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#CIENCIA ¿Cómo resolver el rompecabezas sísmico de la CDMX?


UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

Ciudad de México – Tijuana

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Lunes 24 de septiembre de 2018

  • Un centro de cultura sísmica permitiría hacer frente a futuros terremotos a través del análisis científico

Dr. Alfredo Sandoval Villalbazo, coordinador del Programa de Servicio Departamental de Física del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Investigador Nacional Nivel II (SNI).

Las ondas sísmicas generadas durante el terremoto del 19 de septiembre de 2017 tardaron aproximadamente 15 segundos en recorrer la distancia entre el epicentro del terremoto y la Ciudad de México. En contraste, a este tipo de onda le tomó aproximadamente un minuto para recorrer los 390 km que separan el epicentro del terremoto del 19 de septiembre de 1985 de la megalópolis.

Si bien para terremotos como el de 1985 la alerta sísmica actual es pertinente y realista, este instrumento preventivo únicamente creará falsas expectativas para el caso de sismos de alta intensidad con epicentros cercanos a la capital del país, como el de 2017.

El tipo subsuelo de la Ciudad de México hace que las ondas sísmicas provenientes de los epicentros se amplifiquen. Este fenómeno provoca que se eleven significativamente los valores de las aceleraciones pico del suelo (GPA, por sus siglas en inglés). 

El sismo del año pasado tuvo una intensidad Richter de 7.1 grados, mientras que el de 1985 registró una magnitud de 8.1 grados en la misma escala. En ambos casos, los valores GPA alcanzaron el 20% de la aceleración gravitacional. Un cuerpo que parte del reposo y se acelera durante medio minuto con este valor alcanzaría una velocidad superior a la que tienen los vientos presentes en un huracán categoría 1, de acuerdo a la escala Saffir-Simpson. 

Una segunda alerta sísmica, con un tono especial para comunicar la cercanía del epicentro, sólo garantizaría una ventana del orden de 15 segundos para sismos como el ocurrido en 2017 y requeriría un tipo de simulacro completamente diferente al que opera actualmente en el Valle de México.1 Este hecho corresponde a una pieza básica del rompecabezas sísmico de la megalópolis, término acuñado en septiembre de 2017 por el periodista del diario El Universal, Rafael Rodríguez Cortés.  

Rodríguez Cortés ha descrito elementos adicionales de riesgo en el Valle de México, tales como el aumento de amplitud de oscilaciones derivada de la altura de las edificaciones (resonancia), y reflexiona sobre la necesidad de desarrollar políticas públicas rigurosas relacionadas con la construcción, la protección civil y el desarrollo urbano.2 A un año del terremoto, se ha avanzado poco en esta dirección, pues en la actualidad la población de la megalópolis sigue igual de vulnerable a un sismo de este tipo. 

El establecimiento de políticas públicas exitosas vinculadas con acciones de movilización ciudadana en momentos de contingencia únicamente puede realizarse si existe un consenso amplio del grupo poblacional directamente involucrado, sustentado por el conocimiento. 

Actualmente, la información referente a los aspectos fundamentales sobre el rompecabezas sísmico de la ciudad tales como los riesgos del fenómeno, el tipo de reacción apropiada de acuerdo al evento, la calidad de las construcciones, el manejo de recursos para atender los desastres y la asistencia psicológica a damnificados se encuentra limitada o dispersa. 

En particular, el tema relativo a cómo reaccionar ante sismos intensos con epicentro cercano y con valores GPA elevados requiere de experiencias vivenciales que trascienden a los simulacros realizados actualmente en escuelas y edificios públicos. Sin embargo, aunque el rompecabezas sísmico es complejo, éste admite una solución alcanzable a mediano plazo y con costos de inversión razonables.

La idea consiste en el establecimiento de un espacio físico específicamente dedicado a la cultura sísmica del Valle de México. En este hipotético espacio, se contaría con un par de secciones en las cuales podrán simular situaciones semejantes a los terremotos de 1985 y de 2017, diferenciando los tiempos de reacción inicial y los tipos de respuesta al término del evento, incorporando elementos aleatorios propios de la naturaleza de los sismos.  Este tipo de actividades es recomendable para alumnos escolares y es muy difícil de coordinar directamente en los planteles.3  

Este centro también contendría una memoria histórica-gráfica de ambos sismos, semejante a la que existe actualmente en los pisos superiores de la Torre Latinoamericana, pero en este nuevo espacio se aprovecharían las tecnologías multimedia contemporáneas. Adicionalmente, los visitantes podrían realizar experimentos para apropiarse de conceptos de física sísmica, tales como la resonancia mecánica, lo cual les permitiría visualizar la razón por la cual los sismos de 1985 y de 2017 causaron efectos diferentes de acuerdo a la altura de las construcciones. 

La comprensión de la ciencia básica inherente a los desastres naturales es indispensable para minimizar pérdidas de vidas y superar los daños materiales derivados de eventos destructivos tales como los terremotos. En el desarrollo de este tipo de cultura se encuentra la clave de la solución del rompecabezas sísmico de la Ciudad de México.

Referencias:

1 A. Sandoval-Villalbazo, “Terremotos plantean nuevos retos a los habitantes de la CdMx”, Prensa Ibero, 25 de septiembre 2017. http://ibero.mx/prensa/terremotos-plantean-nuevos-retos-habitantes-de-la-cdmx  

2 “El rompecabezas sísmico de la ciudad de México”, artículo de opinión publicado por Raúl Rodríguez Cortés en el periódico “El Universal” el 29 de septiembre de 2017. http://www.eluniversal.com.mx/columna/raul-rodriguez-cortes/nacion/el-rompecabezas-sismico-de-mexico  

3 A. Sandoval-Villalbazo, “Catástrofes sugieren nuevos escenarios de enseñanza en escuelas primarias “, Prensa Ibero, 3 de octubre de 2017. http://www.ibero.mx/prensa/analisis-catastrofes-sugieren-nuevos-escenarios-de-ensenanza-en-primarias

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