Alpha Helix, el buque que investigará los mares de México
Por Susana Paz
México, DF. 4 de febrero de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).- El Buque Oceanográfico Alpha Helix es la nueva embarcación del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE), que constituye una de las plataformas de trabajo más importantes para el estudio de los mares del país.
El CICESE, ubicado en Baja California, México, tiene una amplia gama de áreas de investigación y una de las principales es la relacionada con la oceanografía (física, química, biológica y geológica). En ese sentido, el reciente abanderamiento de la embarcación responde a la exigencia de contar con una herramienta que cubra las necesidades que en la actualidad demanda la investigación científica.
Para Daniel Loya Salinas, jefe del Departamento de Embarcaciones Oceanográficas de la División de Oceanología del CICESE, se trata de una infraestructura que está en las mejores condiciones para que los usuarios realicen sus investigaciones, en la que se garantiza la seguridad, se optimizan recursos y operaciones, además de que se disminuyen costos del servicio.
Con una inversión estimada de 44 millones de pesos por su adquisición y 14 millones de pesos adicionales por equipamiento y permisos, monto que fue aportado por el Conacyt en un 80 por ciento y el restante por el propio CICESE, el buque está listo para navegar este año en los mares de México y desentrañar sus misterios.
El astillero
El Buque Oceanográfico Alpha Helix llegó a Ensenada en 2013 proveniente de Venezuela, después de haber recorrido los mares del mundo desde 1965, año en que fue construido en los astilleros J. M. Martinac Shipbuilding Corp., en Tacoma, Washington, Estados Unidos. Es un buque de investigación diseñado con un enfoque en muestreos biológicos, que fue solicitado en su momento por la National Science Foundation (NSF) del vecino país.
La idea principal del CICESE al adquirir una embarcación fue sustituir al Buque Oceanográfico Francisco de Ulloa, que desde 1993 constituía su principal plataforma de trabajo para desarrollar sus investigaciones oceanográficas.
“El Francisco de Ulloa es un barco pesquero modificado para trabajo de investigación; fue adaptado en 1993 en los astilleros de Ensenada, y desde entonces a la fecha estuvo en operación. Fueron 20 años de trabajo, completó 302 cruceros oceanográficos y es un barco que tiene mucha historia entre el personal de las ciencias del mar”, expresó Loya Salinas.
No obstante, debido al crecimiento de los proyectos y el número de investigaciones del centro, desde hace 10 años existía la necesidad de conseguir un barco más grande que sustituyera al Francisco de Ulloa en funciones y que permitiera tener a bordo una cantidad mayor de investigadores, que tuviera más autonomía para realizar cruceros largos, más espacio para equipo y cubierta, así como mejores posibilidades de sacar provecho a cada crucero.
Por ello, desde 2011 se inició la búsqueda de una embarcación con estas características que pudiera reemplazar a la anterior. El CICESE creó el Comité del Buque Oceanográfico que trabajó en la determinación y búsqueda del barco adecuado. Llegaron a un prototipo de buque que, idealmente, se podría conseguir para cumplir con las especificaciones requeridas; sin embargo, de acuerdo a la instancia, el proyecto de construir una embarcación nueva resultaba muy oneroso y fuera del alcance presupuestal del proyecto de reemplazo.
De esta manera, se buscó un buque que fuera adecuado para ser modificado y que se apegara al prototipo definido por el comité, mientras estuviera dentro del alcance presupuestal. En esta búsqueda, durante el último trimestre de 2012, se localizó al Buque Oceanográfico Alpha Helix, el cual se aproximaba a sus necesidades; luego de una inspección física realizada en octubre de ese mismo año en el puerto de Chaguaramas, Trinidad y Tobago, se adquirió la embarcación en febrero de 2013.
“El Francisco de Ulloa era un barco pesquero que fue convertido; el Buque Oceanográfico Alpha Helix, es un barco que se diseñó desde el principio para oceanográfico. Toda la estructura, las divisiones internas, las cuestiones operativas se diseñaron pensando en las necesidades de los oceanógrafos, lo que es sustantivamente mejor”, aseveró Loya Salinas.
Después de realizar los trabajos de adecuación necesarios para actualizar el equipamiento y ponerlo en operación, se llegó a una versión eficiente del barco.
