Vulnerabilidad económica ante el cambio climático
Por Paloma Carreño Acuña
Morelia, Michoacán. 17 de diciembre de 2018 (Agencia Informativa Conacyt).- Los servicios que el ecosistema brinda a los seres humanos pueden ser valorados económicamente para dimensionar su importancia dentro de las dinámicas sociales y económicas, pero también para compensar a los que, a pesar de ser los que protegen los ecosistemas, se ven vulnerados por el cambio climático.
El doctor en desarrollo regional Carlos Francisco Ortiz Paniagua ,y miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), ha abordado desde la economía del cambio climático la vulnerabilidad agrícola y social ante los efectos del mismo en lo local.
“La vulnerabilidad es el grado de susceptibilidad que tiene una persona, grupo, comunidad, conjunto de bienes, entre otros, de sufrir una afectación por el impacto de un evento externo. Un mismo fenómeno puede afectar de forma distinta a dos personas o comunidades, dado que interactúan muchas condiciones”.
Menciona el ejemplo de los agricultores en Tierra Caliente donde, por las condiciones en que trabajan, son vulnerables a cambios en el mercado y cambios derivados del clima, porque su conexión con la economía regional es muy fuerte.
“En Carácuaro, 40 por ciento de su economía depende de la agricultura, por lo que cualquier evento climatológico que afecte la agricultura tendrá un impacto muy fuerte en su economía. También esta Tancítaro, que ocho de cada diez pesos de su flujo económico depende del aguacate; si llega a haber una amenaza externa, como una veda, caída del precio o sequía, se quedarían en la ruina. Esto se debe a que en muchos lugares no hay una diversificación de las actividades económicas y esa es una condición de vulnerabilidad”.
La doctora Alba María Ortega Gómez, posdoctoranda en el Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental (CIGA) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y miembro del SNI, ha desarrollado en los últimos años una metodología para medir los índices de vulnerabilidad de sistemas agrícolas ante el cambio climático.
En particular, para la zona de Tierra Caliente en Michoacán, la doctora Ortega Gómez y el doctor Ortiz Paniagua encontraron que los resultados muestran una pérdida atribuible al cambio climático de 530 millones de pesos para los próximos 10 años.
“Huetamo es el municipio con mayores pérdidas económicas, mientras que Madero y Tacámbaro son los que presentarán mayor incremento en la temperatura de acuerdo con las proyecciones de los escenarios de cambio climático”, afirma la investigadora.
La razón es que existe una relación muy estrecha entre el rendimiento agrícola y la temperatura. Es por eso que ambos investigadores consideran necesario hacer una distinción entre la vulnerabilidad agrícola por el cambio climático y la vulnerabilidad económica por los efectos del mismo.
“El primero se refiere a la capacidad de adaptación que pueda tener un sistema agrícola ante los cambios de la temperatura; el segundo considera, por ejemplo, el caso de los aguacateros de Michoacán, que tienen poca vulnerabilidad económica porque están bien organizados, tienen redes tanto de comunicación como de distribución, eso los hace fuertes, pero no contemplan el cambio climático dentro de su agenda y eso los hace vulnerables”.
Dentro de su investigación, hacen un monitoreo constante de los datos y estudios meteorológicos, por lo que es para ellos innegable la existencia de un cambio en la temperatura que tiene impacto a nivel global, pero también existen fenómenos que afectan las temperaturas a nivel local.
Pago por servicio ecosistémico hídrico
“Una de las áreas que estamos investigado es el cerro de Tancítaro, es un área natural protegida donde vive una comunidad que no puede hacer uso del bosque. No tienen agua porque ahí se hace la captación y donde llega es en la parte de abajo donde se encuentran grandes plantaciones agrícolas que reciben esa agua sin considerarla como parte de sus costos, no se paga absolutamente nada por el agua. Los que mantienen el bosque en buenas condiciones para que esa recarga se pueda hacer son los de arriba, pero son ellos los que paradójicamente están en los más altos índices de marginación y tienen más problemas de abastecimiento de agua”, explica Ortiz Paniagua.
Es por eso que una de sus propuestas de investigación, cuya viabilidad estudian, es la generación de mecanismos de compensación, como pago por servicio ecosistémico hídrico, para que las personas que ayudan a la conservación del ambiente tengan un nivel de vida más digno mientras se dedican a cuidar el bosque.
