un punto masa en movimiento arbitrario, los principios variacionales para el movimiento de los planetas, la expansión del Universo, el movimiento de una masa que aniquila su propio campo gravitacional, del potencial de un punto masa a las ecuaciones del campo, entre otros.

Graef Fernández además de ser un prodigioso de la ciencia, escribió varios ensayos que relacionan la ciencia y la cultura, un ejemplo de este es el ensayo “Mi discusión con Albert Einstein”, el cual relata su encuentro con este personaje.

“Graef” – le dijo amablemente Einstein - “usted nació rebelde. Le deseo mucha suerte. Hasta luego.” Fueron las palabras de Albert Einstein a Carlos Graef después de escuchar sus puntos de vista.

Albert Einstein compartió con él sus ideas sobre gravitación en 1944, mientras Graef se encontraba en la Universidad de Harvard impartiendo un curso de teoría de la relatividad y gravitación.

 

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Sociedad Científica Antonio Alzate

Por Tania Robles

José Antonio Alzate (1737-1799) fue un sacerdote y pariente de Sor Juana Inés de la Cruz, precursor de la divulgación científica en México. Fundó el primer periódico cultural mexicano, el Diario Literario de Alzate en 1768. Se dedicó al estudio de la física, química, matemáticas, astronomía, botánica, filosofía y literatura.

En su honor fue fundada la Sociedad Científica Antonio Alzate en octubre de1884, tiempo en el que la ciencia mexicana recibió gran impulso por las corrientes positivistas de la época. A finales del siglo XIX, la ciencia que se hacía en México era mayoritariamente realizada por investigadores y profesionistas independientes, en menor cantidad por universidades o institutos científicos y literarios, y otra parte por instituciones educativas católicas y evangélicas.

Por esto, la Sociedad Científica Antonio Alzate tuvo gran importancia en el desarrollo de la ciencia en el país, incluyendo el uso de los primeros Observatorios Meteorológicos del país.

Dicha Sociedad “fue fundada con el exclusivo objeto de cultivar las ciencias matemáticas, físicas y naturales, en todos sus ramos y aplicaciones, principalmente en lo que se relaciona con el país”.

La Sociedad Científica Antonio Alzate presentaba mensualmente memorias o trabajos científicos originales y se relacionaba con otras Sociedades e Institutos y profesores nacionales e internacionales. Formó colecciones de historia natural, aparatos científicos y una biblioteca especializada. También trabajó en expediciones en México para la toma de datos geológicos y topográficos, así como para realizar observaciones meteorológicas. Algunas de estas expediciones fueron a los cerros del Tepeyac, Gachupines y Guerrero en 1881 y al monte del Ajusto en 1882.

La Sociedad estuvo dividida en secciones de investigación: Sección de ciencias matemáticas, Sección de ciencias físicas, Sección de ciencias naturales y Sección de ciencias diversas.

Gracias al apoyo de sus miembros, como de Alfonso Herrera, director de la Escuela Nacional Preparatoria, se obtuvo acceso al Gabinete de Historia Natural para la clasificación de insectos y plantas.

Algunas de las contribuciones científicas de la Sociedad fueron:

Acerca de la naturaleza, propiedades, producción y usos del Ozono, por el Socio Fundador Rafael Aguilar en 1885. Resumen general de las observaciones metereológicas, por Guillermo B. y Puga en 1884. Estudio químico sobre el carbón, por A. Solorzano en 1884. Ligeros apuntes para el estudio del carácter, distribución, formación y periodicidad de las lluvias en México, por R. Aguilar en 1884. Cálculo de un eclipse de Luna, por G.B. y Puga en 1884.

 

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La Carta del Cielo

Por Tania Robles

Carta del Cielo fue el nombre del primer proyecto astronómico de cooperación internacional conformado por 18 telescopios refractores distribuidos alrededor del planeta y que tenían como objetivo crear un catálogo estelar que debía incluir las magnitudes y coordenadas de todas las estrellas con magnitud mayor a 11.5 y realizar un mapa astronómico con todas las estrellas más brillantes que las de magnitud 15.

En 1887 la astronomía en México se encontraba trabajando con el Observatorio Astronómico Nacional de Tacubaya que desde de 1885 obtuvo notables imágenes fotográficas de la Luna, nebulosas y cúmulos. Algunas de estas fotografías llegaron a manos del director del Observatorio de París en 1887. La impresionante calidad de estas imágenes causó que en el mismo año México fuera invitado a participar en el proyecto Carta del Cielo con la misión de cubrir una franja estelar ubicada entre las declinaciones de -9 y -17 grados, un 6 por ciento del área del cielo.

El gobierno mexicano aceptó y de inmediato encargó a la compañía irlandesa Grubb la construcción del astrógrafo doble, que consistía en dos telescopios refractores unidos y alineados, uno permitiría la obtención de las imágenes en las placas fotográficas mientras que el otro serviría para la observación del astrónomo.