“Investigadores, tripulación y usuarios del barco aportaron propuestas de acuerdo a sus necesidades, para lograr una mayor eficiencia y que la operación interna del barco sea transparente para los usuarios, porque lo que ellos quieren es una plataforma de trabajo en altamar que sea lo más sencilla y eficiente”, afirmó el especialista.
Todos a bordo
El Buque Oceanográfico Francisco de Ulloa tenía una capacidad máxima autorizada por capitanía de 17 personas; de ellas, seis eran de tripulación y 11 de personal científico.
“Ahora, el Alpha Helix tiene la posibilidad de tener 21 participantes científicos que casi doblan la cantidad anterior, y ocho tripulantes; el espacio de laboratorios y cubierta se duplicó; la embarcación es el triple de volumen que el Francisco de Ulloa y eso hace que internamente haya más espacio para tener equipos y para el personal”, aseguró Daniel Loya.
Comparado con el Francisco de Ulloa, el Alpha Helix es 12 metros más largo (su eslora es de 39.84 metros) y tiene de cinco a seis días más de autonomía, además de que es más rápido y va a poder cubrir más área en los cruceros en menor tiempo.
Desde que llegó a Ensenada, hace dos años, se renovaron sus equipos, por lo que resulta mejor dotado para el trabajo científico, además de que mucho del equipo del Francisco de Ulloa se trasladó al nuevo buque.
Así, el Buque Oceanográfico Alpha Helix cuenta con tres malacates (maquinaria para transportar verticalmente o desplazar algún objeto). Uno para lances hidrográficos, otro para arrastre de redes y uno más para lances profundos (5 mil metros), a utilizarse en dos marcos: uno en el área de popa, con capacidad de carga de 1.5 toneladas, y otro a mitad del barco (media eslora), en la banda de estribor derecho.
Posee una rosetta para muestreo de agua con capacidad para 12 botellas de cinco litros; un perfilador CTD con diversos sensores y uno más de corrientes acústico Doppler (ADCP), que mide la magnitud y dirección de la corriente a diferentes profundidades. Cuenta con ecosonda científica, fluorímetro, termosalinómetro para muestreo continuo y diverso equipo de laboratorio.
Su ancho máximo (manga) es de 9.45 metros, y tiene 3.9 metros de calado, 433 unidades de arqueo bruto y un desplazamiento de 600 toneladas. Está equipado con una máquina principal diesel de 820 caballos de fuerza, capaz de alcanzar una velocidad crucero de ocho nudos.
Para el especialista, además del equipamiento técnico, lo fundamental es que brinda mayor seguridad: “El Francisco de Ulloa, por ser un barco más chico y ser un pesquero que se convirtió en barco de investigación, no tenía la estabilidad que tiene el buque. Este barco es mucho más estable, más cómodo, porque el anterior se balanceaba mucho; lo importante ahora es que al ser más estable, es más seguro, y esa es la prioridad para nosotros, la seguridad a bordo tanto de la tripulación como del personal científico”.
Agenda de crucero
Según explicó Loya Salinas, el barco hizo varias salidas el año pasado, parte de ellas fueron para pruebas de equipo y navegación. Se realizaron además dos cruceros oceanográficos oficiales, de trabajo formal.
Para este 2015, informó el especialista, tienen una agenda preliminar de nueve cruceros de investigación. Cada año, el Departamento de Embarcaciones Oceanográficas publica una convocatoria para que todos los interesados en tener tiempo de barco manden su solicitud con las fechas en que deseen utilizarlo. De acuerdo a ello, se elabora un calendario anual de operaciones del buque.
“Ese calendario anual dice de qué puerto va a salir, en qué fecha, qué proyecto va a atender y a qué puerto va a llegar cuántos días después. Se van enlazando los cruceros para optimizar el gasto de combustible. El calendario anual está a punto de ser publicado, estamos haciendo los últimos ajustes; lo subimos en el sitio web del departamento, donde aparecen las convocatorias y toda la información relevante para los usuarios”, dijo el experto.
La convocatoria es abierta, no obstante, primero se manda a todos los investigadores y centros a nivel nacional que hayan sido usuarios del barco. Se envía a institutos, facultades, centros de investigación y grupos de trabajo de todo el país relacionados con las ciencias del mar.
