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Escriben la historia del Inecol en sus primeros 40 años de vida

Por Ana Luisa Guerrero

Xalapa, Veracruz. 23 de junio de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Entre el inmenso follaje de especies de la flora del bosque mesófilo de montaña en Xalapa, Veracruz, emerge el Instituto de Ecología (Inecol), un referente nacional e internacional de la investigación científica, básica y aplicada sobre el estudio de la biología de especies, poblaciones y ecosistemas.

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En sus instalaciones, investigadores, técnicos, personal administrativo y de apoyo, estudiantes de posgrado y visitantes en general conviven reconociendo la grandeza de este centro público de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); sin embargo, no todos saben cómo surgió, quiénes fueron los hombres y mujeres que lo conformaron, ni cómo ha ido creciendo a lo largo de sus 40 años de vida.

inecol recuadro1 623Con el propósito de dejar constancia de estas cuatro décadas de arduo trabajo, las doctoras Sonia Gallina Tessaro e Imelda Martínez Morales escribieron el libro 40 años de éxitos: La historia del Inecol, que retrata el surgimiento, los actores y factores que han colaborado a que sea una institución abocada al estudio de los recursos naturales y que contribuye a resolver los problemas ambientales provocados por las actividades productivas y el desarrollo del país.

En 104 páginas, las investigadoras que formaron parte del grupo fundador plasman la historia a través del testimonio de los seis directores que han tenido a la fecha, mostrando que surgió como una asociación civil en 1957 a iniciativa del doctor Gonzalo Halffter Salas, con el apoyo del doctor Héctor Mayagoitia Domínguez.

Plantean sus inicios en oficinas anexas al Museo de Historia Natural en Chapultepec, en la Ciudad de México, con investigadores de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), estudiantes y pasantes de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Exponen el traslado a la capital veracruzana, los convenios de colaboración con investigadores de diversos países, la labor a favor de áreas de conservación, la ampliación de las instalaciones y los resultados que han dado a favor del desarrollo de la región, entre otros.

En nueve capítulos narran el trabajo y los retos a los que se enfrentaron los directores Pedro Reyes Castillo, Sergio Guevara Sada, Daniel Piñero y Miguel Equihua Zamora, así como los desafíos y planteamientos que tiene el doctor Martín Aluja Schuneman Hofer, actual director.

‘Dejar constancia’

La historia que no se cuenta es susceptible a ser olvidada y en ello coinciden las doctoras Sonia Gallina e Imelda Martínez, quienes explican que realizaron este intenso trabajo con el propósito de que los estudiantes y los nuevos integrantes de la comunidad científica conozcan que el Instituto de Ecología no todo el tiempo ha sido como lo ven en la actualidad.

inecol recuadro2 623Imelda Martínez.En entrevista con la Agencia Informativa Conacyt, la doctora Sonia Gallina Tessaro explica que antes de este trabajo no existía ningún libro que documentara la formación de este centro de investigación; de ahí que abra la posibilidad que un ejercicio de este tipo se replique en cada uno de los centros públicos de investigación del Conacyt.

“Uno llega a una institución y no se pone a pensar en la trayectoria, porque el instituto no nació por un milagro, sino que es producto de una serie de circunstancias como la creación del Conacyt en 1970 y con las políticas públicas de descentralizar la ciencia en México a través de centros de investigación a lo largo de la República Mexicana”, dice Sonia Gallina.

La investigadora —que ha enfocado su carrera científica en el estudio de los venados— reconoce a los doctores Gonzalo Halffter y Héctor Mayagoitia por crear un centro de investigación con una perspectiva al futuro, centrando su fortaleza en las capacidades de sus investigadores, la mayoría jóvenes.

Señala que en el libro se distingue la valiosa contribución de ambos investigadores visionarios para la creación de las primeras reservas de la biósfera en México y América Latina: Mapimí y La Michilía, en el estado de Durango, así como el establecimiento de un programa de trabajo que involucrara a los habitantes de la región para la conservación y el manejo de recursos, que a la postre fue reconocido a nivel internacional como “modalidad mexicana”.

Imelda Martínez considera que el resultado final tiene una valía cuantiosa no solo para la comunidad que se ve reflejada en él, sino también para los jóvenes que están ingresando al instituto.

“Los investigadores que pertenecen a la historia del instituto reconocen que les ha despertado recuerdos de su juventud, de cómo se involucraron. Esperamos que este libro sirva de inspiración a las actuales generaciones para que entiendan que una institución no se crea ni consolida de la noche a la mañana. Queremos que los estudiantes y egresados se sientan orgullosos de pertenecer a la institución”, abunda.

Grata experiencia

Las investigadoras exponen que reconstruir la historia de la institución con la que han crecido simultáneamente, les representó una grata experiencia debido a que refrescó su memoria de los acontecimientos que han sido parte.

“Comenzamos este libro entrevistando a los directores para que nos comentaran qué aspectos y acontecimientos fueron relevantes durante su gestión, las problemáticas que enfrentaron y los retos que les presentaron para llegar a ser lo que actualmente somos. Accedimos a documentos publicados por Conacyt y otros más que forman parte del archivo del instituto y después fue muy enriquecedor para nosotras hacer el escrito y buscar las fotografías históricas”, dice Imelda Martínez.

 

 

Se puede consultar en línea el libro 40 años de éxitos: La historia del Inecol. Para conocer las reflexiones que diversos investigadores hacen del 40 aniversario del instituto, visita esta página.

Al narrar la manera en que realizaron este trabajo pionero, a este par de académicas se les dibuja una sonrisa en el rostro, y es que recuerdan la forma intempestiva en que en abril de 1989 el doctor Gonzalo Halffter les anunció su traslado —casi inmediato— a Xalapa, para ocupar las instalaciones de lo que fue el Instituto Nacional de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (Inireb).

Sonia Gallina recuerda que el día que les anunció el traslado a Xalapa fue un viernes, “nos dijo que lunes y martes trabajábamos normal, el miércoles y jueves lo dedicaríamos a empacar y el viernes nos iríamos a Xalapa”, y así fue que 42 investigadores se trasladaron a las instalaciones que los esperaban.

“Yo trabajaba en el IPN y colaboraba con el grupo de investigación del doctor Halffter porque no tenían laboratorio cuando estaban en Chapultepec; de esa manera él me integró al instituto. Un día me habló para decirme que nos íbamos a Xalapa en los próximos días. Le planteé que tenía mi plaza en el Politécnico y que debía resolverlo, pero él me dijo renuncia o pide permiso, pero nos vamos a Xalapa”, recuerda Imelda Martínez.

En su momento representó un conflicto tanto en el ámbito personal como profesional, pero a la distancia reconocen que fue una decisión asertiva del entonces director.

Legado: pasión por la ciencia

Esta historia contada en voz de sus actores muestra que las instituciones son construidas por las personas que las integran. En este caso, en Inecol la fortaleza son sus investigadores apasionados por hacer ciencia de calidad, por generar conocimiento para las futuras generaciones y para la sociedad a la que están dedicados. Y ese es el legado que han dejado estas cuatro décadas.

“Esta breve historia de 40 años de éxitos del Inecol nos deja una lección: la visión de futuro de su fundador y de aquellos que lo han dirigido, pero sobre todo nos muestra que su continuidad y crecimiento fue posible gracias a la comunidad que se ha puesto la camiseta institucional”, se concluye en el libro.

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