En 1889 el telescopio también llamado Carta del Cielo llegó a México. Su instalación en el Observatorio de Tacubaya concluyó a finales de 1890 comenzando con la obtención de más de 2 mil 500 placas fotográficas y más de 50 años de trabajo.

En 1951 el Observatorio Astronómico Nacional se muda a Tonantzintla, Puebla y continúa sus esfuerzos por completar el catálogo estelar y el mapa astronómico. En 1964 México concluye los objetivos establecidos.

El telescopio Carta del Cielo aún se encuentra en el Observatorio Astronómico Nacional en Tonantzintla, Puebla.

 

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Heberto Castillo Martínez, la tridilosa y un camión de 50 toneladas

Por Susana Paz

Heberto Castillo Martínez, además de ser reconocido como un político de la izquierda mexicana y luchador social, creó una de las más grandes aportaciones ingenieriles que se hayan realizado en el país: la tridilosa.

Ingeniero civil egresado de la entonces Escuela Nacional de Ingenieros de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), desarrolló un sistema tridimensional de estructuras mixtas de fierro y concreto que se convirtió en una innovación por su liviandad y su resistencia: la tridilosa.

Su objetivo era utilizar la menor cantidad de material posible para la construcción de losas. Al conjuntar un racionado diseño de construcción con estructuras tridimensionales de acero y concreto, ahorró un aproximado de 66% de material que se utilizaba para rellenar las losas. Sólo recubrió de cemento la zona de tensión y la capa superior de las losas obteniendo la misma resistencia, pero más barata y ligera.

Ante la incredulidad de sus colaboradores, y para demostrar su resistencia, en una ocasión mandó colocar un camión de 50 toneladas sobre el techo de tridilosa del Banco Agrícola Ganadero de Toluca que se estaba construyendo; quienes presenciaron la hazaña tuvieron que darle la razón.

La estructura se volvió desde entonces tan liviana que incluso podía flotar, permitiendo que se erigiera sobre suelos fangosos sin pilotes o columnas subterráneas.

Una de sus cualidades más destacadas es que puede ahorrar un 66% de hormigón y hasta un 40% de acero, debido al hecho de que no necesita ser rellenado de hormigón en la zona de tracción, solamente en la zona superior de compresión.

La tridilosa sirve no sólo para hacer techos y puentes ultralivianos, sino también muelles flotantes y hasta pangas, como las 40 que navegan desde hace años en Campeche. En Nicaragua, Heberto Castillo construyó un puente por el que pasan camiones y que, sin embargo, puede ser levantado por dos hombres, uno a cada extremo.

La invención fue utilizada en más de 200 puentes en México, en el World Trade Center del Distrito Federal, la Torre Chapultepec, Centro Médico Siglo XXI, Plaza Cuauhtémoc, Plaza Tabasco 2000, Hotel Morelia Misión y en el edificio Biosfera 2 (Arizona, EE. UU.). En México hay casi un millón de metros cuadrados construidos con el invento de Heberto Castillo, según datos del Colegio de Ingenieros Arquitectos del Estado de Hidalgo.

 



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¡Eureka! y la corona dorada

Por Susana Paz

¡Eureka!, en griego εὕρηκα/ηὕρηκα, es una famosa exclamación atribuida al matemático y físico griego Arquímedes de Siracusa, que en la actualidad es utilizada para referirse a un descubrimiento científico.

La historia dice que Hierón II, rey de Siracusa, pidió a Arquímedes (287 a.C. - 212 a.C.), que comprobara si una corona que había encargado a un orfebre era de oro puro, pero sin dañarla.

Arquímedes dio muchas vueltas al problema, hasta que un día, al meterse a la bañera, se le ocurrió una solución. Pensó que el agua que se desbordaba tenía que ser igual al volumen de su cuerpo sumergido. Si medía el agua que salía al meter la corona, conocería entonces el volumen de la misma y podría compararlo con el volumen de un objeto de oro del mismo peso que la corona. Si los volúmenes no fueran iguales, sería la evidencia de que la corona no era de oro puro.

Los relatos afirman que, a consecuencia de la emoción que le produjo su descubrimiento, Arquímedes salió del baño y fue corriendo desnudo hacia la calle gritando: “¡Eureka!”, palabra griega que quiere decir “lo he encontrado”. Desde entonces, es utilizada como una expresión que indica la realización de un descubrimiento.

Al llevar a la práctica lo descubierto, se comprobó que la corona tenía un volumen mayor que un objeto de oro de su mismo peso, es decir, que contenía plata, un metal menos denso que el oro.

Esta historia aparece en “De architectura”, un libro de Vitruvio, escrito dos siglos después de la muerte de Arquímides.

 



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