“A eso es lo que se conoce como valorar económicamente el agua. Nosotros ya sabemos por dónde se dan los escurrimientos y hemos llevado charlas a la zona. Estos pagos por servicios medioambientales actualmente existen, pero son muy estandarizados y pretendemos que se regionalicen y que sean más justas las compensaciones. Se han aplicado estos mecanismos en Colombia y otros países de Latinoamérica y han funcionado. Se trata de un problema de justicia social, que los que se benefician por el agua compartan los beneficios con quienes la producen y cuidan”.
Tolvaneras en el lago de Cuitzeo
Considera que además es necesario hacer una valoración de la contingencia de salud que representa para la comunidad de la rivera del lago de Cuitzeo la problemática de las tolvaneras.
“La parte este del lago se ha secado, sobre todo en fechas de diciembre a abril por falta de lluvias; cuando comienza la época de vientos se levanta el polvo del piso y se hacen tolvaneras impresionantes. Las familias tienen que forrar puertas y ventanas de sus casas, esconderse debajo de sus mesas para comer, sacar el polvo con palas. Este polvo provoca enfermedades en los ojos, piel, también enfermedades respiratorias y algo muy importante es que les impide trabajar, las más vulnerables son las comunidades de Capacho y Jéruco, por la dirección de los vientos predominantes”, explica el científico.
Con estas investigaciones quieren que el problema se dimensione, que se asimile el valor de lo que se pierde por ese fenómeno y cuánto costarían las acciones correctivas y preventivas.
“El factor externo ante el que se es vulnerable es el cambio climático. Lo que influye mucho en este caso de las tolvaneras es el desgaste, la deforestación, el desvío de agua para que se aproveche en otros fines, la dispersión que hace que se evapore, no llegue o lo haga con mala calidad. Parte del porqué este problema es tan peligroso es que al lago llega agua que contiene sustancias contaminantes por los agroquímicos que se utilizan alrededor, entonces cuando se seca, eso queda en los sedimentos y cuando llegan las tolvaneras es lo que se levanta y llega a las casas, alimentos, piel, ojos, etcétera”.
Distinguir el cambio climático global y los fenómenos regionales
Carlos Francisco Ortiz Paniagua señala que el cambio climático se define así por los efectos globales que tiene. Sin embargo, no todos los fenómenos son tan fácilmente atribuibles a este, a veces se debe a deterioros de incidencia en las causas locales, que forman parte del fenómeno global de cambio climático pero que tienen diferentes manifestaciones en lo local, afirma.
“Por ejemplo, unos colegas investigaron el boom de la caña de azúcar en San Luis Potosí, para hacer las plantaciones se deforestó la Huasteca, eso cambió el clima y las precipitaciones del lugar. Cuando se recuperaron las zonas, volvió a cambiar el clima, y la humedad y las lluvias regresaron. Se puede ver directamente que no fueron los gases de efecto invernadero, sino las actividades que se estaban realizando. Otro caso es el de la franja aguacatera, debido al cambio de uso de suelo. Pero es diferente en Tierra Caliente, donde la señal del cambio climático está bien presente debido a que por su ubicación recibe más radiación, eso lo hace más vulnerable”.
Alba María Ortega Gómez menciona que “durante el periodo de 2003 a 2015, la agricultura regional ha experimentado una pérdida por siniestralidad equivalente a 21 por ciento del valor de la producción, como producto de sequías y lluvias intensas principalmente”.
Relación entre economía y cambio climático
Ortiz Paniagua es economista, fue inclinándose por la economía del cambio climático al considerar las condiciones del desarrollo regional.
“Las actividades productivas dependen del clima, la naturaleza. Conforme los recursos se desgastan hay menos y, por tanto, tienen más valor haciendo que surjan conflictos. Como el agua, la escasez es lo que marca el valor económico. Este enfoque de la economía busca proteger el medio ambiente mediante la asignación de precios”.
Considera que privilegiar las ganancias lleva al deterioro de recursos naturales, por lo que el modelo debe repensar cómo se usan y saber que el valor económico no es el único valor. Existen otros, menciona, como el valor social, cultural, ecológico y de preferencias sociales distintas.
“El agua tiene un valor cuando se vuelve un insumo de la producción (aunque no todos estén pagando por ella), pero tiene otros. Cuando pasa en su cauce tiene un efecto en el ecosistema, la flora, fauna, influye en otras actividades. También tiene otros como el uso que se le da para rituales, como las aguas termales de Michoacán, que a nivel internacional son muy valoradas, pero aquí pasan desapercibidas”.
El medio ambiente brinda servicios ecológicos a la sociedad, estas investigaciones cuestionan si estamos pagando por ellos o solo aprovechándolos y las consecuencias que eso tiene en los índices de vulnerabilidad de determinadas comunidades.
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