De Tapachula a Tijuana: dinámica del fenómeno migratorio
Por Alejandro Montaño Barbosa
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. 17 de diciembre de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- El sociólogo Germán Martínez Velasco, investigador de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), afirma que el fenómeno migratorio en la frontera norte ha sido profusamente estudiado, pero para entenderlo cabalmente deben estudiarse también los flujos migratorios desde su origen, y buena parte de estos comienzan en la frontera sur.
El Colegio de la Frontera Sur forma parte del Sistema de Centros de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
“Chiapas es el laboratorio por excelencia para el estudio de la migración, sobre todo en el sentido de las interacciones transfronterizas. Otros estados, como Tabasco, Campeche y Quintana Roo, también tienen su propia dinámica en relaciones sociales y migración, pero en ningún lado es tan intensa y compleja como aquí”, comenta Martínez Velasco en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, en el contexto del Día Internacional del Migrante.
La migración es una situación que atañe a la inmensa mayoría de los grupos humanos, y nuestro país no es la excepción, con dos de las fronteras más transitadas en el mundo.
Según un estudio del Consejo Nacional de Población (Conapo), publicado en 2013, Estados Unidos sigue siendo el destino más importante para los migrantes mexicanos, quienes concentran 28 por ciento de la población inmigrante de aquel país —casi 12 millones de connacionales en edad de trabajar—. Si se toma en cuenta a sus hijos, hayan nacido o no del otro lado de la frontera, el total aumenta a 33 millones de personas de origen mexicano que viven en Estados Unidos.
El perfil del migrante ha cambiado con el tiempo en nuestro país. En años anteriores, la gran mayoría de los migrantes eran hombres jóvenes, entre 17 y 35 años, casados o solteros, mayoritariamente jornaleros agrícolas, con escasos o nulos estudios, que viajaban solos, o en grupo, en un flujo sur-norte para buscar trabajo temporal en los Estados Unidos, en las capitales de los estados o en la ciudad de México. En casa quedaban los padres y abuelos, hermanas y hermanos menores, esposas, hijas e hijos.
Actualmente esa dinámica ha evolucionado. La migración temporal o permanente del campo hacia las ciudades es un fenómeno que lleva ya muchos años, a partir de la década de los sesenta.
Chiapas: estado fronterizo, expulsor, receptor y de tránsito de migrantes
Desde 1974, cuando se funda el Centro de Investigaciones Ecológicas del Sureste (CIES), antecedente de Ecosur, comenzaron a estudiarse principalmente factores como la organización campesina, los flujos migratorios estacionales y las migraciones internas como en el caso de la Selva Lacandona.
“A partir de ahí se comienza a percibir que la Lacandonia fue una región colonizada por inmigrantes, que es una forma de migración, que es un movimiento que puede ser temporal o permanente e indefinido, y en este caso desde los años cincuenta, grupos tseltales, tsotsiles y ch’oles, principalmente, colonizaron tierras que teóricamente pertenecían a la comunidad lacandona, pero que, por su reducido número, no estaban en condiciones de controlar territorialmente la zona”, comenta el investigador.
Reynaldo Germán Martínez VelascoEs investigador de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), Unidad San Cristóbal de Las Casas. Es doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de la Frontera Norte, con especialidad en Estudios de Población. Maestría en Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).Ha sido consultor en Migración por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Profesor invitado por Washington University. En 2013 fue distinguido con mención honorífica en el 7o Premio Iberoamericano en Ciencias Sociales por el ensayo Chiapas: Cambio social, migración y curso de vida. De 2000 a 2006 fue secretario ejecutivo del Consejo Estatal de Población, del gobierno del estado de Chiapas. Ha sido jefe del Departamento de Población y Ambiente del Área de Sociedad, Cultura y Salud; y jefe de la línea de investigación denominada Migraciones en la Frontera Sur de México.Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. |
Uno de los primeros estudios que se hicieron en Ecosur al respecto fue el de los procesos de colonización, pero a estos movimientos internos, algunos provocados por desplazamientos forzosos, derivados de conflictos de carácter político, religioso o por posesión de tierras, se les sumaba un entorno regional conflictivo, como el que se experimentó en Guatemala a principios de la década de los años ochenta, con la crisis de los refugiados.
“Chiapas no solo es el escenario de movimientos migratorios internos, también es el lugar de llegada de una serie de flujos de población centroamericana de diversa naturaleza. Están el flujo tradicional de los trabajadores de las fincas cafetaleras que lleva ya más de 100 años y, por otra parte, otros movimientos de trabajadores que cruzan desde acá con la idea de llegar hasta los Estados Unidos. Este fenómeno no es exclusivo de Chiapas, pero sí ha tenido en esta región características particulares”, asevera el investigador de Ecosur.
Si bien existen poblaciones enteras sin hombres jóvenes, pobladas exclusivamente por mujeres, adultos mayores, niñas y niños pequeños, cada vez es más frecuente la migración temporal o permanente de núcleos familiares completos.
Motivos para migrar puede haber tantos como personas migrando, pero como coinciden la mayoría de los estudios al respecto, prácticamente todos tienen una raíz económica, ya sea por la búsqueda de mejores oportunidades de estudio, trabajo o subsistencia, por desastres naturales, para escapar de situaciones de violencia debido a conflictos de carácter político, social o religioso, o bien una mezcla de dichos factores.
Niñez migrante no acompañada, “emergencia humanitaria” desde 2009
El creciente control de las fronteras que ejercen los gobiernos nacionales para intentar regular la llegada de migrantes no ha impedido el advenimiento de crisis humanitarias, como la protagonizada a mediados de 2014, la detención masiva de 51 mil niñas, niños y adolescentes migrantes no acompañados, procedentes del llamado Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador), como de connacionales mexicanos, localizados en diferentes puntos de la frontera norte y sur de los Estados Unidos.
“Este fenómeno no es nuevo —asegura el investigador de Ecosur—, desde 2009 las cifras se duplicaron con respecto al año anterior, sobre todo de menores migrantes de origen mexicano, pero desde 2012 se han disparado. Lo que pasa es que hasta el 2014 la llegada de menores no acompañados no había alcanzado los niveles alarmantes que alcanzó ese año”.
Pero aunque la alarma apenas se escuchó, ya venía sonando desde años anteriores.
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