Hay tres tipos de proyectos en cuanto a la participación: los de todo el personal de CICESE, los que son del centro en vinculación con otra instancia y los de instituciones externas.
Cada año, afirmó el Jefe de Departamento de Embarcaciones Oceanográficas, el 70 por ciento de los proyectos que se abordan en el buque son diferentes. De los cruceros que ya están considerados este año para el Buque Oceanográfico Alpha Helix, cuatro de ellos tienen que ver con la instalación de boyas oceanográficas. Una de ellas frente a las costas de Bahía San Quintín, otra en Baja California Sur, en Cabo Pulmo, una en las costas de Sinaloa y una más en Jalisco.
Entre los restantes hay dos grandes proyectos que se refieren a la exploración de recursos geotérmicos en el Golfo de California.
La zona en que trabaja el buque es todo el Pacifico, “es un barco que se vino navegando desde Venezuela y que puede navegar en cualquier parte del mundo”, aseveró el experto.
Gastos y costos de operación
Afrontar los gastos que representa realizar un crucero implica varios factores, porque no solo es el tiempo del barco, también son singladuras, viáticos, gastos para reactivos, mantenimiento de equipo, compra de materiales, entre otros. Los usuarios hacen su presupuesto, su flujo de efectivo y ahí se dan cuenta si los objetivos que tienen los van a poder cumplir al salir al mar, según afirmó Loya Salinas.
En ese sentido, las tarifas van en función de los gastos asociados a dar el servicio. Los dos conceptos más importantes de gastos directos para la operación del barco, explicó el especialista, son el consumo de diésel y la vitualla, es decir, los comestibles.
Hay tres tarifas para proyectos internos: si el proyecto va de una a 11 personas a bordo cuesta 45 mil pesos diarios; si sube de 12 a 16 personas el costo es de 50 mil, y si va de 17 a 21 queda en 55 mil.
“Esto cubre íntegramente los gastos asociados a mantener a esa persona, con todos los servicios necesarios de alimentación principalmente, y todo lo que implica que una persona esté a bordo; realmente el barco se convierte en un hotel”, expresó.
Por lo tanto, hay dos grupos de tarifas: para proyectos internos del CICESE y para proyectos externos. En ambas, hay una diferencia más el IVA. Todo ello se puede consultar en su página web , que es de acceso libre.
“Se trata de que el buque brinde un servicio al menor costo posible, para que los proyectos de investigación tengan mayor posibilidad de acceder al uso del barco”, aseveró el especialista.
Un barco con clase
Daniel Loya Salinas es oceanólogo egresado de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) y con 30 años de trabajar en el CICESE, cuatro de ellos en la jefatura que dirige, por eso afirma que le tocó vivir la transición del barco anterior al actual, lo cual ha constituido todo un reto.
Para el especialista, dentro de la industria asociada a los viajes en mar se dice que un barco puede tener una vida muy corta o larga, en función del mantenimiento que se le brinde.
“Si se le da un muy buen mantenimiento, un barco puede ser prácticamente permanente, porque todas las embarcaciones al estar en contacto con agua de mar sufren corrosión y hay que estar en continua atención”, explicó.
En ese sentido, hay dos grandes grupos de barcos: los que están en clase, lo que quiere decir que están adscritos a una casa clasificadora que supervisa el mantenimiento del barco, y los que están fuera de clase, en los que las decisiones que se toman en cuanto al mantenimiento tienen que ver con aspectos económicos.
“Cuando un barco está en clase, que es el caso del Alpha Helix, a nosotros nos supervisan que en ciertas fechas y cada cierto tiempo el barco tenga un mantenimiento específico para asegurarse de que está en las mejores condiciones. Por lo tanto, mientras esté el barco en clase, va a tener mucho futuro para seguir trabajando, porque la casa clasificadora va a estar supervisando que eso se cumpla”, comentó.
Por esto, su vida útil pronosticada para recorrer los mares mexicanos es extensa. “La política del CICESE es que el buque oceanográfico que se maneje esté en clase y arreglamos todo el calendario de operaciones en función de cuándo tiene que entrar a revisión, para que tengamos la nave siempre en las mejores condiciones”, aseguró el oceanólogo.
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